Mi crónica cronológica de este viaje comienza con nuestra llegada al aeropuerto de El Prat hacia el mediodía del sábado. El vuelo, operado por la compañía Clickair, resultó bastante cómodo y puntual y, sobre todo, a muy buen precio para lo que esperábamos en un principio (unos 53 euros i/v Tenerife-Barcelona). Nos encontramos con buen clima y menos frío del esperado, al menos teniendo en cuenta el temporal que había azotado la mitad norte de la península en los días anteriores. Tras pasar unas horas con nuestra anfitriona (gracias por todo wapa!) y algunos de sus amigos, nos llevaron a cenar a un restaurante japonés muy de moda en Barcelona, el ON Sushi Restaurant, situado en pleno Eixample.
Sin duda, lo que más llama la atención nada más entrar es la estética, con una cuidada decoración de estilo moderno. Este restaurante supone una apuesta vanguardista dentro de la amplia oferta oriental que ya existe en la noche barcelonesa. La ciudad cuenta con muchísimos restaurantes japoneses clásicos, así que en ON quizás han querido captar a una clientela más joven y dinámica. El caso es que el local dispone de una amplia barra en la que una persona puede comer con bastante comodidad (como vemos tan a menudo en las series americanas), lo que constituye una opción muy poco habitual en los restaurantes españoles pero sin embargo cada vez más extendida en las ciudades cosmopolitas.
Tras reservar mesa en uno de los turnos de cena disponible (el primero a las 21.00 y el segundo a las 23.00 horas) nos presentaron una carta amplia con sopas, ensaladas, entrantes y una enorme selección de sushi. Nos dejamos guiar por nuestros acompañantes locales, por supuesto, y escogimos varios platos diferentes para poder valorar mejor la cocina. Entre nuestras elecciones, tempura de verduras y langostinos, fideos salteados con carne y verduras, pollo con cebolla, arroz con verduras y una hermosa selección de maki sushi de la que olvidé hacer fotos :(
Sin exagerar, toda la comida estaba increíblemente buena. Aunque yo no probé los maki porque no consigo digerir bien las algas del rollito, mis acompañantes en la mesa no dejaron ni un solo bocado en el plato, de lo que se deduce que estaba también muy rico. Para el postre nos presentaron una bandeja con una muestra visual de cada opción. Finalmente nos decidimos por un postre de mascarpone con frutas del bosque, un pastel de té verde, tarta de chocolate negro y té verde, y un sakura mochi. Tenía curiosidad precisamente por probar el mochi, un pastelito muy típico de la repostería japonesa preparado a base de arroz y que en este caso se acompañaba de anko (relleno de judías dulces). También me sorprendió muy gratamente el pastel de té verde, con una consistencia y un sabor perfectos.
El servicio del restaurante es bastante rápido y correcto, a pesar de que tuvimos que reclamar un pequeño detalle de la factura. Aunque no es un sitio barato, la calidad y abundancia de la comida compensa totalmente el precio. En nuestra mesa pedimos una botella de vino y cuatro postres, que normalmente son los conceptos que más encarecen la cuenta (cada postre cuesta más de cuatro euros, aunque francamente yo creo que los vale). La tarifa normal puede situarse entre 20-25 euros por persona, lo que no resulta especialmente caro para una cena de estas características.
Con respecto a los demás almuerzos y cenas, hay que decir que Barcelona es una ciudad bastante cara para comer, o al menos en comparación con sitios más pequeños. Para los turistas como nosotros que no conocemos demasiado los restaurantes locales y no sabemos muy bien cómo elegir un sitio adecuado, los locales self-service de buffet libre resultan una opción cómoda y barata. Uno de los restaurantes de este tipo que más nos gustó fue el Fresc Co., que es una franquicia especializada en comida mediterránea que cuenta con más de 40 locales en toda España. Por 9.95 euros ofrecen una variada selección de platos fríos y calientes entre los que se incluyen ensaladas, sopas, pastas y pizza, con postres, bebida y la posibilidad de repetir todas las veces que se quiera. No es un sitio de lujo pero la comida es buena y las opciones para preparar un plato saludable son mayores que en cualquier otro restaurante en las que no controlas lo que lleva el plato.
Los elementos frescos los eliges por separado: lechuga, tomate, maíz, varios tipos de arroz, lentejas, pimiento, remolacha, cebolla, brotes de soja y un montón más, con algunas ensaladillas preparadas y varios condimentos para aliñar al gusto. En los platos calientes existe la opción de tomar sopa o crema de verduras, pasta preparada o simplemente cocida para añadirle la salsa que se desee (tomate natural, cuatro quesos, etc), pizza con varios ingredientes, un plato de pavo guisado y una guarnición de verduras. Supongo que las preparaciones son similares todos los días. Entre los postres, un par de tartas o pasteles preparados, macedonia, fruta natural y helado, además de máquina de café o té para servirse. Como digo, una elección decente para comer cuando no se conoce demasiado el entorno y creo que algo más saludable que el típico McDonald's de turno.
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