Pues continúo disfrutando del trabajo de Paco Roca, uno de los historietistas españoles más completos que me he encontrado últimamente. "Memorias de un hombre en pijama" es una recopilación de las tiras que el autor publicó semanalmente durante año y medio en el periódico valenciano Las Provincias, entre 2010 y 2011.
Resulta un divertido compendio de anécdotas, reflexiones y cotidianidades de la vida diaria del profesional cuarentón que trabaja desde casa y que, en cierto modo, se niega a abandonar la parte de niño que todavía sobrevive en su interior.
He de decir que me he sentido identificada con muchísimas de las páginas de esta obra, quizás por la cercanía de edad con el autor. Algunas de las situaciones que expone son tan comunes en la vida social o de pareja que sin duda todos hemos pasado por ellas alguna vez. Paco Roca ha plasmado en viñetas esos momentos que se dan entre los nuevos jóvenes de entre 30 y 40 años, que se inician en la vida familiar y luchan por mantener su identidad frente a las presiones sociales.
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El resultado es una obra genial, a ratos muy divertida, con algunos toques algo más agridulces. Roca nos ilustra con realidades que nos tocan a muchos muy de cerca y reflexiones profundas, que no exentas de humor, sobre las relaciones personales. La paternidad, la fidelidad, el trabajo, la responsabilidad... temas inevitables en esas conversaciones de amigos que cualquiera de nosotros podemos mantener en una sobremesa. Las obvias pinceladas autobiográficas ayudan a que el mensaje llegue al lector con una carga extra de empatía.
A nivel gráfico, un trabajo muy correcto y expresivo, en la línea del autor valenciano. Sus cómis resultan siempre muy agradables y fáciles de leer, con una perfecta combinación de texto y dibujo en cada viñeta. Hasta ahora, todo lo que he leído de él me ha parecido maravilloso, no puedo decir más.
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"Memorias de un hombre en pijama" es un cómic muy recomendable para todo tipo de lector pero sobre todo para los que están en esa franja de edad en la que el "se te va a pasar el arroz" o "no has pensado en cambiar de trabajo?" resultan comentarios tan habituales como incómodos.
Aunque Tom Cruise sigue siendo un actor que me echa bastante para atrás, decidí ver "Oblivion" y darle una oportunidad dentro de la surtida oferta de ciencia-ficción que puebla últimamente nuestros cines. Quizás haber visto "Moon" hace muy poco no era lo más adecuado para que esta película me encantara, ya que las referencias eran bastante claras y una parte del argumento me sonó a visto. Aún así, "Oblivion" tiene numerosos alicientes para ser un producto entretenido, entre los que destaca una fotografía muy vistosa y unos efectos especiales notorios. La interpretación de Cruise digamos que tampoco desluce el film, aunque sus compañeras de reparto femeninas acaban por eclipsarlo un poco. Quizás eso sea lo bueno, ahora que lo pienso. Por lo demás, la historia es muy interesante y, a pesar de algunas obviedades y tópicos esperados, está bien resuelta.
*** Spoilers! ***
Jack Harper (Tom Cruise) es un ingeniero de reparaciones en la Tierra de 2077, uno de los pocos que quedan. El planeta fue destruido casi por completo en la guerra contra una raza alienígena sesenta años atrás y allí ya sólo sobreviven algunos extraterrestres, "scavengers" que son detectados y eliminados por unos drones (pequeñas máquinas teledirigidas) que Jack se encarga de mantener a punto y recuperar cuando resultan dañados.
Él y su pareja personal y profesional, Vika (Andrea Riseborough) conviven en una torre situada a varios kilómetros sobre el nivel del mar, recogiendo los escasos recursos que quedan en el planeta y siguiendo de forma estricta las órdenes que les son enviadas desde la unidad central. Pero un día Jack acude a auxiliar a una nave estrellada y en ella encuentra a una superviviente humana, que le hará dudar de su misión en la Tierra y de la realidad de su propia existencia.
*** Fin de Spoilers! ***
Sin ser un planteamiento brillante, es lo suficientemente bueno como para despertar el interés del espectador. Tarda en arrancar y eso desquicia un poco al principio, pero después la historia se va asentando y empieza a coger sentido. Ir descubriendo pequeños detalles de la trama antes de que se nos revelen no resulta tan descorazonador como en otros films al menos, aunque ciertamente "Oblivion" tampoco es el colmo de la originalidad. Tiene un par de buenos giros de guión y no peca de fanfarronería al respecto, como sí hacen otros realizadores menos inteligentes.
Podemos decir que es una ciencia-ficción bastante creíble, con la presencia estelar de un Morgan Freeman que para mí ya hace siempre de sí mismo (o de Kofi Annan :P) y una factura en general a la altura de lo que se espera. Entretiene, plantea cuestiones interesantes y tiene un final razonable para ser una súper producción de Hollywood; un final flojo puede deslucir cuando no arruinar dos horas de buen metraje.
El director de "Oblivion", Joseph Kosinski, tiene en su haber "TRON: Legacy", película que no me llama en absoluto y que quizás me hubiera echado para atrás (más aún que lo de Cruise) si llego a saber ese dato antes de meterme en el cine. Parece ser que "Oblivion" iba a ser en principio una novela gráfica, allá por 2010, con guión del propio Kosinski, pero según he descubierto en este interesante enlace ese cómic nunca llegó a ver la luz y sólo se utilizó como elemento de marketing para la película.
Tácticas un tanto sucias aparte, "Oblivion" es una buena película, con un poco de todo al nivel justo para entretener a casi todo tipo de público.
Cuando la semana pasada comenté a algunos amigos que iba a asistir a un concierto de Suzanne Vega, la mayoría de los comentarios fueron del estilo de "ah, pero sigue viva?". Pues sí, en efecto, sigue viva y en muy buen estado de forma por lo que dejó ver el pasado viernes en el auditorio de CajaCanarias en Santa Cruz de Tenerife.
El concierto estaba programado dentro del Otoño Cultural de la Fundación CajaCanarias, que durante octubre y noviembre tiene también previstas actuaciones de otros grandes artistas como José Mercé o Dianne Reeves. Las recaudaciones (las entradas cuestan sólo 10 euros) están destinadas casi íntegramente en todos los eventos a fines sociales.
El aforo del auditorio de CajaCanarias es muy reducido así que las entradas se agotaron enseguida. La sala lució un hermoso lleno, con un público que oscilaba entre los 30 y largos y los 60 años en su gran mayoría. Hay que tener en cuenta que la cantautora californiana cumplió este verano los 54 años y que sus mayores éxitos datan de finales de los ochenta, con aquel "Luka" que casi todos podemos recordar con nostalgia.
Acompañada por el guitarrista Jerry, Suzzane Vega interpretó durante algo más de hora y media casi todos sus temas clásicos, "Gypsy", "Marlene on the wall", "Left of center" (de la B.S.O. de la peli ochentera "Pretty in pink - La chica de rosa"), "In Liverpool", "Luka" y "Tom's Diner", algunas canciones de su último disco publicado hace ya cinco años, "Beauty & Crime", y también algún adelanto del nuevo proyecto en el que está trabajando. La artista mantiene una maravillosa voz y estuvo muy comunicativa con el público, aceptando incluso peticiones de algunos fans.
Y aunque tampoco es de sus últimas creaciones, una de las que más me apetecía escuchar en el concierto era "Caramel", un tema que Suzanne Vega compuso en los noventa pero que se popularizó gracias a la película "Closer" en 2004 y del que nos ofreció una versión acústica preciosa. Os dejo aquí con la grabación original de esta canción y os recuerdo que esta noche la cantante ofrecerá su última actuación en España, concretamente en la Sala Sinfónica de Ávila, por si os pilla cerca y os apetece disfrutar de su música un ratito.
De toda la vida, en mi casa ha habido siempre cocina de gas butano. Los hornillos y la parrilla eran un infierno a la hora de limpiarlos y las ollas acababan ennegreciéndose por el uso. La cocina de mis padres disponía de dos fuegos eléctricos, pero nunca se usaban porque encarecían mucho la factura de la luz y no cocinaban igual. Yo no descubrí que había un mundo mejor más allá de la cocina de gas hasta que, con veintimuchos años, alquilé mi primera vivienda con vitrocerámica eléctrica.
El hecho de limpiar la placa con una pasada de paño era una sensación de relax que nunca había experimentado con una cocina de hornillos a gas. Ya lo de poder desentenderte del fuego sin el riesgo de que se apagara con una corriente de aire y el gas empezara a campar a sus anchas por la casa era el no va más. A pesar de las quejas de muchos usuarios de que las vitrocerámicas son más lentas y el sabor de la comida no es el mismo, para mí las ventajas de sistema de cocción eléctrico supera en mucho a las de uno a gas.
Si hablamos de un calentador de agua, se me plantea la misma situación. Aquellos gritos infantiles y juveniles de "mamáaaaaaaaa, se apagó el calentador??!!" pasaron a la historia cuando entraron en mi vida los termos eléctricos. Nada de tener que encenderlo antes de entrar en la ducha (vale, hay calentadores a gas con encendido automático, pero por entonces no eran habituales) o tener que salir a medio vestir para cambiar la bombona. Eso si tenías bombona de gas de repuesto, claro está. Se os ha dado el caso de disponer de permiso sólo para una bombona de butano en vuestro domicilio? Pues a mí sí, y no mola nada cuando se acaba, os lo aseguro.
Cuando tenemos un calentador eléctrico nuestra única preocupación será, en principio, adaptarnos a su capacidad (vale, también puede haber cortes de electricidad y dejarnos con el culo al aire, literalmente, pero siendo sinceros no es lo habitual). Con un termo de 30 litros será más que suficiente para una ducha relajada y uno de 50 litros permitirá lo mismo a dos personas de forma consecutiva, teniendo en cuenta que el termo se vuelve a llenar y calentar en cuestión de minutos. Hay que tener cuidado con el tema de la presión (que suele ser la causante de que los calentadores revienten) pero, por lo demás, resulta un electrodoméstico mucho más cómodo para mi gusto que su homónimo a gas.
Lo de pedir la bombona ya era el súmum del incordio. En casi todas las ciudades es posible hacerlo por teléfono y pagarla cuando la entreguen (eso sí, dile tú a algunos butaneros que te la suban a un tercero sin ascensor, ya verás las risas). En Santiago de Compostela se podía pagar directamente en una oficina de la compañía de gas y dejar el resguardo de abono pegado en la bombona vacía, una idea cómoda y genial para evitar tener que estar pendiente de la llegada del butanero o arriesgarte a que te robaran el dinero de debajo de la garrafa. Es verdad que en otras ciudades se llevan también, además del dinero, las propias bombonas vacías, lo que dificulta mucho más el proceso de reponer tu gas, qué duda cabe. Durante algunos meses también probé en uno de mis pisos el gas ciudad, con lo que se eliminaba el riesgo de quedarte sin suministro pero se mantenían los otros inconvenientes. Las noticias de explosiones de gas en domicilios tampoco ayudan a confiar demasiado en el sistema, la verdad, aunque eso no sea en mi caso el principal motivo a la hora de desecharlo como opción doméstica. Por todo lo expuesto, tengo una ligera obsesión por que estos aparatos sean eléctricos. Es cierto que, obviamente, la factura de electricidad se ve incrementada, pero de esa forma unifico gastos y me ahorro problemas del estilo de "acuérdate de pedir hoy la bombona que mañana es festivo" o "cerraste tú el gas, no?" cuando estás a 200 km. de tu casa. Qué necesidad de añadir TOCs a nuestra ya de por sí complicada vida diaria, verdad? :D
Me encantaría saber qué os parece el gas butano a vosotros, si os es indiferente, si tenéis alguna obsesión similar a la mía en este sentido o si sois de las que, cada vez que llega el butanero, lo miráis con una sonrisa pícara y le sugerís "por favor, métamela en la cocina".