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jueves, 28 de noviembre de 2013

Sputnik, mi amor

Mi admiración por la literatura de Haruki Murakami sigue creciendo. Ha conseguido que todos los libros suyos que he leído hasta ahora me hayan transmitido multitud de sensaciones. Cierto es que casi todos corresponden a la etapa del escritor menos filosófica y con toques más occidentales, pero desde luego es difícil mantener un nivel tan alto de calidad e interés en todas las publicaciones y este autor lo está consiguiendo.

"Sputnik, mi amor" es un libro publicado originalmente en japonés en 1999 y cuya primera edición española vio la luz en 2002. En él Murakami incide, como en otras ocasiones, en la vida interior de sus personajes, sus temores y sus dudas a la hora de enfrentarse a las situaciones que se le presentan. Situaciones, todo hay que decirlo, que muchas veces se alejan de lo convencional.

*** Spoilers! ***

En este caso, "Sputnik, mi amor" aborda el enamoramiento de la joven Sumire de su jefa Myu, una mujer dieciséis años mayor que ella. Myu es una empresaria del sector vitivinícola seria y poderosa, casada pero cuya relación con su marido se limita a los negocios que gestionan en común. Sumire es contratada y casi "adoptada" por Myu, que se esfuerza por enseñarle todo lo que sabe del mundo del vino. Ambas mujeres se profesan una mutua admiración y desarrollan una relación muy especial que, sin embargo, nunca podrá ser entendida de igual forma por las dos.

Este amor no correspondido es visto en la distancia por el narrador de la historia, un profesor íntimo amigo de Sumire, que siente por ella un cariño más allá de lo fraternal pero que nunca se atrevería a revelárselo. La repentina desaparición de Sumire en una isla griega, en la que ambas mujeres estaban de vacaciones, unirá a su amor platónico Myu y a su mejor amigo el profesor en su interés por descubrir qué le ha podido ocurrir a la chica.

*** Fin de spoilers! ***

Con ciertos toques espirituales, rozando casi lo sobrenatural, Haruki Murakami consigue de nuevo que todo esté en su sitio y que las partes más raras del libro se integren de modo coherente en la historia. Sus personajes vuelven a ser el punto fuerte de la novela, hombres y mujeres con caracteres muy marcados, con defectos que podrían hacerlos dignos de amor u odio por igual, muy conscientes de sus debilidades pero quizás no tanto del gran poder que ejercen sobre los demás. Son personajes que casi nos obligan a zambullirnos de lleno en sus vidas, a querer saber más de sus experiencias, a entender cómo piensan y a encontrar esos nexos que los entrelazan y acaban tejiendo una intensa historia literaria.

Y poco más que decir. Literatura de la buena, que se lee muy fácil y que cuenta muchas cosas con poco relleno. Está presente en todo momento el estilo de Murakami y su especial forma de tratar estas pequeñas historias de amor que han hecho de sus obras auténticos éxitos a nivel mundial.

Puntuación: 8 sobre 10. 

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Dragón de amigurumi

Hace unos meses recibí un encargo de un seguidor habitual del blog. Me pedía que le ganchillara un dragón de amigurumi para una amiga. Mi susto inicial fue notable, ya que un dragón no es un animal simple y, por las imágenes que fui seleccionando en internet, la obra iba a requerir mucho esfuerzo. Como mi lector me dejó vía libre a la hora de elegir modelo, colores, etc, me aventuré en las páginas de amigurumi para encontrar algo que se adecuara a lo que me solicitaban.

Tras una intensa búsqueda de dragones de todo tipo y condición, me quedé con un patrón original de Lucy Ravenscar, una verdadera fuera de serie en esto del ganchillo. La autora compartió libremente el patrón de este "Fierce little dragon" en su blog y yo seguí paso a paso sus indicaciones para elaborar el dragoncito que veis en las imágenes. Una alumna aventajada de mi curso de amigurumi, fan incondicional de los dragones, ya me había hablado de la existencia de este patrón en concreto, que incluso está traducido al español con el permiso de la creadora.

No voy a decir que sea un trabajo fácil, porque sin duda no lo es. Requiere bastante tiempo y coser (oh, coser, qué angustia!) todas las partes que conforman el bicho: cuerpo, orejas, patas cresta y alas. El tamaño final del dragón es considerable, unos 35 cm. de cabeza a cola. En ambos casos decidí combinar distintos tonos de lana para enriquecer el efecto visual y utilizar ojos de seguridad de color en vez de negros. 

Este patrón exige además el conocimiento de algunos puntos más complejos que el punto bajo típico de todo amigurumi. Desde la TARDIS de Doctor Who que ganchillé hace un tiempo, no había realizado ningún trabajo tan complicado. Eso sí, creo que el tiempo y esfuerzo invertidos en los dragones merecieron mucho la pena.

El primer dragón que ganchillé fue el verde, y quedé tan contenta con el resultado que decidí sorprender a una amiga en su cumpleaños con otro rojo, que sabría que le encantaría. A pesar de que el encargo original llegó a su destinataria en julio, el segundo dragón no estuvo en manos de su dueña hasta hace apenas unos días, así que no quería publicar nada sobre ellos hasta ahora para no estropear la sorpresa.

Como siempre, las fotos no hacen justicia a estos adorables dragoncitos de amigurumi. Haz click en las imágenes para ampliarlas y verlos algo más en detalle.

martes, 12 de noviembre de 2013

Conductores, esa peligrosa especie animal

Conduzco desde hace poco tiempo, apenas un par de meses. Tengo el carnet desde hace más de 15 años pero nunca he tenido coche propio y, hasta ahora, nunca había necesitado conducir. Con la mudanza me he alejado unos cuantos kilómetros de mi lugar de trabajo y el transporte urbano no cubre en absoluto mis necesidades así que no me ha quedado más remedio que reciclarme al volante y echarme a la carretera.

Mi pareja me presta su coche. Sí, sé lo que estáis pensando: es un santo. Y no os falta razón, ya que dejar en manos de una (no tan) joven e inexperta conductora tan preciada posesión merece alabanzas sin fin. Sobre todo teniendo en cuenta que durante las primeras semanas dejé mi marca personal en el utilitario en forma de roces y rasguños. En mi defensa he de decir que la culpa no es mía, sino de la diabólica puerta del garaje y de esa columna móvil que todos conocemos.

Pero ése no es el tema que nos ocupa. Hoy quería hablar de esos otros conductores que siempre van con prisa, que nunca señalizan sus maniobras, que superan los límites de velocidad, que aparcan en doble fila o en vados, que te adelantan por donde ven hueco sea derecha o izquierda y que olvidan que la distancia de seguridad, como dice una amiga mía, se llama precisamente "de seguridad" por algo. 

No hay nada más estresante para un conductor novel que ver por el retrovisor al coche de detrás pegado a tu culo. El motivo más claro de este agobio es que la inexperiencia obvia de las primeras veces al volante hace que el coche pueda calarse con más facilidad y la sensación de que te van a embestir de un momento a otro es realmente desagradable. Como yo no puedo llevar la "L", ya que mi permiso de conducir tiene más de un año de antigüedad, nadie sabe que soy novata y sufro seriamente la falta de paciencia de los conductores que me suceden. Por suerte, no suele calárseme a menudo el coche pero esa situación me mantiene intranquila. 

Foto tomada de la web del canal de TV Cuatro.
En este tiempo que llevo conduciendo también he confirmado ese dato que todos conocemos ya aunque no vayamos al volante: el 80% de los conductores no conoce los intermitentes o directamente los ignora. La mayoría se limita a cambiar de carril sin más o a tomar desvíos sin ningún tipo de aviso previo. También existe el caso de los que sí señalizan pero al mismo tiempo que se incorporan a la vía, con lo que parece que quedan exentos de toda culpa y el frenazo y el susto te lo comes tú porque "eh, que yo puse el intermitente". Esto, en una autopista con varios carriles, no deja de ser más peligroso incluso que lo primero.

Por último están los que hacen barbaridades al volante, como adelantarte por encima de la acera y por el mismo lado hacia el que tienes señalizado que vas a girar, porque creen que estás tardando demasiado en realizar tu maniobra de entrada al garaje. Esa gente se salva de muchos disgustos porque el tiempo se cuenta por milésimas de segundo y porque la suerte a veces acompaña a quien no la merece. Y algún día hablaré también de los peatones, esos que van caminando por el arcén de la autopista alegremente, porque así acortan distancias, o los que cruzan las calles y carreteras por cualquier lugar porque el paso de cebra queda a unos lejanos 20 metros o porque los 50 segundos que tarda en cambiar el semáforo a verde les parecen excesivos.

viernes, 8 de noviembre de 2013

La marca del meridiano

Soy una fan incondicional de la literatura de Lorenzo Silva, pero he de decir que "La marca del meridiano" me ha parecido una novela bastante floja. A pesar del cariño que le tengo a los personajes de esta saga, los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, este libro no me ha enganchado como otros de este autor y me ha parecido demasiado complaciente con el lector. Y eso que mi predisposición era absoluta hacia todo lo contrario.

Lorenzo Silva aborda en "La marca del meridiano" una nueva aventura policíaca a cargo de los héroes patrios más cercanos, el brigada Rubén Bevilacqua y su partenaire laboral la sargento Virginia Chamorro. A estos dos personajes se les había unido ya en su anterior peripecia el guardia Arnau, un joven recién graduado que aporta cada vez más a este binomio benemérito. 

En esta ocasión, la Guardia Civil debe investigar la muerte violenta de un ex-compañero jubilado del Cuerpo, caso que se le encomienda al mejor, a Bevilacqua, que además mantuvo en el pasado una estrecha relación de amistad con el finado. Sus pesquisas destaparán una trama de corrupción policial al más alto nivel y pondrá a los protagonistas en una compleja situación de duda moral.

Los personajes principales de la saga desarrollan un poquito más sus caracteres en esta novela y en sus páginas también continuamos descubriendo su lado más humano. Fragmentos del pasado de Bevilacqua toman aquí forma para perfilar unas relaciones imperfectas que han marcado su devenir a lo largo de los años y lo han convertido en el casi cincuentón solitario, recto, comedido y afable que es, con sus habituales toques de sarcasmo. La investigación, que les lleva de nuevo a Barcelona y alrededores, vuelve a despertar en el veterano policía reminiscencias de aquella juventud en la ciudad condal cuando daba sus primeros pasos, ya no sólo como guardia civil sino también como adulto.

Pero fuera de ahí y desde mi punto de vista, la novela aporta poco al género. Quizás ahonda más en reflexiones filosóficas y vitales sobre el honor, el deber y la responsabilidad e incluso la territorialidad que otros libros de la serie y eso resulta en parte interesante, pero a mí en concreto no acabó de llegarme. El libro se lee bien pero no encandila ni interesa tanto como esperaba. Es demasiado estándar, diría yo, demasiado típico y un poco plano. Cierto que el desarrollo es correcto y los tiempos están perfectamente medidos para ir avanzando poco a poco hacia un final previsible pero aún así satisfactorio. En este sentido podríamos decir que "La marca del meridiano" es, en general, entretenido para una lectura sin pretensiones, pero recomiendo encarecidamente cualquier otro de la saga de Bevilacqua y Chamorro antes que éste. 

Acerca del Premio Planeta 2012 que le fue otorgado a esta novela, pues lamentablemente he de decir que el autor sí se lo merece, totalmente, pero no por esta obra en concreto. Cualquiera de las publicaciones anteriores de Silva tendrían para mí más entidad para haber sido distinguidos con éste u otros galardones. 

Puntuación: 6 sobre 10.