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sábado, 21 de junio de 2008

American beauty

Cuando se estrenó "American beauty" allá por principios del año 2000, GeekDraz me llamó y me dijo “acabo de ver una película fantástica; qué pena que jamás premiarán algo así en los Oscars”. Cuando yo la vi le di totalmente la razón, tanto en lo increíble que me pareció la película como en la seguridad de que los anticuados miembros de la Academia de Cine americana nunca se atreverían a hacer honores a una cinta que critica parte de su base como sociedad capitalista y bombardea sin piedad el denominado sueño americano. Con una nominación a tiempo lavarían su imagen y todos se quedarían tan contentos.

Cual no sería nuestra sorpresa cuando en la edición de ese año “American beauty” ganó cinco de las ocho estatuillas a las que optaba y se convirtió en la vencedora absoluta del año. De repente, los americanos medios habían despertado del letargo y veían en Lester Burnham a su vecino, su hermano, su primo, su amigo o a sí mismos, con una naturalidad tan aplastante que parecía imposible. El padre de familia perfecto se extinguió de pronto y Hollywood también se atrevió a tener en cuenta otros valores a la hora de juzgar un film. El sarcasmo, la ironía, el odio y los impulsos pasaron a formar parte del bagaje cinematográfico estadounidense, tras haber sido durante muchos años coto privado de los realizadores europeos.

*** Spoilers! ***

“American beauty” constituye desde mi perspectiva un punto de inflexión en la forma de hacer cine en Estados Unidos. Hasta ese momento, las películas comerciales que se atrevían a retratar perdedores, obsesos, maniáticos y vividores en general lo hacían desde el humor o desde la moralina. Aunque esta película no es irreverente en las formas, sí lo es en el fondo, con todo un conjunto de intuiciones a cargo del espectador sobre lo que ocurre en la cinta: el comportamiento lascivo y caprichoso de un padre de 42 años con la amiga adolescente de su hija, los pensamientos parricidas de la hija hacia sus progenitores, el adulterio sin arrepentimiento manifiesto de la esposa, el consumo de drogas, la homosexualidad y otros muchos aspectos raramente asociados a la estabilidad familiar en la puritana sociedad americana.

Son precisamente todos esos detalles los que hacen de una película algo diferente. No vemos a la típica familia feliz sino a una típica familia real con problemas normales de incomprensión, estrés, desatención e infinidad de incompatibilidades. No por ello la narración está falta de lirismo. La historia se cuenta con una crueldad dura pero tierna al mismo tiempo, dibujando unos personajes situados en los límites de la desesperación.

Académicamente hablando, la película utiliza el conocido recurso de la voz en off para iniciar y terminar el metraje, hecho que caracteriza muchas de las obras de Sam Mendes. El protagonista nos cuenta lo que va a ocurrir desde el principio y vaticina su muerte, sin que por ello se pierda el factor sorpresa ni la fuerza de un guión estupendo escrito por Alan Ball. Como en toda buena película, cada pieza encaja perfectamente en su lugar cuando llega el final y no hace falta explicar nada.

“American beauty” trata sin duda sobre la belleza, pero no sólo sobre la belleza física que nubla la razón del pobre Burnham, sino sobre esos bellos momentos que explica el inadaptado Ricky Fitts mientras muestra al personaje de
Thora Birch la famosa escena de la bolsa de papel mecida por el viento. Esas son las pequeñas cosas que pasan en la vida, esos instantes que hay que guardar y que a la larga son los que recordaremos de nuestra ajetreada vida. Pero para mí el gran tema central de esta película es la incomunicación, esa bestia que nos domina a todos hoy en día y que hace que cada uno haga su propia interpretación errónea de lo que los demás sienten o intentan transmitir.

*** Fin de spoilers! ***

El director británico
Sam Mendes (que repetiría éxito en 2002 con “Camino a la perdición”) ha sabido captar perfectamente el concepto que se quería mostrar con “American beauty” y creo que todos hemos normalizado un poco con eso la imagen de la imperfección familiar. Muchas veces vemos a otras familias o parejas y pensamos “qué bien se llevan, qué bonito”… Pues no; definitivamente en todos lados cuecen habas y lo que se ve casi nunca es fiel reflejo de lo que es. La hipocresía innata es para mí uno de los principales defectos de esta sociedad desarrollada y base inequívoca de tantas inseguridades y malentendidos.

Para dar vida a los imperfectos y viciados miembros de la comunidad de “American beauty” no podía haberse elegido un reparto mejor.
Kevin Spacey ganó su segundo Oscar por esta película demostrando una vez más su enorme versatilidad mientras que su pareja en la pantalla, Annette Bening, también fue nominada ese año por su papel de la maniática y perfeccionista Carolyn. La joven Thora Birch borda su rol de adolescente acomplejada e inadaptada, junto con el enigmático Wes Bentley, mientras que Mena Suvari encarna sin tapujos a la deslenguada y provocadora Angela Hayes, aunque la primera opción para interpretarla no fuera ella sino Kirsten Dunst, que rechazó el papel.

En definitiva es una película casi perfecta tanto en cuestiones técnicas como de guión e interpretación, que no pierde en un segundo visionado y que despierta algunos instintos de autocrítica en los espectadores. Sin embargo no tiene moraleja ni nos conmina a actuar de otro modo, sino que nos deja claro que los humanos nos equivocamos precisamente por nuestra condición humana y mortal y que casi siempre se está a tiempo de retomar el camino de la felicidad tomando nuestras propias decisiones. Casi siempre.

Película totalmente imprescindible.

6 comentarios:

  1. Sólo la ví en el cine y no es que me pareciera mala pero tampoco como para que haya querido volver a verla.
    A mí el friki ese anodado ante la belleza de una bolsa mecida por el viento me dice bastante poco. En la vida hay cosas hermosas a diario, pero no precisamente la puñetera basura.

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  2. Angus, todos hacemos interpretaciones personales de cada cosa. Yo a lo mejor tampoco me hubiera extasiado contemplando la bolsa volando, pero sí me parece precioso el montaje de la escena con la voz del tío explicando el contexto de la grabación, la música de fondo y el ambiente íntimo. A mí la película me encantó, tanto la perspectiva desde la que la cuentan como la clara intención de cargarse (un poco) el sueño americano. Yo la he visto por segunda vez para hacer este post y no me importaría verla una tercera ya mismo, porque cada vez le encuentro cosas nuevas y me doy cuenta de detalles que antes no veía.

    Como siempre, algo te llega o no te llega, independientemente de que sea de mejor o peor calidad :)

    saluditos!

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  3. Lo que me gustó más era el papel de Kevin Spacey, cuando manda todo a tomar por saco y se pone a currar en la hamburguesería: cero responsabilidad. Genial!!
    Yo de mayor quiero hacer eso :)

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  4. Totalmente de acuerdo contigo, hija. ¡Qué decir! Lo has dicho tú ya todo xDD Es excelente e imprescindible. Nadie lo puede discutir. Gracias por el artículo.

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  5. Hannamary, me alegro de coincidir en nuestra opinión sobre esta gran película :) Gracias a ti.

    saluditos!

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