martes, 30 de julio de 2013

Contra la acumulación compulsiva... mudanza!

Pues sí. Lo mejor para verte obligado a seleccionar pertenencias, tirar unas cuantas o regalar parte de tus valiosas posesiones es una mudanza. La mayoría de los seres humanos tendemos a acumular objetos que, a la larga, demuestran tener un escaso uso o valor real. Dejando aparte el consabido valor sentimental de muchos de ellos (la camiseta que me puse en aquella primera cita, el papelito donde apunté su teléfono, el peluche que me regaló tal persona en tal día especial...), muchos de nosotros tendemos a almacenar en cajas, cajones o montones sin más cosas que tarde o temprano tendremos que tirar. Más que Síndrome de Diógenes como tal, yo encajaría quizás más en el Síndrome del acaparador compulsivo, que tal y como relata la wikipedia también puede tener puntos en común con el primero aunque no es exactamente igual.

Ahora que estoy de mudanza y me veo en la obligación de seleccionar lo que quiero trasladar a mi nueva casa y lo que no, se me ocurre una curiosa lista de cosas que la gente (o al menos yo y alguno de mis allegados) suele acumular de forma compulsiva e irracional:

- Entradas de cine: Un gran clásico. Quién no ha guardado alguna vez ese pase para una película por la que llevaba tiempo esperando o a la que fue con una persona especial? O simplemente por coleccionismo. Pues bien, señores, una mala noticia: con el tiempo las letras de esas entradas se van borrando y ya no sabes ni qué película fue ni cuándo fue. La mejor opción será a partir de ahora hacerse una foto en la entrada con el cartel de la película y la persona o personas con las que acudamos a verla. Seguro que durará más. 

- Revistas: Otro clásico de la acumulación. Durante muchos años, fui compradora semanal de Gigantes del Basket y ya en la universidad decidí hacer lo propio con Fotogramas. Estoy hablando de que tengo todos los números de la primera de unos 4-5 años, de finales de los 80 (así a ojo serán unos 200 ejemplares), todavía guardados en algún trastero en la socorrida casa de mis padres. Los Fotogramas no se pudieron salvar todos y en mis últimas vacaciones hice una limpieza grande y tiré la mayoría, conservando sólo los más antiguos que datan de 1992. Cuando dejé de comprar esa revista de cine ya la influencia de Internet era tan notable que se hacía un poco ridículo guardar todo ese papel.

- Ropa: Ay, queridos lectores, un gran clásico de los "por si". Esto lo guardo "por si" algún día tengo una boda; esto otro "por si" un día voy a la playa; esta camiseta "por si" algún día vuelvo a engordar esos 15 kilos que tanto me costó perder; este pantalón "por si" un día acudo a clases de equitación... En fin, que tendemos a acumular ropa usada o incluso sin estrenar bajo el epígrafe mental de que a lo mejor algún día nos hace falta. Olvidamos que hay una corriente de tendencias que hace que, si algún día se nos presenta la ocasión de volver a ponernos esa prenda en cuestión, posiblemente las hombreras ya hayan pasado de moda (o todavía no hayan vuelto), los pantalones pescador ya llamen la atención por su condición hortera y las camisetas de colores chillones se relacionen con una clase de usuarios con los que no queremos vernos directamente relacionados así de primeras. Pues no, en caso de necesitar ropa, en el 95% de las ocasiones decidiremos adquirir algo nuevo a un módico precio y esas prendas usadas y celosamente guardadas en bolsas al vacío y cajas con naftalina seguirán ahí acumulando olor a cerrado y amarilleando.

- Películas en VHS y cintas de cassette: Como bien ilustra la foto de arriba, todavía tengo películas en formato VHS, y lo que es peor, un vídeo para reproducirlas. Lo que ocurre es que la calidad del visionado es ya deficiente en comparación con la de un DVD, ocupan bastante más espacio y la tendencia es, lógicamente, a que se conviertan en una reliquia de coleccionista con íntima relación con el colega Diógenes. Yo estoy deshaciéndome de las que ya tengo en formato DVD, aunque reconozco que las demás aún seguirán conmigo por tiempo indefinido. Vale, y "Jungla de Cristal" la mantengo en ambos soportes, qué pasa :P Con las cintas musicales en cassette ocurre prácticamente lo mismo, qué os voy a contar. Por suerte, las mías están en el santuario paterno, donde todavía hay hueco para guardar esas cosas y la acumulación familiar es mucho más acusada que la mía así que tampoco peligran. Sí, incluso las de carátula fotocopiada están allí...

Y ahora que yo me he confesado os toca a vosotros. Cuáles son esas cosas a las que estáis apegados y de las que os cuesta desprenderos? Necesitáis también una mudanza para deshaceros de los objetos inservibles que vais acumulando sin querer?

martes, 16 de julio de 2013

Y de verdad este negocio funciona?

Por circunstancias de la vida, estas últimas semanas he estado enfrascada en la búsqueda de una nueva vivienda de alquiler. No esperaba que la tarea resultara sencilla pero tampoco pensaba que las inmobiliarias se hubieran convertido en las empresas desfasadas, desorganizadas y poco colaborativas que he comprobado que son. Aunque mi principal canal de búsqueda han sido los portales inmobiliarios de internet, no quise dejar de lado los métodos tradicionales como las gestoras de propiedades con oficina física y la revisión visual de carteles de "se alquila" en las ventanas de los edificios.

Mi experiencia con las agencias inmobiliarias típicas ha sido francamente decepcionante. Ya sin tener en cuenta los locales, con mobiliario desvencijado y olor a humedad, en dos o tres de ellas no llegaron a invitarme ni siquiera a sentarme, preguntándome en la distancia qué buscaba y diciéndome directamente que no tenían nada tras comentar las primeras características de mi búsqueda. En algunas otras quedaron en llamarme para confirmarme determinados datos como precios que desconocían o detalles concretos de alguna vivienda, llamadas que nunca llegaron y dudo que lleguen, pasados ya muchos días desde la visita.

Pero lo peor es que en muchas de estas inmobiliarias ni siquiera tenían las propiedades en un gestor informático adecuado, ni disponían de fotos de las mismas. En algunas me atreví a preguntar (incauta de mí) los metros cuadrados de determinado piso, dato que reconocieron desconocer. Ya no te digo preguntar por los armarios empotrados, si la cocina es a gas o vitrocerámica o si permiten animales. Listados a bolígrafo en libretas con la dirección postal, el número de habitaciones del inmueble, el precio de alquiler y listo. Por un momento me picó el gusanillo de montar una inmobiliaria en condiciones, porque si aquello funcionaba, una bien montada y con buenos profesionales, interesados y cuidadosos, ya tenía que ser un negoción.

El trato con esas empresas no mejora a través de internet. La mayoría de sus páginas web están desactualizadas, hasta el extremo de que en alguna que visité la columna de precios figura encabezada como "Pesetas", aún estando la cantidad en euros (menos mal). En muchas no figuran ni las dimensiones de la vivienda, ni la altura de planta y las fotos inútiles de esquinas, ángulos inverosímiles y despropósitos varios ya merecen mención aparte (para eso no hay nada como visitar la sección del blog de Therwis "Para entrar a vivir"). Envié casi una docena de mensajes a distintas inmobiliarias a través de sus anuncios en portales pidiendo más información sobre viviendas concretas, como los metros cuadrados o la posibilidad de garaje, ninguno (ojo, ninguno) de los cuales ha sido respondido hasta la fecha. No es muy alentador teniendo en cuenta que algunos fueron enviados hace casi un mes.

Y mis dudas son: Para qué coño pones anuncios en internet si luego no los gestionas adecuadamente a través de ese canal y obligas a los clientes a realizar llamadas telefónicas? Por qué no ofreces a tu cliente posibles alternativas que, aunque no se ajusten exactamente a lo que busca, quizás sí supongan una solución para él? No tienen interés por alquilar sus propiedades? Les da igual tratarte bien o mal, teniendo en cuenta que hoy igual buscas un alquiler por 600 euros, pero quizás mañana decidas comprar una vivienda por 100.000? 

Pues lamentablemente parece que sí, que les da igual atenderte bien o mal, ayudarte a encontrar lo que necesitas o mirarte de arriba a abajo no bien has puesto un pie en el local y contestarte "no tengo nada" apenas has dicho "buenos días, busco un piso para alquilar con...". Y otro día comentaré las exigencias de los arrendadores (dos o tres nóminas, dos avalistas con propiedad, comprobación de solvencia, contrato de trabajo fijo, un fiador con nómina fija, sangre de unicornio, huevos de dragón...) cuando ellos no ofrecen ni una sola garantía de que estarán allí para firmar el contrato en el momento acordado. 

Muy decepcionada, francamente, y muy sorprendida de que esos negocios sigan funcionando haciendo gala de esa enorme falta de profesionalidad.

*** Foto superior cogida de la web de la inmobiliaria Gtr3s.

jueves, 4 de julio de 2013

Aves de paso

Compré este libro de segunda mano en una librería local, por 1€, sin tener ninguna referencia del título o el autor. "Aves de paso" es un relato curioso sobre un escritor que decide darse una segunda oportunidad y retomar la vida que llevaba cuando un desafortunado accidente le apartó de su camino. La juventud perdida es como un fantasma que planea constantemente sobre la figura de este hombre que ya no es joven y lo ha perdido casi todo.

El español José María Riera de Leyva, periodista y escritor no demasiado prolífico, le da a esta novela cierto aire de nostalgia muy atractivo, con una prosa muy directa y actual a pesar de ser un libro escrito en 1993. Aunque a priori la temática tampoco parece ser nada del otro mundo, su narración engancha bastante y la capacidad de Riera de Leyva para "dibujar" lo que escribe hace que resulte una lectura agradable aunque, advierto, con un ligero toque opresivo.

*** Spoilers! ***

Después de la lenta rehabilitación tras un accidente de moto, un hombre ya casi cuarentón decide viajar por la costa en una furgoneta Volkswagen y revivir lugares y situaciones de hace ya muchos años. La búsqueda de una joven fugada de su casa, que le recuerda a su ex-mujer, será el hilo conductor de una historia en la que el hombre se verá envuelto en situaciones que irán desde lo más cotidiano hasta lo más inverosímil. De ahí y de los peculiares personajes con los que se encuentra, irá tomando ideas para los relatos que pretende escribir, mientras se deja llevar por el apacible devenir del verano en los cámpings y los bares de carretera.

*** Fin de Spoilers! ***

Esta obra puede ser calificada como una road novel, al estilo clásico de las road movies, ya que la carretera constituye uno de los puntos fuertes del argumento. La prosa resulta ágil y con diálogos fluidos, por lo que la lectura es sencilla y amena. Sin ser una obra maestra, tiene todo lo necesario para entretener y es un libro ideal para la época del año en la que nos encontramos. 

Su autor, José María Riera de Leyva, andaluz afincado en Barcelona, se ha dedicado principalmente al sector de la publicidad y el cine, algo que definitivamente ha influido en su literatura. Aunque quizás su obra más conocida y apreciada sea "Lejos de Marrakech", con "Aves de paso" recibió el Premio Herralde de Novela en 1993. 

Puntuación: 8 sobre 10.