Uno de los paseos más recomendados por la ciudad de Barcelona es sin duda el que transcurre por sus famosas Ramblas. Aunque hay varias calles bajo la denominación de rambla, y todas ellas desembocan en la amplia Plaza de Catalunya, La Rambla como tal es una vía con un paseo peatonal en el centro, románticos árboles otoñales y multitud de kioskos, locales y tiendas en su trazado a ambos lados.
La Rambla tiene un carácter eminentemente comercial, con una respetable oferta de franquicias, sobre todo en el sector de restauración. Entre ellas, y algunas no por voluntad propia he de señalar, tuvimos la ocasión de visitar Dunkin' Donuts (donde mis acompañantes se pidieron 24 tipos de donut distintos!!), Burguer King y Starbucks Coffee, un lugar acogedor donde el café más pequeño parece una jarra de litro y dispones de conexión WIFI para trabajar con tu portátil o pasar un rato entretenido. También realizamos una breve incursión en el Hard Rock Cafe, situado en plena Plaza de Catalunya, con la intención de comer allí, pero la lista de espera de 40 minutos nos desanimó y nos vimos obligados a elegir otro lugar.
Fuera de la influencia americana de todos estos locales, a mitad de rambla se encuentra la entrada al Mercat de la Boquería, un tradicional centro de compra donde se puede encontrar una impresionante variedad de productos alimenticios y condimentos de cocina. La afluencia de gente al mercado el sábado por la mañana en que nosotros nos acercamos por allí era realmente importante.
Otra de las atracciones imprescindibles de las ramblas son los mimos, que pueblan el paseo de un extremo al otro ofreciendo sus espectáculos a los visitantes y haciendo verdaderamente entretenida y original la caminata. Desde una especie de Cleopatra cubierta de flores, un bebé adulto en un carrito, el mismísimo John Wayne o los "Bicicletos" de la foto de abajo, decenas de mimos se ganan la vida cada día en La Rambla despertando una sonrisa en los turistas. Además, las pequeñas tiendas de mascotas ubicadas en el mismo paseo llenan de colorido la zona vendiendo, entre otras especies, pájaros, conejos, hámsters, tortugas, peces e incluso ardillas o iguanas.
Cuando llega la noche La Rambla sufre una transformación increíble. La mayoría de los establecimientos de restauración continúan abiertos hasta altas horas de la madrugada, pero el público cambia radicalmente de estilo. Al grito de "cerveza, beer!" te asaltan cada cuatro pasos vendedores ambulantes de alcohol con la única garantía de un pack de seis latas de cerveza de marca indescifrable en la mano. Tuve una fuerte sensación de agobio y desasosiego entre tanta gente y el breve paseo nocturno me resultó bastante desagradable; demasiados idiomas extraños y caras desconocidas para una controladora nata como yo. El único encanto que le encontré a la velada fue descubrir la Estatua de Colón al final de la rambla cuando nos disponíamos a coger un taxi de regreso al hotel. Para el que disfrute de la socialización nocturna estoy segura de que aquello es un paraíso :D
es coma unha guía turística personalizada. moi boa:) pertas!
ResponderEliminarAsias brandelia :) Es mi manera de compartir mis impresiones y sensaciones con todos los q pasáis por aquí, jeje.
ResponderEliminarmuacks