martes, 2 de marzo de 2010

El desencuentro

Lo malo de algunos libros es que tardan demasiadas páginas en interesar al lector. Eso es lo que me ocurrió con “El desencuentro”, una novela de Fernando Schwartz ganadora del premio Planeta en 1996. Me costó bastante leer las primeras 100 páginas, y sin embargo las 100 siguientes volaron entre mis dedos. Todavía no he concluido si este hecho es positivo o no, pero no me gusta especialmente no enganchar bien una lectura desde el principio. Me produce inquietud y miedo a leer sin obtener una satisfacción.

*** Spoilers! ***

El caso es que “El desencuentro” no empezó demasiado bien para mí, quizás por la lentitud de su narración o por su planteamiento un tanto soso. África Anglés es una mujer, entrada en años, que acaba de fallecer. En sus últimas voluntades deja a su sobrino favorito, Javier, una caja con recuerdos personales, que le abrirán los ojos al mundo de su tía, una persona que ha vivido siempre señalada por la mala suerte y la infelicidad. No se cuenta mucho más y tardamos quizás demasiado en descubrir que Javier, más allá de la admiración que sentía por su tía materna, se había enamorado de ella en secreto desde que era un crío.

La novela se pierde en bastantes banalidades y tiene pasajes que para mí apenas tienen interés en las primeras páginas. Parece que va a ser una historia triste, de un sufrimiento abnegado y simplón, con mucho secretismo y mojigatería. Lo malo es precisamente eso, que sabes desde el principio que hay secretos y que te los están ocultando a propósito para mantener tu atención. Y eso, como he dicho ya en alguna otra ocasión, no me gusta, porque me siento manejada y me coarta a la hora de interpretar lo que leo.

El caso es que, de repente, el ritmo del libro cambia y toma la forma de un diario en el que la ya madura África va desgranando su vida, cómo su temprano matrimonio con un señorito canario fue un fracaso, cómo su marido la humilló y luego la abandonó por una querida, dejándole una hija pequeña en una época (años cuarenta) en la que la depresión social y el franquismo no albergaba lugar para una separada. Aprovechando esas circunstancias, la mujer decide probar suerte en México, donde vive otra rama de su familia. Allí conocerá por primera vez la libertad y vivirá una pasión desatada con un primo suyo, conociendo los sentimientos y los placeres que hasta ese momento la vida le había negado.

La historia toma un poco de tinte folletinesco cuando su tía se entera de la relación y decide que una divorciada no es un buen partido para su hijo, un torero de gran renombre en el país. Es cierto que el libro ya había cogido aquí maneras de novela rosa, pero reconozco que es la parte que más me enganchó y que más ávidamente leí. África continúa relatando los pormenores de su relación, su forzado regreso a España, donde la presión familiar y social la vuelven a recluir en la apatía y el recato, y su enamoramiento posterior de su sobrino Javier, con el que jamás se atrevió a sincerarse. Así, Javier descubre que el miedo al ridículo era recíproco y que ambos dejaron de ser felices juntos por culpa de ello.

*** Fin de Spoilers! ***

Al final el libro me ha gustado, aunque creo que se podía ahorrar muchísimas páginas del principio en las que apenas se cuenta nada destacado y que sólo ralentizan la acción. Para abordar esta historia de amor, pasión y dolor creo que se podría haber ido al grano de una manera mucho más directa, sin engañar en parte al lector con rodeos innecesarios. A veces parece que una novela de 100 páginas es menos novela que una de 350, y los escritores se empeñan en recrear detalles y situaciones que poco o nada aportan al desarrollo de la obra y tienden a desviar la atención y aburrir.

Fernando Schwartz dedicó gran parte de su vida a la carrera diplomática, centrándose tras su retiro en 1988 en el mundo del periodismo y la literatura. Muchos lo recordaréis por haber sido co-presentador del programa Lo + Plus de Canal + durante casi 10 años. Además del Planeta que obtuvo en 1996 con esta novela, también fue merecedor del Premio Primavera en 2008 con la obra “El cuenco de laca”. Como yo sólo he leído este libro suyo no tengo un criterio muy claro sobre su estilo literario y, aunque finalmente “El desencuentro” no me disgustó, por ahora no tengo curiosidad por leer nada más de este autor.

5 comentarios:

  1. Siempre he pensado que una narración tiene que atrapa desde el primer momento, sea cual sea el formato. Cuando una historia no me seduce al principio me suele costar seguirla y muchas veces termino dejándola. Pocas veces las he retomado hasta el final.

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  2. Bueno, siempre es mejor que ocurra así y no al revés, que enganche desde el principio pero se vaya diluyendo la emoción hacia el final.
    De todas formas, estoy de acuerdo contigo, hay que enganchar desde el principio y seguir la línea planteada con coherencia durante el desarrollo de la obra, para llegar a un final que esté a la altura.
    Es cierto que a veces los autores se recrean demasiado en pasajes densos de descripciones o reflexiones que no vienen a cuento de nada, como dándose coba a sí mismos. No digo que no disfrute con libros con párrafos llenos de descripciones y sin acción, pero hay que saber hacerlo bien y debe tener coherencia con lo que se está contando.

    Al menos pudiste terminarlo sin mal sabor de boca del todo.

    Un abrazo

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  3. Me dejaron un libro de este autor (¿este?) que no me enganchó para nada y lo dejé rápidamente.

    Se ve que no me equivoqué, porque mira, si me va a contar lo interesante en las últimas 100 páginas.

    Yo creo que es lo que dices, que parece que tienen que engordar un poco la novela, para que parezca más.

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  4. A mí un libro también me tiene que enganchar desde el principio, porque el voto de confianza que le doy es mínimo y desde luego, no habría llegado a la página 100 como tú. De todas formas, tenía este libro en mi lista de pendientes porque me lo había recomendado, así que como no me cuesta nada sacarlo de la biblioteca le daré una oportunidad, a ver qué me parece.

    Besos!

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  5. Sr. Nocivo, yo persevero hasta que ya casi estoy tan cerca del final que no compensa abandonar XDD Y lo hago porque siempre tengo miedo a perderme algo bueno que venga después! Aunque es cierto que cuando un libro empieza mal es difícil cogerle el gusto.

    Akane, lo de añadir párrafos descriptivos a mí me parece en muchos libros una especie de truco para llenar páginas. Es cierto que en algunos es importante e incluso necesario recrearse con determinados lugares o situaciones, pero en otros te cuentan un rollo que estoy segura de que mucha gente se lo salta hasta que vuelven los diálogos o hasta que se acaba el capítulo XD Qué conste que yo no lo hago!! Insisto, por miedo a perderme algo siempre, jaja.

    Loquemeahorro, yo como sólo he leído este libro suyo no sabría decirte si lo demás que ha escrito es parecido o empieza bien desde el principio :D

    Miranfú, como esto de la literatura es cuestión de gustos a lo mejor tú le ves cosas que yo no le vi. Ya me contarás :)

    saluditos!

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