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sábado, 13 de enero de 2018

Berlín (V)

Museo Judío de Berlín
En nuestro último día completo en Berlín habíamos programado la visita al Museo Judío de Berlín. Aprovechando que nuestro Museumpass todavía estaba activo no tuvimos que pagar la entrada, que cuesta 8 euros. El Jewish Museum Berlin es en su conjunto una experiencia arquitectónica y visual del sufrimiento del colectivo judío durante la época nazi. El edificio está construido de modo que escaleras, paredes, ventanas y otros elementos ayuden a los visitantes a situarse en el lugar de todos los judíos berlineses que vivieron aquellos horrores, el desprecio, la soledad, la marginación y el asesinato por el simple hecho de pertenecer a su etnia.

Ventana interior Jüdisches Museum
El edificio, cuya construcción se desarrolló a principios de los años noventa, está diseñado por el arquitecto polaco Daniel Libeskind y con él intentó plasmar la importancia del holocausto en la historia de Berlín. La gran cantidad de espacios vacíos, intrincados huecos, ventanas de tamaños y formas dispares, muchas de ellas sin vistas, el uso de colores grises y materiales metálicos, todo ello contribuye a crear una sensación de desasosiego y soledad con el objetivo de acercar al visitante a aquellos años de irreparable dolor.

Escaleras a ninguna parte, Jüdisches Museum
El museo cuenta con varias exposiciones permanentes que pretenden tener un gran impacto sensorial sobre el público. La Torre del Holocausto es una gran torre cerrada de hormigón a la que se accede desde el sótano, con la única luz de una pequeña abertura en uno de los vértices superiores y por la que también entran los únicos sonidos del exterior. En el Jardín del Exilio se puede pasear por un bosque de pilares de hormigón coronados de vegetación, visualmente llamativo pero imposible de caminar propiamente debido a la inclinación del suelo entre unos bloques y otros.

Jardín del Exilio, Jüdisches Museum Berlin
Hay otra instalación que llama mucho la atención, denominada Shalekhet, donde el visitante puede caminar sobre las 10.000 hojas de acero con forma de rostro diseminadas por el suelo. El conjunto de esta obra ha sido bautizada también como "Vacío de la memoria". Pisar estas caras de acero produce unos inquietantes ecos en la habitación y, en general, una indescriptible sensación de desasosiego. Creo que cualquier persona que visite este museo no puede quedar indiferente ante estas experiencias.

Instalación Shalekhet
Instalación Shalekhet
Tras esta intensa visita cogimos aire para dirigirnos hacia Nikolaikirche, la Iglesia de San Nicolás, una de las iglesias más antiguas de Berlín. Está situada en una pequeña zona peatonal reconstruida tras la Segunda Guerra Mundial al estilo centroeuropeo, muy cerca de los márgenes del río Spree. La entrada cuesta 5 euros pero la Museumpass también proporciona acceso gratuito.

Nikolaikirche
El exterior de la iglesia es muy característico, con una cúpula de dos torres en pico, totalmente reformada en los años ochenta del siglo pasado. Aunque en el siglo XIX acogía las reuniones del consejo de la ciudad, presididas por el alcalde, actualmente San Nicolás constituye un museo, con muchas piezas religiosas originales y un órgano que ameniza varios eventos musicales anuales. La iglesia también acoge las tumbas de familias enteras de berlineses ilustres.

Interior Nikolaikirche
Muy cerca de allí se encuentra la Knoblauchhaus, una casa-museo de visita gratuita donde se recrea la vivienda de una familia berlinesa de comerciantes de clase media durante el S.XVIII. Aunque la mayoría de las piezas son réplicas de objetos de aquella época, sí se conservan fotos originales y algún documento de la familia que ocupó realmente el edificio. No es nada del otro mundo pero es una visita curiosa que apenas toma unos minutos.

Knoblauchhaus Museum
Con un tranquilo (y cansado) paseo de vuelta a casa y una cena con nuestros amigos desplazados en la capital alemana poníamos fin a nuestro viaje a Berlín, una visita muy fructífera culturalmente hablando y muy enriquecedora en general. En un último post comentaré, como es habitual, los detalles de la gastronomía berlinesa y otras curiosidades que quizás puedan servir a los futuros viajeros.

Stadthaus Berlín
*** (Haz click en las fotos para ampliar)

*** (Continuará...)

3 comentarios:

  1. Doy fe, parece una chorrada pero resultaba altamente perturbador caminar sobre las placas.

    ¡Salud!

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    Respuestas
    1. Exseminarista ye-ye, "perturbador" es sin duda una descripción muy adecuada para el conjunto de sensaciones que provoca esa visita, en efecto.

      saluditos

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  2. Vaya, interesante paseo virtual el que he dado.
    Me ha llamado especialmente la atención ese pasillos de caras de acero. Imagino muy bien el sonido y la extraña sensación que causaría.
    Por lo que cuentas, creo que el desasosiego que pretendía hacer sentir está conseguido.

    Sigo la visita.

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