No, no voy a hablar de Nacho Vidal, Rocco Siffredi y otros superdotados de similares características. Hace un par de días vi un documental en TV sobre la sobredotación intelectual y las dificultades de estas afortunadas personas para desarrollar sus cualidades. En España, como no podía ser de otro modo, la inteligencia supone un problema y no se valora en su justa medida ni de manera positiva.
Esto se plasma en la falta de programas específicos y dotaciones económicas para atender a niños con necesidades educativas especiales en este sentido.
Ser o no superdotado depende en gran parte de un factor genético pero también de un entorno favorable. Se estima que el 2% de la población tiene altas capacidades intelectuales que se plasman en un coeficiente de más de 130 (la media para una persona normal está en 100). Pero al contrario de lo que se podría pensar, es precisamente entre estas inteligencias excepcionales donde la incidencia del fracaso escolar es alarmantemente alta. Muchos niños superdotados se aburren en clase porque aprenden en un día lo que a sus compañeros les lleva un mes, con la consiguiente pérdida de atención y desinterés por las tareas. La gran mayoría del profesorado tampoco está preparado para distinguir a un niño superdotado con falta de motivación intelectual de otro que sufre ese mismo desinterés por otras causas.
A su situación estrictamente académica se une la inadecuada relación social de estos alumnos, que no se encuentran a gusto con sus compañeros de clase, lo que suele degenerar en problemas de rechazo, soledad e incomprensión mutua. Teniendo en cuenta que muchas veces el apoyo familiar tampoco es el más indicado, en muchos casos por ignorancia o por simple falta de recursos, estos niños viven su etapa escolar de modo atormentado e inútil, perdiendo en ese camino las facultades intelectuales al no poder desarrollarlas. También hay que decir que cada vez hay más sensibilidad sobre este tema y eso redunda en una mayor preocupación por parte de los padres hacia el desarrollo intelectual de sus hijos, o al menos en la disposición de los medios necesarios para ello a su alcance.
Las leyes españolas sobre educación han abordado recientemente el tema de una manera muy tímida y superflua, indicando que debe facilitarse la escolarización de estos niños en centros especializados, preparados para atender sus necesidades, así como flexibilizar la duración de los niveles y etapas educativas (“aceleración académica”) con independencia de la edad de los alumnos. Esta es la teoría, porque la práctica parece mucho más complicada.
En el documental televisivo revisaban el caso de una niña española de ocho años, superdotada a todos los efectos tras la realización de los tests y pruebas psicológicas pertinentes, a la que la directiva de su centro escolar se negaba a incorporar a un curso superior. Los padres acudieron incluso a los tribunales para conseguir que su hija recibiera una educación más acorde a sus demandas intelectuales, intentando evitar además el creciente desinterés que mostraba la cría por la escuela. Tras varios meses de litigio, el juez dictó sentencia a favor de la pequeña, lo que supone sin embargo solamente un parche para su avidez curricular.
Situaciones como ésta son excepcionales pero en España hay cientos de niños y jóvenes con altas capacidades intelectuales a los que no se les proporcionan todos los medios necesarios para su desarrollo. Según datos del curso 2003-04 (los más recientes que he encontrado) en nuestro país estaban matriculados en esas fechas un total de 2.297 alumnos superdotados, estando a la cabeza de la lista Andalucía con 575, seguida de Madrid con 316 y Galicia con 252.
Si esos “niños prodigio” no reciben ahora una enseñanza adecuada en nuestro país posiblemente perderán ese preciado don o se verán obligados a marcharse a estudiar a otros países como Estados Unidos o Japón, donde los planes educativos contemplan estos casos con más atención. Incluso países como Israel o Rusia han desarrollado en los últimos años programas específicos para las personas con altas capacidades intelectuales, mientras que en España muchos continúan creyendo que la mejor ayuda es que los que destacan se adapten a los demás y no reciban atenciones diferentes para no segregar o crear una élite intelectual.
(Continuará).
Yo de pequeño hice algún test de esos para medir tu coeficiente y me salió muy alto pero no llegaba a superdotado. Menos mal. Creo que esos niños en el fondo lo pasan mal.
ResponderEliminarLa solución no pasa por subirles de curso, sino por hacer centros de educación específicos para ellos.
Además, se debería de incrementar el nivel de la educación en general.
Besos!
Javi, yo también creo que lo de subir un curso es un "parche" pero no una solución. Si en otros países funcionan los centros específicos no sé por qué aquí la Adminastrión es tan reticente. El fantasma de la discriminación es muy potente, pero creo que de este modo no los discriminamos pero los anulamos, y no sé qué será peor.
ResponderEliminarsaluditos!