viernes, 30 de junio de 2006

El quinto elemento

Momento para hacer un poco de historia sobre mi identidad virtual. Allá por el año 1997 se estrenó "El quinto elemento", una fantástica historia futurista con todos los elementos dignos de mención en una película de ciencia ficción al uso: un héroe con malas pulgas, una hermosa chica en apuros, un malo malísimo y unos cuantos aderezos más en forma de efectos especiales y criaturas extrañas.

En cuanto a los detalles estrictamente técnicos y artísticos, idea original y dirección a cargo de Luc Besson (ya muy conocido por aquel entonces por films como "El gran azul", "Nikita" y sobre todo "El profesional -Léon-"), vestuario de la mano del diseñador Jean-Paul Gaultier, y un reparto de lujo encabezado por Bruce Willis (voy a babear un poco), Milla Jovovich (continúo babeando) y Gary Oldman (que alguien me dé un kleenex o algo pa las babas).

Bien, ni que decir tiene que la película me fascinó. Me hizo reir, llorar y, dentro de su visión de un futuro más o menos lejano, logró que me creyera que esa forma de vida sería factible. Me emocioné con la implicación de todos los personajes en la salvación del mundo, la victoria in extremis del bien sobre el mal y el triunfo del amor más puro. Me dio una impresión de película "limpia", si se puede denominar así al estilo de cine muy cuidado, con muchos colores y cada detalle muy bien definido, una estética de lo más kitsch pero muy agradable a la vista a pesar de las explosiones, persecuciones, etc, presentes siempre en este tipo de cintas. Además, todo ello partiendo de una historia sólida a mi modo de ver, con una explicación clara de todo lo que ocurrió, ocurre y ocurrirá (con razón es una peli para todos los públicos... :P) O sea, una película entretenida que da lo que se le pide, ni más ni menos.

Dejando aparte el film en sí, tras su estreno hubo no pocas chicas que se tiñeron el pelo de rojo, como el personaje de Milla Jovovich en la película (Leeloo). Por aquel entonces yo comenzaba a dar mis primeros pasos en el mundillo de internet y fue casi una obviedad, dado lo mucho que me había gustado la película, elegir el nick "Lillu" para mi identidad en chats y demás paradas virtuales. Podría decir que lo escogí por lo mucho que me parezco físicamente a la preciosa Milla, pero no veo razón para mentir tan descaradamente ;P Con el tiempo lo he mantenido y lo he asumido tanto que ya es parte de mí, como un segundo nombre por el que me conoce una parte importante de los que me rodean. Y con este nombre se ha mantenido a través de los años la ilusión por conocer personas y cosas nuevas, diferentes, sorprendentes y siempre enriquecedoras.

jueves, 29 de junio de 2006

El túnel

Tenía curiosidad por leer algo de Ernesto Sábato, uno de esos autores que siempre te suenan de algo pero de los que nunca conoces nada. Elegí una de sus obras al azar en la biblioteca, coincidiendo ser "El túnel" su primera novela, publicada en 1948. Mi primera impresión al terminarla (hace unos minutos) es que me he quitado un peso de encima. Me explico: esta lectura me estaba agobiando!

Las continuas paranoias de su protagonista, la aceleración de todos sus actos, su imposibilidad para actuar con cierta mesura han llegado a desquiciarme a medida que leía.

No puedo hablar, en absoluto, de una mala novela o un libro difícil de leer. Muy al contrario, su estructura en capítulos brevísimos, de apenas una o dos páginas, hace que se mantenga el interés de uno a otro, puesto que saben a poco. El problema es que ahonda demasiado en asuntos metafísicos, de una profundidad excesiva, con párrafos cercanos al ensayo puro y duro, que Ernesto Sábato también ha cultivado en otras obras. Supongo que para muchos lectores este planteamiento será lo ideal, pero para mi gusto un protagonista con un comportamiento psicológico inestable y reacciones extremas, al que continuamente desearías dar dos bofetadas para que bajara pistón, no tiene los ingredientes para entrar dentro de mi círculo de admiración.

Quizás dentro de unos días vaya recordando alguna situación concreta o se me venga a la cabeza algún pensamiento en relación con la novela que me haga cambiar de opinión. En ese caso, os lo haré saber, pero hasta que ese hecho no se produzca, "El túnel" se enmarcará dentro de las novelas que no me apetecerá releer. Eso no quita que continúe en mi lista de futuras lecturas su otra novela "Sobre héroes y tumbas", quizás la más conocida de Sábato y que espero me aporte otro tipo de sensaciones.

miércoles, 28 de junio de 2006

Batman begins

Aunque no es mi intención hacer un monográfico de películas basadas en cómics, no puedo dejar de mencionar "Batman begins" como una de las cintas que mejor sabor de boca me dejaron en los últimos meses. Aunque ya no es muy reciente, y su eco se ha ido apagando con el tiempo, tiene casi todos los ingredientes para convertirse en un pequeño clásico de culto para muchos cinéfilos.

En esta ocasión, el reclamo más significativo que tenía esta película para mí era Christian Bale, un actor con el que he crecido desde "El imperio del sol" y que ha sabido colarse en el cine adulto de los últimos tiempos con mucha seriedad y sobriedad en sus interpretaciones, a pesar de su elección dispar de papeles. Es uno de los pocos actores de los que puedo afirmar que "me lo creo todo", y que en la mayoría de sus apariciones me hace olvidar que está fingiendo y que además le pagan (mucho) por ello.

Volviendo al film en cuestión, no soy admiradora de ninguna de las películas anteriores de Batman, ni siquiera de la primera de Tim Burton, de la que muchos opinan que es la adaptación más fiel al espíritu del cómic original. Lo que me gusta especialmente de "Batman begins" son precisamente sus tintes de realismo, su apariencia de normalidad entre la fantasía, el factor humano de un protagonista de carne y hueso envuelto en un halo sobrenatural. También me llama la atención la faceta de anti-héroe, o el héroe que no ha elegido del todo el hecho de serlo, o que, aún eligiéndolo, reniega de gran parte de las ventajas que eso supone. Un gran tipo, vamos.

Una película tan oscura como la primera, pero con menos ciencia ficción, más sentimientos (algo normalmente apartado a un segundo plano en las estirpes de los superhéroes) y una ilusión por cambiar las cosas más cercana a nuestra comprensión. Y también un elenco de protagonistas difícilmente superable; yo me quedo con Gary Oldman, aunque siempre después de Christian Bale, claro :)

martes, 27 de junio de 2006

Dafne desvanecida

Soy de esos lectores con mala fama que escogen los libros por el título. Bueno, no siempre, pero sí en más ocasiones de las que un lector entendido consideraría digno. De este modo, mis incursiones en el mundo de la literatura me agasajan unas veces con destellos de cal y otras tantas con paladas de arena. A pesar de todo, continuaré eligiendo novelas por el título, la portada o cualquier otro aspecto que me llame la atención.

Creo sinceramente que es menos discriminatorio que otros métodos de elección y, al fin y al cabo, la que lo lee soy yo y leo lo que quiero :P

Dentro de este método electivo y de una categoría todavía indefinible en mis archivos se encuentra "Dafne desvanecida", una novela que me desorientó en sus primeras páginas, me fue cautivando a medida que avanzaba la trama y me dejó un sabor agridulce cuando la concluí. Con el tiempo he descubierto que recuerdo muchos detalles y situaciones del libro, lo que es una señal inequívoca de que la historia me marcó más de lo que en un primer momento supuse que lo haría.

No conocía a su autor, José Carlos Somoza, pero la portada del libro me llamó la atención, el título, como antes señalé, también hizo lo propio así que me lancé a su lectura. Un libro que habla de escritores suele interesar a los escritores; verse reflejado en cualquier sitio hace que nos sintamos menos diferentes (y digo "sintamos" a pesar de que no me considero una escritora en toda la extensión de la palabra, sino una vomitadora de pensamientos e ideas cuando la necesidad me acucia).

Volviendo a la idea del libro, no voy a destriparlo en estas líneas pero sí diré que toca muchos puntos presentes en la vida de todo escritor, muchos miedos, muchos métodos incluso, las envidias por las obras ajenas, la manera de inspirarse, de encontrar esa idea mágica que las musas se niegan a venderte. Un mundo paralelo, una realidad virtual más bien, en la que el protagonista se desquicia y se reinventa a sí mismo. Cuando menos, un libro curioso.

lunes, 26 de junio de 2006


¿Qué sería de nosotros sin malos días para poder así valorar los buenos? Pues eso, hoy sólo una foto.

domingo, 25 de junio de 2006

Mi planta de naranja-lima

Este libro me lo prestó una amiga (gracias Margu!) diciéndome que iba a emocionarme con él. Normalmente no suelo llorar con la lectura, por mucho que me meta en la historia, a no ser que algún tema me afecte directamente en lo personal. Pues vaya si lloré con "Mi planta de naranja-lima", no podía pasar ni tres páginas sin encogérseme el corazón con la terrible inocencia del protagonista y la crueldad que jalonaba su existencia de sinsabores.

Avergonzándome de mi incultura he de decir que no conocía al escritor José Mauro de Vasconcelos, ni siquiera había oído hablar de él en ninguna ocasión. Supongo que la literatura brasileña tampoco tiene una gran promoción fuera de sus fronteras. Me han comentado que en algunas comunidades esta novela es lectura obligatoria (o lo fue) en el colegio o principios de instituto (mi generación ronda los 30 y la memoria ya no se encuentra dentro de nuestras principales capacidades). Ante esto no me queda más que elevar una humilde queja: ¿a quién se le ocurre mostrar tanta soledad, tantas penurias, tanto sufrimiento a unos niños que apenas han visto nada del mundo?? Si a mí me afectó leer esto con mi edad puedo deducir que un chaval de 13 ó 14 años no comprendió nada de estas páginas o, si lo entendió, directamente cayó en una depresión. Pero supongo que los docentes sabrán lo que hacen, digo yo :P

Críticas oficiales aparte, esta novela me tocó muchísimo la fibra sensible, no sé muy bien por qué, pero la idea de un niño de 6 años que de golpe y porrazo descubre el dolor me conmovió tanto que me pareció casi una crueldad narrarlo. Me afectó en especial la pérdida de la ilusión, la sensación de que ya no queda nada, algo asumible para un adulto en determinadas situaciones pero impensable en un crío.

A pesar del sufrimiento continuo, es una novela altamente recomendable, eso sí, desde el principio prepárate para coger tu corazón en la mano, estrujarlo, machacarlo, y con lo que te quede no parar de llorar e intentar ver que después de todo, de cualquier calamidad, de cualquier pena, siempre queda un resquicio de ilusión.

sábado, 24 de junio de 2006

Sin City

Otra pasión sale a relucir en estas páginas: el cine. Me ocurre que, igual que con los libros, suelo olvidarme del contenido de lo que he visto. Recuerdo nítidamente todos los detalles técnicos referentes a director, actores, años de producción... pero los argumentos perduran lo justo en mi memoria para poder decir si la película me gustó o no me gustó. Un tanto patético, lo sé. Para evitar esta catástrofe debo revisar las cintas un par de veces más y, por supuesto, comentarlo aquí para que quede constancia :P.

El caso es que cuando fui a ver Sin City al cine, hace ya algunos meses, iba predispuesta a encontrarme algo bueno pero ni de lejos tan fiel al comic original. El cómic llegó a mis manos hace bastantes años, de forma totalmente accidental puesto que yo nunca fui una aficionada al arte de las viñetas. Pero Sin City me impactó.

He de decir que la película no defraudó en absoluto las expectativas que yo me había creado en torno a ella, al contrario, me creó la sensación de clásico moderno que aún perdura en mi maltrecha memoria. Realmente no sé si recuerdo las imágenes de la película o las del cómic, porque la similitud es de lo más sorprendente, pero en cualquier caso me dejó un fuerte sentimiento de satisfacción. Y eso hoy en día, saliendo de un cine, es mucho.

Desde mi humilde punto de vista, nadie hubiera podido elegir con más acierto a los actores protagonistas de esta aventura de violencia, amor, odio y venganza. También me rindo a mostrar aquí mi debilidad expresa por Bruce Willis (algún día hablaré de "La Jungla de Cristal" como otro clásico moderno que marcó mis días de cine) y por la genialidad de Robert Rodríguez para llevar a cabo todos esos proyectos que rayan peligrosamente el límite de la cordura. Y aunque Elijah Wood no está entre mis favoritos he de reconocer su más que sublime interpretación de Kevin, así como la de Nick Stahl en "Ese cobarde bastardo" (me permito la licencia de recomendar el cómic, el parecido es asombroso).

Llegados a este punto, quiero también hacer un pequeño comentario sobre algo que leí hace un par de días. En una crítica de una web sobre "V de Vendetta", diciendo que la película era brillante, que invitaba a la confrontación de ideas y que siendo una cinta basada en un cómic, no se limitaba a una sucesión de efectos especiales. Bien, ante esto me enciendo un poco. El hecho de que una película sea una sucesión de efectos especiales o no depende en gran parte de su guión y de la historia que se quiera contar. Si los cómics que se han llevado al cine hasta ahora han sido casi todos de superhéroes (Superman, Batman, X-Men, Spiderman, etc.) tiene toda la lógica que se trabaje mediante efectos visuales e imágenes generadas por ordenador la fantasía que dibujaron en papel los autores originales. En cambio, si el cómic o novela gráfica, que es más el caso, se desarrolla en una situación real y factible de política opresiva y represiva tiene toda la lógica que la película recree ese estado sin recurrir a añadidos innecesarios. Desde mi punto de vista se trata de una consideración tan ridícula como decir que todas las películas que se basan en hechos reales tienen que ser dramas lacrimógenos.

Independientemente de esta aclaración, "V de Vendetta" no me gustó en absoluto, aunque en mi círculo hay grandes admiradores de la novela gráfica de Alan Moore. La actuación de Natalie Portman tuvo algún momento que sí me pareció increíble pero en general la película me pareció aburrida y el final terminó de desencantarme. Y algo que no me llega al fondo no es bueno para mí, aunque sí lo pueda ser para otros. Todos conocemos lo de los gustos y los colores :)

viernes, 23 de junio de 2006

Electrodomésticos

En ocasiones me da por hacer fotos. Normalmente me las hago a mí misma (pura vanidad) pero otras veces fotografío cosas que me rodean. Eso de arriba es un collage de mi cocina que he titulado "Electrodomésticos": lo de la izquierda es el FRÍO (mi nevera), en el centro el CALOR (la secadora) y a la derecha el TIEMPO (la placa vitrocerámica).

No, no me ocurre nada, simplemente tuve el deseo irrefrenable de ser un poco extravagante :P Bueno, y aparte también mantengo la ilusión de hacer alguna buena foto de vez en cuando.

jueves, 22 de junio de 2006

Lillu Fly for Fun

Pues como no sólo de libros vive el hombre (ni la mujer, claro) ha llegado el momento de mostrar una de mis pasiones ocultas (bien conocida por todos), una de mis más bajas pasiones (más baja si cabe que las demás), el lugar de mis hazañas más triunfales (y las más catastróficas también): los juegos online.

Bien... ésa que está ahí haciendo un poco el tonto es mi alter ego en FlyFF o Fly for Fun, una deliciosa fábula estilo japo con magos, guerreros y una clase de personaje extraño que no vale para nada pero es muy divertido, el acróbata. Pues eso último soy yo, una acróbata con un par de yoyos gigantes y que pega unas yoyas que ni Carlos el de GH. Con el pelo lila, como no, y enseñando carne por todas partes compartía sesiones de fotos de sado-angelical con Giela (wapi, vuelveeeeee).

A pesar de las risas, de lo mucho que se disfruta el juego, he de decir que la comunidad humana es de lo peor que me he encontrado, gente con muy mala idea y actitudes de lo más rastrero, aparte de muchos niños pequeños jugando. Y direis, la culpa es tuya por jugar a esas cosas... pues sí, pero como la ilusión nunca se puede perder... aaaah :D

miércoles, 21 de junio de 2006

El alquimista impaciente

"El alquimista impaciente" llegó a mi vida cuando mi pasión por la lectura iba decayendo, a la par que mi ilusión por escribir se deshacía en el tiempo como la escarcha. Su autor, Lorenzo Silva, ya era un fenómeno de masas cuando yo compré el libro. Pero yo, sin conocerlo de nada ni esperar nada diferente a lo que otros muchos autores plasmaban en libros mediocres incluso para el entretenimiento, empecé a leer.

Lo que me encontré me sorprendió gratamente, me enganchó, me devolvió al ensimismamiento de la lectura, me recordó que olvidarse del mundo durante unos minutos, horas incluso, era posible. Sin ser nada pretenciosa, la novela logró su propósito de encandilarme y despertar mi curiosidad por un género que yo no creía que tuviera cabida en nuestro país... la ignorancia es atrevida.

Descubrí que Bevilacqua y Chamorro eran reincidentes y ya aparecían como protagonistas de una novela anterior de Silva ("El lejano país de los estanques"), y que en los tiempos en los que yo leí "El alquimista impaciente" ya se había publicado una tercera entrega de la saga, "La niebla y la doncella". Con una ansiedad que no recordaba desde que compraba mis primeros cassettes de Hombres G, me fui a "El Corte Inglés" y me compré todos los libros de Lorenzo Silva que encontré en edición de bolsillo (apenas 5 ó 6 euros cada uno, os los recomiendo... leer está tirado!). Los devoré en unos días y ahora me considero una adicta, con serios problemas para superar el mono entre la publicación de una nueva novela con esta extraña pareja como protagonistas y la siguiente.

La última, "La reina sin espejo", salió al mercado las pasadas navidades, y aunque un pelín más densa que las anteriores tampoco me defraudó. El hecho de conocer a los protagonistas de los libros anteriores te hace sentir un vínculo de familiaridad con ellos que no se da en las novelas no seriadas. Casi sabes cómo van a reaccionar ante cada situación, qué van a decir, qué camino tomarán. Te hace sentir más protagonista, y yo creo que eso es más bueno que malo.

Aunque ya hace unos meses que no leo nada de Lorenzo Silva, tengo que agradecerle que su lectura me haya despertado de nuevo la ilusión por escribir. El estilo de este autor parece tan sencillo (aunque no lo sea) que por un momento piensas "si él puede hacerlo, yo también", y bajo esa máxima empecé mi segunda novela. No me importa no tener la calidad literaria de genios como Lorenzo Silva; lo único que es importante es mantener la ilusión. En mi caso, escribir significa salir de las tinieblas, algo que no hubiera sido posible sin esa musa que estaba perdida y reencontré leyendo "El alquimista impaciente".

martes, 20 de junio de 2006

El amor en los tiempos del cólera

Mi cerebro va seleccionando de un modo más bien anárquico con qué desea quedarse y qué prefiere arrinconar en el olvido. Dentro de dos meses posiblemente no recordaré qué fue exactamente lo que me cautivó de "El amor en los tiempos del cólera", así que prefiero dejar aquí constancia de ello. No me arriesgaré a tener que revolver en cientos de libros para recordar por qué me había gustado leer casi 500 páginas de amores imposibles.

Siguiendo una recomendación (algo poco sano en la mayoría de las ocasiones) cogí en la biblioteca este libro. Anteriormente había leído de Gabriel García Márquez "Crónica de una muerte anunciada" y recientemente "Memoria de mis putas tristes", y ambos me dejaron un grato recuerdo. Decidí que si me propongo escribir de una manera decente, un primer paso sería leer algún clásico moderno, puesto que con los otros clásicos ni me atrevo ni me apetece.

Reconozco que las 500 páginas me sugirieron replantearme mi propósito, puesto que no me gusta dejar libros a medias y tenía miedo de encontrarme con un aburrido mamotreto imposible de concluir. Pero no, muy al contrario, me enganché desde las primeras líneas. Me encantó la manera de enlazar personajes que tiene este autor pero sobre todo la facilidad con que habla de las cosas mundanas, de sentimientos tan universales como el asco, la compasión, el orgullo y esa cosa que dicen que se llama amor. Envidio la manera de contar con la mayor normalidad los avatares de la vida y la muerte, sin dramas, sin grandes alegrías ni grandes penas, con dolores pequeños, medianos y enormes, pero sin llegar a ningún despropósito ni narrativo ni estrictamente literario.

En otro orden de cosas, admiro profundamente la capacidad de los buenos escritores para poner fin a una novela. Nada ridículo, ni rebuscado, ni incompleto, ni forzado. No lo admiro, más bien lo envidio porque, desde mi humilde posición de escritora amateur, mi punto flaco más sobresaliente es la incapacidad más absoluta para cerrar los círculos. Poner final a una obra se convierte para mí en algo demasiado complejo, por lo que lo voy demorando más y más hasta que el texto completo se queda inacabado casi de forma definitiva.

"El amor en los tiempos del cólera" me hizo pensar en qué parte de amor hay en una relación cualquiera, la tuya, la mía, y qué parte hay de costumbre, de seguridad, de conveniencia o de simple coincidencia. También me hizo plantearme cuestiones como la paciencia, la perseverancia, la ilusión... La ilusión, nunca se puede perder la ilusión porque al final, tarde o temprano, todo llega.

En definitiva, bonito libro, bonitas reflexiones, algunas lágrimas y algunas risas. Y mucho diccionario, porque cada cuatro páginas tenía que buscar el significado de alguna palabra :P Supongo que será que la literatura hispanoamericana se toca con la española, pero todavía no se agarran.

domingo, 18 de junio de 2006

El principio


Pues como todo tiene su principio, éste es el de este sitio, que no nace con vocación de ser un blog propiamente dicho, sino solamente un lugar para paliar las clareas que va sufriendo mi memoria.