Menina Núa, Praça da Liberdade |
Para
nuestro segundo día en Porto habíamos contratado un tour gratuito en español por
la ciudad. Son varias las empresas que se dedican a realizar esta clase de
excursiones guiadas por el centro histórico, visitando lugares emblemáticos,
monumentos y contando anécdotas y curiosidades a cambio de una propina al final
del tour. Aunque el nuestro lo contraté a través de Civitatis, empresa con la
que ya habíamos realizado una excursión en nuestro viaje a Dublín de 2017, la
compañía que se encarga de realizar el tour en Porto se llama Take Porto.
Nuestra
guía, Giselle, fue encantadora y nos hizo pasar casi 3 horas de lo más
entretenido, relatando pasajes históricos de los monarcas portugueses que
habían tenido una especial relación con Porto y otros detalles relevantes de la
vida portuense. También nos dio numerosos consejos prácticos para
movernos por la ciudad.
Iniciamos
el recorrido del tour en la Praça da Liberdade, una amplia avenida clásica donde destaca
la estatua ecuestre de Don Pedro, monarca artífice de la independencia de Brasil y Emperador de Portugal durante apenas unos meses. Después pasamos por delante de algunos edificios de la Universidad local y nos detuvimos unos minutos ante la livraría Lello & Irmão, con un interior muy bonito y considerada una de las librerías más hermosas del mundo. Este establecimiento es también conocido por servir (supuestamente) de inspiración a la escritora J.K. Rowling para crear parte de los escenarios de sus libros de Harry Potter. A aquella hora de la mañana (un domingo alrededor de las 11.00 h.) la cola para entrar ya contaba con unas 50 personas, por lo que no pudimos visitarla ya que queríamos continuar con la excursión. El ticket para acceder al local cuesta 5 euros, que te descuentan después si realizas alguna compra en el interior.
Visitamos algunos de los puntos destacados del centro portuense, como la Igreja do Carmo, el edificio principal de la Universidad, el Jardín da Cordoaria o el exterior del Palacio de Justicia. Nos
acercamos posteriormente a la Torre dos Clérigos, la más alta de la ciudad con más de 75 metros de altura. Por
falta de tiempo, no subimos los 240 escalones hasta lo más alto, pero también nos advirtieron que esa subida podía resultar un poco claustrofóbica por la estrechez de la escalera. El conjunto barroco que conforman la torre y la iglesia adyacente son obras del s.XVIII, conectadas por el Museo de la Hermandad. Lo hemos agendado para una próxima visita a la ciudad portuguesa con más tiempo.
Jardim da Cordoaria, Porto |
Torre dos Clérigos, Porto |
Una
de las cosas más bonitas de Porto son sus miradores sobre la ciudad,
algo que comparte también con Lisboa. Los tejados que se van perdiendo
hasta llegar al río Duero forman una interesante postal arquitectónica,
convertida en uno de sus reclamos turísticos. Nuestra ruta incluía la
visita a algunos de estos puntos, como el miradouro da Vitória. El día se había ido nublando y en aquel momento ya no había atisbo de sol, pero aún así la imagen merecía la pena.
Miradouro da Vitória, Porto |
Miradouro da Vitória, Porto |
En
nuestra siguiente parada, la Estación de São Bento, pudimos contemplar los
delicados azulejos de color azul, tan típicos de Portugal, que decoran el
interior de la estación formando imágenes tradicionales portuguesas y narrando gestas históricas. El exterior de la estación no es demasiado llamativo, pero los mosaicos interiores son realmente espectaculares. Muy
cerca de allí está la Sé do Porto (la catedral), que nos quedamos con ganas de visitar
por dentro pero para lo que desgraciadamente tampoco había tiempo durante el
tour.
Interior Estación São Bento, Porto |
Estación São Bento, Porto |
Sé do Porto (Catedral) |
Fachada Sé do Porto |
Nuestra
guía nos condujo por enrevesadas callejuelas, mostrándonos la que se conoce
como una de las casas más antiguas de la ciudad, la llamada Torre da Rúa de Baixo. Se trata de un edificio de arquitectura medieval que data del s.XIII y que se mantiene en pie con dificultades, inmerso en el deterioro general del casco histórico porteño. En
todas las esquinas del barrio de Baixa se puede intuir esa decadencia tan
típica, esa dejadez de la arquitectura portuguesa, esa ropa colgada en los
balcones y esos olores a comida que inundan todas las esquinas. Todo eso tiene un encanto un tanto perturbador a la par que inquietante. No sin motivo nos advirtieron que, a pesar de que la ciudad es en general bastante segura, no es recomendable
aventurarse por esos barrios antiguos por la noche.
Torre da Rúa de Baixo, Porto |
Aunque
la excursión no incluía la entrada en la mayoría de los monumentos, Giselle nos
dio indicaciones para poder visitarlos y aprovechar de la mejor manera posible nuestra
estancia en Porto. Tras el almuerzo en
otro restaurante de la Ribeira, más turístico y un poco más caro que los
anteriores pero con comida igualmente rica, realizamos las últimas fotos
familiares y comenzamos la retirada, ya que mis padres tenían que dirigirse a la estación de Porto-Campanhã,
de donde partía el tren con destino de vuelta a Galicia.
Desde la Ribeira decidimos ahorrarnos las escaleras y aprovechar las vistas del funicular dos Guindais, que conecta ese barrio con el de Batalha. El precio del trayecto, que apenas dura un par de minutos, es de 2,50 €, pero desde allí se tiene una vista privilegiada del Puente de Luiz I sobre el Duero.
Puente Luiz I desde funicular dos Guindais |
Puente Luiz I desde funicular dos Guindais |
Después
de despedirnos, Exseminarista Ye-ye y yo decidimos dar un paseo por otras zonas
de la ciudad que no habíamos visto y buscar un sitio para probar la tradicional
francesinha, un plato típico de Porto pero de origen francés, como su propio
nombre indica, y considerado como “comida basura” por su ingente aporte
calórico. Como era de esperar, el restaurante más recomendado para tal menester
no tenía mesa sin reserva, así que probamos en otro donde la experiencia quizás
no fue tan destacable pero que nos dio una idea del tipo de comida de que se
trataba. En un próximo post, como es habitual, me explayaré en lo referente a la gastronomía que tuvimos oportunidad de conocer y disfrutar durante este viaje.
Cansados
por las emociones y las caminatas, nos dirigimos al hotel a digerir la
francesinha compartida y a recuperar fuerzas para emprender al día siguiente
nuestro viaje a Lisboa.
*** (Continuará...)
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