No soy muy amiga de los cuentos, salvo los clásicos de siempre (y los de "Lo que ahorro en psicoanálisis", por supuesto). Prefiero las novelas realistas, crudas incluso, que me toquen la fibra sensible y me transmitan sentimientos extremos, sean del tipo que sea. Si leo un cuento necesito que me convenza, que me lo crea, que me parezca maravilloso, puesto que el género de fantasía no se encuentra tampoco entre mis favoritos.
Y “Caperucita en Manhattan”, de Carmen Martín Gaite, es un cuento moderno con pocos elementos para cautivarme.
La culpa de esta elección la tiene la distribución de fondos de la Biblioteca Pública Municipal situada en el TEA, puesto que esta novela no se encuentra en la sección de literatura infantil y juvenil, sino en la de adultos. Posiblemente, de haber sabido lo que iba a leer, mi percepción habría sido diferente. O no, pero me parece que deberían atender más a esos criterios a la hora de colocar las obras en una biblioteca.
Hecha la queja, he de decir que la prestigiosa autora Carmen Martín Gaite escribió este cuento en 1990, influenciada por sus numerosos viajes y estancias en Nueva York. La trama no tiene demasiados spoilers, pero aviso por si acaso: Sara Allen es una niña de 10 años que vive con sus padres en Brooklyn y añora poder pasear sola algún día por la enigmática isla de Manhattan. Hasta allí acude cada sábado con su madre para visitar a su abuela, una antigua cantante venida a menos que gasta sus días abrazada al alcohol y los recuerdos de un pasado mejor.
Despierta y locuaz, Sara aprovecha una noche un descuido para cumplir su sueño y, provista de un plano largamente estudiado, se lanza a la fría noche neoyorkina. En su camino se encuentra con una indigente que se hace llamar Miss Lunatic y se descubre como encarnación viva de la mismísima Estatua de la Libertad. Su inocencia hará que la anciana confíe a Sara todos sus secretos.
En la trama paralela, Mister Woolf es un millonario dueño de un emporio de la repostería que camina por la vida frustrado por no poder ofrecer a sus clientes la tarta de fresa perfecta. Casualmente, la noche que se encuentra con Sara, ésta porta una cesta con la tarta de fresa que su madre ha elaborado para su abuela, tarta que el empresario prueba y ante la que se queda extasiado por su perfección. Para colmo de casualidades, el viejo ha sido siempre admirador de la abuela de Sara, cuando todavía era una estrella del espectáculo (ya no hay más spoilers).
Como dije al principio, no soy amiga de los cuentos y éste tampoco me ha transmitido nada diferente. Se lee bien, tiene su parte entretenida pero me quedo igual después de haberlo leído, algo que yo creo que no es demasiado bueno para ninguna obra. No me sorprendió nada, está escrito de un modo bastante lineal y realmente me costó meterme en la historia. A ver si voy a tener que volver a Murakami para encontrar algo que me guste! :D
Índice de Lillusion
▼
viernes, 27 de noviembre de 2009
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Gran Torino
Como mis lecturas últimamente no me están llenando me he dedicado a ver películas que suponía que sí lo harían. Y no me he equivocado. Entre mis realizadores favoritos se encuentra Clint Eastwood, del que tenía “Gran Torino” pendiente desde hacía ya demasiado tiempo. El veredicto es un sobresaliente de nuevo para uno de los directores más sinceros y directos del panorama cinematográfico.
Como viene siendo habitual en sus últimas producciones, ha contado una vez más con la colaboración de su hijo Kyle Eastwood en la creación de la banda sonora de la película, que capta a la perfección las intenciones de su padre a través de la música. De hecho, el tema central de la película, también titulado “Gran Torino”, ha sido compuesto por padre e hijo, además del cantante inglés Jamie Cullum y Michael Stevens. Cuando suena la canción, en los títulos de crédito finales, es el propio Clint Eastwood el que canta parte del tema, aunque en los datos del film aparece bajo el seudónimo de Don Runner (no he podido confirmar este extremo, pero eso parece indicar la información disponible en el IMDB).
En “Gran Torino”, dirigida en 2008, Eastwood vuelve a contar una historia de calidad humana, donde él mismo interpreta al personaje principal, el gruñón Walt Kowalski. Según las declaraciones del realizador, ésta ha sido su última actuación ante la cámara, centrándose a partir de ahora en su labor como director. Su papel es el de un veterano de la Guerra de Corea, viudo reciente y racista, que poco a poco ve cómo los inmigrantes orientales se adueñan del barrio en el que ha vivido toda la vida.
*** Spoilers! ***
Pero todo cambia el día en que su nuevo vecino intenta robarle a la niña de sus ojos, su Ford Gran Torino del 72, como prueba de fuego para ingresar en una banda callejera. El joven Thao no tiene ningún interés en formar parte de ese grupo de alborotadores, pero su primo y los demás chicos lo amenazan constantemente. Como castigo a su actitud, su familia lo obliga a disculparse y a servir a Kowalski en lo que necesite durante varias semanas. Como no podía ser de otro modo, el viejo va ablandando su corazoncito y aprendiendo al mismo tiempo que enseña a Thao a salir adelante en el mundo hostil que le espera, ayudándole a labrarse un futuro al margen de la violencia callejera y la exclusión social.
En todo ello tiene mucho que ver también la hermana del joven, una mujer de enorme desparpajo, valiente e inteligente, que consigue sacar a la luz lo mejor del amargado y solitario viudo. Hasta que la pandilla decide vengarse del anciano loco y testarudo que tan buenas migas hace con sus vecinos y atacan salvajemente a la chica. Kowalski, enfermo y rendido por el dolor y la impotencia, decide jugar su última carta, su propia vida, para encerrar a los culpables y agradecer a su manera el calor que le han dado sus desinteresados vecinos asiáticos en la recta final de su existencia.
*** Fin de Spoilers! ***
Todo en la película resulta natural, dentro de su crudeza. Se dejan ver posiblemente toques autobiográficos en el papel principal de Kowalski, puesto que Eastwood también sirvió en Corea bajo bandera estadounidense. Estoy segura de que existen en aquel país miles de veteranos cascarrabias, intolerantes y racistas que defienden a capa y espada sus barras y sus estrellas ante la afluencia de inmigrantes. Como narra con tanto realismo cruel como sentimiento “Gran Torino”, cerrarse en banda no es siempre la mejor (ni la única) solución.
La película nos adentra en un universo de soledad, de nostalgia, de miedo… y al mismo tiempo nos sumerge en un choque cultural y generacional inevitable, no exento de humor negro y situaciones cercanas al surrealismo. La canción homónima es asimismo una muestra de la sensibilidad que transmite la película. Disfrutemos pues esta semana en Lillusion de la deliciosa “Gran Torino”, con la voz rasgada de Clint Eastwood y la ternura de Jamie Cullum.
Como viene siendo habitual en sus últimas producciones, ha contado una vez más con la colaboración de su hijo Kyle Eastwood en la creación de la banda sonora de la película, que capta a la perfección las intenciones de su padre a través de la música. De hecho, el tema central de la película, también titulado “Gran Torino”, ha sido compuesto por padre e hijo, además del cantante inglés Jamie Cullum y Michael Stevens. Cuando suena la canción, en los títulos de crédito finales, es el propio Clint Eastwood el que canta parte del tema, aunque en los datos del film aparece bajo el seudónimo de Don Runner (no he podido confirmar este extremo, pero eso parece indicar la información disponible en el IMDB).
En “Gran Torino”, dirigida en 2008, Eastwood vuelve a contar una historia de calidad humana, donde él mismo interpreta al personaje principal, el gruñón Walt Kowalski. Según las declaraciones del realizador, ésta ha sido su última actuación ante la cámara, centrándose a partir de ahora en su labor como director. Su papel es el de un veterano de la Guerra de Corea, viudo reciente y racista, que poco a poco ve cómo los inmigrantes orientales se adueñan del barrio en el que ha vivido toda la vida.
*** Spoilers! ***
Pero todo cambia el día en que su nuevo vecino intenta robarle a la niña de sus ojos, su Ford Gran Torino del 72, como prueba de fuego para ingresar en una banda callejera. El joven Thao no tiene ningún interés en formar parte de ese grupo de alborotadores, pero su primo y los demás chicos lo amenazan constantemente. Como castigo a su actitud, su familia lo obliga a disculparse y a servir a Kowalski en lo que necesite durante varias semanas. Como no podía ser de otro modo, el viejo va ablandando su corazoncito y aprendiendo al mismo tiempo que enseña a Thao a salir adelante en el mundo hostil que le espera, ayudándole a labrarse un futuro al margen de la violencia callejera y la exclusión social.
En todo ello tiene mucho que ver también la hermana del joven, una mujer de enorme desparpajo, valiente e inteligente, que consigue sacar a la luz lo mejor del amargado y solitario viudo. Hasta que la pandilla decide vengarse del anciano loco y testarudo que tan buenas migas hace con sus vecinos y atacan salvajemente a la chica. Kowalski, enfermo y rendido por el dolor y la impotencia, decide jugar su última carta, su propia vida, para encerrar a los culpables y agradecer a su manera el calor que le han dado sus desinteresados vecinos asiáticos en la recta final de su existencia.
*** Fin de Spoilers! ***
Todo en la película resulta natural, dentro de su crudeza. Se dejan ver posiblemente toques autobiográficos en el papel principal de Kowalski, puesto que Eastwood también sirvió en Corea bajo bandera estadounidense. Estoy segura de que existen en aquel país miles de veteranos cascarrabias, intolerantes y racistas que defienden a capa y espada sus barras y sus estrellas ante la afluencia de inmigrantes. Como narra con tanto realismo cruel como sentimiento “Gran Torino”, cerrarse en banda no es siempre la mejor (ni la única) solución.
La película nos adentra en un universo de soledad, de nostalgia, de miedo… y al mismo tiempo nos sumerge en un choque cultural y generacional inevitable, no exento de humor negro y situaciones cercanas al surrealismo. La canción homónima es asimismo una muestra de la sensibilidad que transmite la película. Disfrutemos pues esta semana en Lillusion de la deliciosa “Gran Torino”, con la voz rasgada de Clint Eastwood y la ternura de Jamie Cullum.
domingo, 22 de noviembre de 2009
Guarnición de patatas
Hace tiempo descubrí que el microondas sirve para mucho más que calentar la comida. Como ahora mi horno convencional está en horas bajas, tiro mucho del microondas para solucionar algunos platos. He comprobado, además, que hay recetas cocinadas en este horno que quedan fantásticas, como es el caso de estas patatas que he bautizado como guarnición de patatas.
Los ingredientes son de los más habituales: patatas, cebolla, pimiento rojo y verde, aceite de oliva, sal, tomillo y orégano. La preparación es, igualmente, sencillísima: se pelan y lavan las patatas y se cortan en trozos pequeños. Se colocan en un recipiente apto para microondas (para cocinar, no para calentar), se les añade una cucharadita de aceite de oliva y se mezclan un poco. Se meten al microondas a una potencia de 600-700 w (la anterior a la máxima, porque mi horno no mide la potencia en watios...) tapando el recipiente con el protector plástico durante unos 3 minutos.
Mientras, se corta el pimiento y la cebolla al gusto, en tiras o trocitos. Pasado el tiempo se añaden las hortalizas y se vuelve a meter todo otros 3 minutos, también tapado. Transcurridos esos minutos se le da un par de vueltas, se añade la sal y las especias y se vuelve a meter otros dos minutos, destapado. Finalmente se deja reposar fuera del microondas unos minutos y nuestra guarnición está lista para consumir.
La he denominado guarnición porque resulta ideal para acompañar un filete de carne o pescado, aunque yo me lo comí sin acompañamiento alguno y estaba buenísimo. Lo único que hay que controlar un poco es que las patatas estén en su punto, pinchándolas cada vez que se saquen del micro por si es necesario acortar o alargar la cocción. Los que lo deseen pueden añadir trocitos de queso por encima y derretirlo también en el micro durante unos segundos, con lo que se obtendrán unas deliciosas patatas con queso. En menos de 10 minutos tendremos preparado el plato, ensuciando sólo el recipiente del micro... fácil, no? :D
Los ingredientes son de los más habituales: patatas, cebolla, pimiento rojo y verde, aceite de oliva, sal, tomillo y orégano. La preparación es, igualmente, sencillísima: se pelan y lavan las patatas y se cortan en trozos pequeños. Se colocan en un recipiente apto para microondas (para cocinar, no para calentar), se les añade una cucharadita de aceite de oliva y se mezclan un poco. Se meten al microondas a una potencia de 600-700 w (la anterior a la máxima, porque mi horno no mide la potencia en watios...) tapando el recipiente con el protector plástico durante unos 3 minutos.
Mientras, se corta el pimiento y la cebolla al gusto, en tiras o trocitos. Pasado el tiempo se añaden las hortalizas y se vuelve a meter todo otros 3 minutos, también tapado. Transcurridos esos minutos se le da un par de vueltas, se añade la sal y las especias y se vuelve a meter otros dos minutos, destapado. Finalmente se deja reposar fuera del microondas unos minutos y nuestra guarnición está lista para consumir.
La he denominado guarnición porque resulta ideal para acompañar un filete de carne o pescado, aunque yo me lo comí sin acompañamiento alguno y estaba buenísimo. Lo único que hay que controlar un poco es que las patatas estén en su punto, pinchándolas cada vez que se saquen del micro por si es necesario acortar o alargar la cocción. Los que lo deseen pueden añadir trocitos de queso por encima y derretirlo también en el micro durante unos segundos, con lo que se obtendrán unas deliciosas patatas con queso. En menos de 10 minutos tendremos preparado el plato, ensuciando sólo el recipiente del micro... fácil, no? :D
viernes, 20 de noviembre de 2009
Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima
Completar el visionado de la filmografía como realizador del gran Clint Eastwood es una de mis intenciones para los próximos días. Casi todo lo que ha dirigido me gusta, salvo excepciones, pero en los últimos años le había perdido un poco la pista y me faltaban por ver varias de sus nuevas producciones. Era el caso de "Banderas de nuestros padres" y "Cartas desde Iwo Jima", dos películas que Eastwood estrenó en 2006 con apenas unos meses de diferencia, por tratarse de dos versiones de la misma historia. Las dos cintas narran el conflicto bélico que tuvo lugar en la isla japonesa de Iwo Jima durante la II Guerra Mundial.
En la primera, "Banderas de nuestros padres", se analiza la visión americana del ataque, la amarga victoria con un reguero de víctimas a las espaldas enfrentada con la hipocresía política y la incapacidad de los supervivientes para reincorporarse a la sociedad civil. Se acerca también a una de las imágenes más conocidas de la época, el momento en el que se iza la bandera estadounidense en la cima de la isla, tomada por el periodista Joe Rosenthal. La fotografía, que ganó el Premio Pulitzer, fue utilizada como reclamo publicitario por el Gobierno en su campaña de recogida de fondos para la guerra, hecho incluido también en la trama central de la película.
Por su parte, "Cartas desde Iwo Jima" nos acerca la historia de los soldados japoneses destinados en la isla, abandonados a su suerte y abocados a una muerte que todos consideran un honor para su patria. Las cartas que aquellos hombres escriben a sus familiares, que nunca llegarán a recibir, conforman el hilo conductor de unas vidas entregadas a la defensa del país, donde la rígida moral del ejército no permite flaquezas ni piedad.
He de decir que la parte japonesa me parece mucho más intensa y profunda que la versión americana, que se para más en los detalles sociales que en los emocionales, quizás. No dejan de ser dos visiones humanas de la misma situación, marcadas por la educación y las costumbres de cada país, dos potencias de oriente y occidente que en ambos casos se creen superiores a su contrincante. La parte americana es un poco más efectista, mientras que el enfoque nipón tiene un toque más poético, muy acorde con la forma de ser de los soldados del Imperio, dispuestos a suicidarse antes que rendirse ante el invasor.
En ambas producciones hay una estética de lo más cuidada, con referencias documentales muy exactas de lo que fue la Batalla de Iwo Jima históricamente. Clint Eastwood sabe captar como nadie el ambiente rancio de la muerte y la soledad. Es muy de agradecer que en sus películas no haya finales "made in Hollywood" y que la historia sea siempre tan cruda como fue o debió ser. Y eso que en este caso ambas películas cuentan con el respaldo en la producción de Steven Spielberg, que ya tuvo también su personal incursión en el cine bélico con "Salvar al soldado Ryan" en 1998.
En general, "Cartas desde Iwo Jima" es ligeramente superior a "Banderas de nuestros padres". Así lo confirmó además la edición de los Oscars de aquel año, en la que "Cartas..." obtuvo el galardón a la mejor edición de Sonido y otras tres nominaciones en los apartados de Guión, Dirección y Mejor Película, mientras que "Banderas..." sólo pudo aspirar a dos premios menores en la sección de sonido. El reparto es muy acertado en ambas producciones, destacando la gran labor de Ken Watanabe en "Cartas desde Iwo Jima", película que además fue rodada íntegramente en japonés.
En la primera, "Banderas de nuestros padres", se analiza la visión americana del ataque, la amarga victoria con un reguero de víctimas a las espaldas enfrentada con la hipocresía política y la incapacidad de los supervivientes para reincorporarse a la sociedad civil. Se acerca también a una de las imágenes más conocidas de la época, el momento en el que se iza la bandera estadounidense en la cima de la isla, tomada por el periodista Joe Rosenthal. La fotografía, que ganó el Premio Pulitzer, fue utilizada como reclamo publicitario por el Gobierno en su campaña de recogida de fondos para la guerra, hecho incluido también en la trama central de la película.
Por su parte, "Cartas desde Iwo Jima" nos acerca la historia de los soldados japoneses destinados en la isla, abandonados a su suerte y abocados a una muerte que todos consideran un honor para su patria. Las cartas que aquellos hombres escriben a sus familiares, que nunca llegarán a recibir, conforman el hilo conductor de unas vidas entregadas a la defensa del país, donde la rígida moral del ejército no permite flaquezas ni piedad.
He de decir que la parte japonesa me parece mucho más intensa y profunda que la versión americana, que se para más en los detalles sociales que en los emocionales, quizás. No dejan de ser dos visiones humanas de la misma situación, marcadas por la educación y las costumbres de cada país, dos potencias de oriente y occidente que en ambos casos se creen superiores a su contrincante. La parte americana es un poco más efectista, mientras que el enfoque nipón tiene un toque más poético, muy acorde con la forma de ser de los soldados del Imperio, dispuestos a suicidarse antes que rendirse ante el invasor.
En ambas producciones hay una estética de lo más cuidada, con referencias documentales muy exactas de lo que fue la Batalla de Iwo Jima históricamente. Clint Eastwood sabe captar como nadie el ambiente rancio de la muerte y la soledad. Es muy de agradecer que en sus películas no haya finales "made in Hollywood" y que la historia sea siempre tan cruda como fue o debió ser. Y eso que en este caso ambas películas cuentan con el respaldo en la producción de Steven Spielberg, que ya tuvo también su personal incursión en el cine bélico con "Salvar al soldado Ryan" en 1998.
En general, "Cartas desde Iwo Jima" es ligeramente superior a "Banderas de nuestros padres". Así lo confirmó además la edición de los Oscars de aquel año, en la que "Cartas..." obtuvo el galardón a la mejor edición de Sonido y otras tres nominaciones en los apartados de Guión, Dirección y Mejor Película, mientras que "Banderas..." sólo pudo aspirar a dos premios menores en la sección de sonido. El reparto es muy acertado en ambas producciones, destacando la gran labor de Ken Watanabe en "Cartas desde Iwo Jima", película que además fue rodada íntegramente en japonés.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Whitney Houston
A finales de los ochenta la música pop contaba con una nueva estrella, una joven de color llamada Whitney Houston, con una preciosa voz y muchas otras cualidades artísticas. Nacida en 1963 en Nueva Jersey, la música siempre había estado presente en su familia y se inició muy pronto en el gospel y el soul. En 1985 su primer disco fue todo un éxito y su segundo trabajo, publicado en 1987, la consagró como una gran diva del pop y el R&B.
Incluído en ese segundo disco, titulado simplemente "Whitney", estaba uno de sus mayores hits, "I wanna dance with somebody". Pero su voz se adaptaba perfectamente a la balada y otros temas como "One moment in time" o "Where do broken hearts go" serían inmediatos números uno en Estados Unidos y otros muchos países. En 1990 su siguiente trabajo, "I'm your baby tonight" lograría también un gran reconocimiento.
Al mismo tiempo que disfrutaba de su enorme fama como cantante, Whitney decidió probar también suerte como actriz, convirtiéndose en 1992 en la protagonista de la película "El guardaespaldas" al lado del rompecorazones y rompetaquillas Kevin Costner. Aunque la película es más bien flojilla, la banda sonora, con varios temas interpretados por la cantante como "I will always love you" o "Run to you", tuvo un éxito impensable, con más de 35 millones de copias vendidas en todo el mundo sólo durante aquel año. Parecía que en lo personal la suerte también acompañaba a la artista, que ese mismo año contrajo matrimonio con el también cantante Bobby Brown, y dando a luz a una hija al año siguiente.
Pero fue el principio del fin. La carrera de Whitney Houston se mantuvo unos años más gracias a su participación en varias películas y bandas sonoras, pero poco a poco fue en declive y a principios del nuevo siglo la cantante se vio envuelta en un escándalo de drogas y malos tratos dentro de su matrimonio. Se la fotografió con un aspecto espeluznante, consumida por el crack e incluso salieron a la luz imágenes de su domicilio repleto de basura. Toda esa situación le costó a Whitney el rechazo de los medios de comunicación y de gran parte de sus seguidores. Los años siguientes se convirtieron en un periplo por centros de desintoxicación y denuncias mutuas entre ella y Brown, que terminarían con la separación del matrimonio a finales del 2006.
En la actualidad Whitney Houston ha recuperado su imagen de antaño, su voz e intenta retomar el camino del éxito que nunca debió abandonar. De hecho, en septiembre salió a la venta su nuevo disco "I look to you" y la artista ya ha anunciado su vuelta a los escenarios para finales de año. Yo me quedo esta semana con su primer tema, aquel "I wanna dance with somebody" que se bailó en todas las discotecas de aquellos últimos ochenta.
Incluído en ese segundo disco, titulado simplemente "Whitney", estaba uno de sus mayores hits, "I wanna dance with somebody". Pero su voz se adaptaba perfectamente a la balada y otros temas como "One moment in time" o "Where do broken hearts go" serían inmediatos números uno en Estados Unidos y otros muchos países. En 1990 su siguiente trabajo, "I'm your baby tonight" lograría también un gran reconocimiento.
Al mismo tiempo que disfrutaba de su enorme fama como cantante, Whitney decidió probar también suerte como actriz, convirtiéndose en 1992 en la protagonista de la película "El guardaespaldas" al lado del rompecorazones y rompetaquillas Kevin Costner. Aunque la película es más bien flojilla, la banda sonora, con varios temas interpretados por la cantante como "I will always love you" o "Run to you", tuvo un éxito impensable, con más de 35 millones de copias vendidas en todo el mundo sólo durante aquel año. Parecía que en lo personal la suerte también acompañaba a la artista, que ese mismo año contrajo matrimonio con el también cantante Bobby Brown, y dando a luz a una hija al año siguiente.
Pero fue el principio del fin. La carrera de Whitney Houston se mantuvo unos años más gracias a su participación en varias películas y bandas sonoras, pero poco a poco fue en declive y a principios del nuevo siglo la cantante se vio envuelta en un escándalo de drogas y malos tratos dentro de su matrimonio. Se la fotografió con un aspecto espeluznante, consumida por el crack e incluso salieron a la luz imágenes de su domicilio repleto de basura. Toda esa situación le costó a Whitney el rechazo de los medios de comunicación y de gran parte de sus seguidores. Los años siguientes se convirtieron en un periplo por centros de desintoxicación y denuncias mutuas entre ella y Brown, que terminarían con la separación del matrimonio a finales del 2006.
En la actualidad Whitney Houston ha recuperado su imagen de antaño, su voz e intenta retomar el camino del éxito que nunca debió abandonar. De hecho, en septiembre salió a la venta su nuevo disco "I look to you" y la artista ya ha anunciado su vuelta a los escenarios para finales de año. Yo me quedo esta semana con su primer tema, aquel "I wanna dance with somebody" que se bailó en todas las discotecas de aquellos últimos ochenta.
martes, 17 de noviembre de 2009
The Seven Deadly Sins
Curioseando por DeviantArt encontré hace tiempo el trabajo de una ilustradora muy interesante, llamada Marta Dahlig y cuyo nick es Blackeri. En su página esta joven artista polaca muestra sus trabajos realizados mayoritariamente con Painter y Photoshop. En el mundo artístico es conocida también por haber publicado numerosos tutoriales en revistas y vídeos didácticos sobre ilustración.
Entre sus obras destaca la serie The Seven Deadly Sins, un conjunto de siete ilustraciones femeninas dedicadas a cada uno de los Siete Pecados Capitales: Avaricia, Envidia, Gula, Ira, Lujuria, Pereza y Soberbia. Os pongo las imágenes y os recomiendo, si os gusta, que visitéis su espacio para disfrutar del resto de su trabajo.
He de decir que mi pecado es aquí claramente la envidia, porque me encanta el arte digital pero no tengo capacidad para dedicarme a ello. Me falta paciencia para aprender las bases del dibujo y las proporciones, terreno en el que no tengo ningún conocimiento. Así que ante mi nulidad artística, me dedicaré a elogiar la labor de los que sí saben del tema.
sábado, 14 de noviembre de 2009
Papel mojado
Juan José Millás es un autor muy prolijo que recientemente ha obtenido un enorme reconocimiento con el Premio Nacional de Narrativa. El año anterior ya había conseguido el codiciado Premio Planeta con la novela “El mundo”. A pesar de haber escrito más de 25 libros desde que comenzara su carrera literaria en 1975, siempre ha compaginado el oficio de escritor con otros trabajos y colaboraciones en prensa y radio.
“Papel mojado” es su cuarta novela, publicada en 1983 y enmarcada dentro de la narrativa juvenil, aunque personalmente veo demasiados detalles adultos en ella como para recomendarla a jóvenes adolescentes. Ésta es la segunda obra de Millás que leo, después de “Muerto, tonto, bastardo e invisible” hace ya bastantes años.
*** Spoilers! ***
Manolo G. Urbina es un periodista que investiga la extraña muerte de su amigo de juventud Luis Mary. Tanto él como su ex novia Teresa dudan de que su amigo se suicidara, como certifica la policía, y ahondan en sus últimos movimientos. Luis Mary tenía entre manos la investigación de un caso de estafa en unos laboratorios farmacéuticos, en el que también estaba implicada la viuda del fallecido, una altiva doctora.
El periodista se emociona poco a poco en su labor de detective privado, metiendo la pata cada dos por tres y poniendo en peligro su vida y la de sus allegados. Aunque no da una y no consigue descubrir más que conexiones inútiles entre unos sospechosos y otro, al final su torpeza llama tanto la atención que la Policía vuelve a fijarse en el caso. La historia da un vuelco cuando se descubre que todo ese escabroso asunto ha ayudado a Urbina a alimentar su ego como escritor, creando una novela que narra la muerte de su querido y al mismo tiempo odiado amigo Luis Mary.
*** Fin de Spoilers! ***
El corte ochentero de la obra es más que palpable. El argumento es el típico de cualquier novela policíaca, pero tratado con muchas dosis de humor negro y situaciones ridículas que contrastan con la supuesta seriedad de las muertes que inundan las páginas. La figura del profesional treintañero, anodino y gris, con multitud de insatisfacciones vitales, que se ve envuelto muy a su pesar en un oscuro entramado totalmente ajeno a su modo de vida, hace de “Papel mojado” una novela con toques clásicos del género policíaco y de la comedia.
El libro tenía todos los ingredientes para encantarme, pero no fue así. Reconozco que en algunos pasajes me reí mucho pero otros se me hicieron muy pesados y previsibles. La trama no consiguió engancharme lo suficiente y no tenía demasiado interés por conocer el desenlace final, algo que no es bueno en una lectura. Supongo que habrá obras mucho mejores de Juan José Millás, pero por ahora no lo incluyo entre mis escritores favoritos porque recuerdo que “Tonto, muerto, bastardo e invisible” tampoco me llenó del todo cuando lo leí. Todo será esperar a ver si encuentro un libro suyo que me llegue de verdad.
(…) Yo me lavé los dientes, recogí el insomnio de la mesilla y me metí con él en la cama. Al cerrar los ojos escuché el termostato de la nevera y el ruido del motor que venía a despertarme de dos a tres veces en aquellas noches que me acostaba sin el insomnio puesto.
“Papel mojado” es su cuarta novela, publicada en 1983 y enmarcada dentro de la narrativa juvenil, aunque personalmente veo demasiados detalles adultos en ella como para recomendarla a jóvenes adolescentes. Ésta es la segunda obra de Millás que leo, después de “Muerto, tonto, bastardo e invisible” hace ya bastantes años.
*** Spoilers! ***
Manolo G. Urbina es un periodista que investiga la extraña muerte de su amigo de juventud Luis Mary. Tanto él como su ex novia Teresa dudan de que su amigo se suicidara, como certifica la policía, y ahondan en sus últimos movimientos. Luis Mary tenía entre manos la investigación de un caso de estafa en unos laboratorios farmacéuticos, en el que también estaba implicada la viuda del fallecido, una altiva doctora.
El periodista se emociona poco a poco en su labor de detective privado, metiendo la pata cada dos por tres y poniendo en peligro su vida y la de sus allegados. Aunque no da una y no consigue descubrir más que conexiones inútiles entre unos sospechosos y otro, al final su torpeza llama tanto la atención que la Policía vuelve a fijarse en el caso. La historia da un vuelco cuando se descubre que todo ese escabroso asunto ha ayudado a Urbina a alimentar su ego como escritor, creando una novela que narra la muerte de su querido y al mismo tiempo odiado amigo Luis Mary.
*** Fin de Spoilers! ***
El corte ochentero de la obra es más que palpable. El argumento es el típico de cualquier novela policíaca, pero tratado con muchas dosis de humor negro y situaciones ridículas que contrastan con la supuesta seriedad de las muertes que inundan las páginas. La figura del profesional treintañero, anodino y gris, con multitud de insatisfacciones vitales, que se ve envuelto muy a su pesar en un oscuro entramado totalmente ajeno a su modo de vida, hace de “Papel mojado” una novela con toques clásicos del género policíaco y de la comedia.
El libro tenía todos los ingredientes para encantarme, pero no fue así. Reconozco que en algunos pasajes me reí mucho pero otros se me hicieron muy pesados y previsibles. La trama no consiguió engancharme lo suficiente y no tenía demasiado interés por conocer el desenlace final, algo que no es bueno en una lectura. Supongo que habrá obras mucho mejores de Juan José Millás, pero por ahora no lo incluyo entre mis escritores favoritos porque recuerdo que “Tonto, muerto, bastardo e invisible” tampoco me llenó del todo cuando lo leí. Todo será esperar a ver si encuentro un libro suyo que me llegue de verdad.
(…) Yo me lavé los dientes, recogí el insomnio de la mesilla y me metí con él en la cama. Al cerrar los ojos escuché el termostato de la nevera y el ruido del motor que venía a despertarme de dos a tres veces en aquellas noches que me acostaba sin el insomnio puesto.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Cat People (Putting out fire)
Es la segunda vez que aparece David Bowie en este blog en referencia a una película. Anteriormente hablé de su canción "I'm deranged", incluida en la película de David Lynch "Carretera perdida", y ahora quiero que suene otro tema suyo que aparece en la cinta que comenté ayer de Tarantino, "Malditos bastardos". Es curioso que no soy una gran fan de Bowie, pero me parece que tiene una música de corte muy cinéfilo.
La canción es "Cat people (Putting out fire)", un tema que fue compuesto originalmente para otra película, precisamente titulada "Cat People", dirigida por Paul Schrader en 1982 y conocida en España como "El beso de la pantera". Quentin Tarantino no dudó en utilizar esta composición para su nueva película, a la que la canción se adapta como anillo al dedo.
Hay varias versiones de la canción, tenéis información sobre ella en este link de Wikipedia. La que va a continuación, creo que es la original de la primera película, pero la de la barra lateral (para los que podáis escucharla) es la que se incluye en "Malditos bastardos".
La canción es "Cat people (Putting out fire)", un tema que fue compuesto originalmente para otra película, precisamente titulada "Cat People", dirigida por Paul Schrader en 1982 y conocida en España como "El beso de la pantera". Quentin Tarantino no dudó en utilizar esta composición para su nueva película, a la que la canción se adapta como anillo al dedo.
Hay varias versiones de la canción, tenéis información sobre ella en este link de Wikipedia. La que va a continuación, creo que es la original de la primera película, pero la de la barra lateral (para los que podáis escucharla) es la que se incluye en "Malditos bastardos".
martes, 10 de noviembre de 2009
Malditos bastardos
Suele gustarme el cine de Quentin Tarantino y, aunque "Malditos bastardos" ("Inglourious basterds", 2009) no es de lo mejor que ha dirigido, me ha parecido una buena película. Por suerte no pertenezco a esa gran mayoría que tiene aversión a Brad Pitt, sino que al contrario, me parece un buen actor y casi siempre me convencen sus interpretaciones.
Con el buen ojo que acostumbra tener este director para su reparto y su locura transitoria a la hora de elaborar guiones, surge una película de corte un poco histórico que nos sitúa en la Francia ocupada por los nazis de la II Guerra Mundial. A partir de ahí, y para los puristas, hay que señalar que prácticamente todo es ficción pura y dura.
A pesar de que el tema se trata con mucho humor negro, hay hueco para la crítica al comportamiento del ejército alemán, la megalomanía sin fin de los altos mandos del Partido Nazi y la persecución judía que se realizó en aquellos años. Y como casi todas las películas de Tarantino, está rodada en capítulos o partes independientes pero con nexos en común, algo que le da agilidad al visionado. Aún así, hay que reconocer que algunas escenas y diálogos son excesivamente largos.
*** Spoilers! ***
“Malditos bastardos” comienza en la campiña francesa, donde un campesino se ve obligado a confesar al coronel de las S.S. Hans Landa (Christoph Waltz) que oculta a una familia judía en su casa. Todos los judíos son acribillados a balazos salvo Shosanna (Mélanie Laurent), la hija mayor, que rehace su vida en París con una nueva identidad. Allí regenta una modesta sala de cine que un buen día eligen para un importante estreno de la dictadura nazi. Para Shosanna no habrá mejor momento para su venganza. Al mismo tiempo, un grupo de paramilitares liderados por el teniente americano Aldo Raine (Brad Pitt) se dedican a limpiar las montañas de miembros del ejército alemán. Sus objetivos son similares y sus métodos acaban acercándose también más de lo esperado.
*** Fin de Spoilers! ***
La cinta encaja a la perfección en la filmografía y el estilo de Quentin Tarantino, con la irreverencia que le caracteriza. Además, descubre actores que sólo eran conocidos en sus países de origen, usa con gran maestría los primeros planos y utiliza una banda sonora que se adapta de forma inmejorable a la película. No todos los capítulos tienen la misma calidad, esa es la verdad; el comienzo es impresionante mientras que hacia la mitad la película flojea un poco, reencontrando su buen tono en el capítulo final. Aún así, se trata de una producción visualmente correcta, ideológicamente muy valiente y con momentos memorables para la historia del cine.
Con el buen ojo que acostumbra tener este director para su reparto y su locura transitoria a la hora de elaborar guiones, surge una película de corte un poco histórico que nos sitúa en la Francia ocupada por los nazis de la II Guerra Mundial. A partir de ahí, y para los puristas, hay que señalar que prácticamente todo es ficción pura y dura.
A pesar de que el tema se trata con mucho humor negro, hay hueco para la crítica al comportamiento del ejército alemán, la megalomanía sin fin de los altos mandos del Partido Nazi y la persecución judía que se realizó en aquellos años. Y como casi todas las películas de Tarantino, está rodada en capítulos o partes independientes pero con nexos en común, algo que le da agilidad al visionado. Aún así, hay que reconocer que algunas escenas y diálogos son excesivamente largos.
*** Spoilers! ***
“Malditos bastardos” comienza en la campiña francesa, donde un campesino se ve obligado a confesar al coronel de las S.S. Hans Landa (Christoph Waltz) que oculta a una familia judía en su casa. Todos los judíos son acribillados a balazos salvo Shosanna (Mélanie Laurent), la hija mayor, que rehace su vida en París con una nueva identidad. Allí regenta una modesta sala de cine que un buen día eligen para un importante estreno de la dictadura nazi. Para Shosanna no habrá mejor momento para su venganza. Al mismo tiempo, un grupo de paramilitares liderados por el teniente americano Aldo Raine (Brad Pitt) se dedican a limpiar las montañas de miembros del ejército alemán. Sus objetivos son similares y sus métodos acaban acercándose también más de lo esperado.
*** Fin de Spoilers! ***
La cinta encaja a la perfección en la filmografía y el estilo de Quentin Tarantino, con la irreverencia que le caracteriza. Además, descubre actores que sólo eran conocidos en sus países de origen, usa con gran maestría los primeros planos y utiliza una banda sonora que se adapta de forma inmejorable a la película. No todos los capítulos tienen la misma calidad, esa es la verdad; el comienzo es impresionante mientras que hacia la mitad la película flojea un poco, reencontrando su buen tono en el capítulo final. Aún así, se trata de una producción visualmente correcta, ideológicamente muy valiente y con momentos memorables para la historia del cine.
sábado, 7 de noviembre de 2009
Gominolas
En internet hay muchísimas referencias a las gominolas caseras, así que esta semana pasada decidí hacerlas con motivo del cumpleaños de GeekDraz. Casi todas las recetas son similares, pero me centré en la de Su, del blog Webos Fritos, que además siempre tiene unas fotos maravillosas.
Los ingredientes para hacer estas pastillitas de goma son dos sobres de gelatina neutra, un sobre de gelatina de sabor, 200 ml. de agua, 300 gr. de azúcar blanco y un poco de aceite de girasol para pincelar los moldes. La preparación es de lo más sencillo: se ponen todos los ingredientes en un cazo al fuego, procurando que no hierva, y se remueve durante unos 10 minutos. Cuando esté listo se aparta del fuego, se deja reposar un minuto y se va vertiendo en los moldes.
Los moldes que yo usé son los típicos de silicona con formitas para hielo, pero podéis echar la mezcla también en un molde plano, con el grosor que queráis, y luego cortar las gominolas en cuadraditos o darle forma con cortadores de galletas pequeños. Es importante engrasar bien los moldes con aceite de girasol antes de verter la gelatina, porque sino luego será difícil desmoladarla.
Una vez preparados los moldes con la gelatina, yo los dejé un par de horas enfriando a temperatura ambiente y luego los metí en la nevera hasta el día siguiente. Deben enfriar durante un mínimo de 12 horas. Se desmoldan, se rebozan con azúcar blanco, y listas para consumir! Deben guardarse en un tupper hermético para que aguanten más tiempo frescas.
Estas gominolas permiten un montón de experimentos, como los de sustituir parte del agua por zumo de frutas, para hacer los dulces de diferentes sabores, usando sólo gelatina neutra. Las mías quedaron un poco más blandas de lo necesario porque usé sólo un sobre de cada tipo de gelatina (no tenía más...), pero aún así estaban buenísimas.
Los ingredientes para hacer estas pastillitas de goma son dos sobres de gelatina neutra, un sobre de gelatina de sabor, 200 ml. de agua, 300 gr. de azúcar blanco y un poco de aceite de girasol para pincelar los moldes. La preparación es de lo más sencillo: se ponen todos los ingredientes en un cazo al fuego, procurando que no hierva, y se remueve durante unos 10 minutos. Cuando esté listo se aparta del fuego, se deja reposar un minuto y se va vertiendo en los moldes.
Los moldes que yo usé son los típicos de silicona con formitas para hielo, pero podéis echar la mezcla también en un molde plano, con el grosor que queráis, y luego cortar las gominolas en cuadraditos o darle forma con cortadores de galletas pequeños. Es importante engrasar bien los moldes con aceite de girasol antes de verter la gelatina, porque sino luego será difícil desmoladarla.
Una vez preparados los moldes con la gelatina, yo los dejé un par de horas enfriando a temperatura ambiente y luego los metí en la nevera hasta el día siguiente. Deben enfriar durante un mínimo de 12 horas. Se desmoldan, se rebozan con azúcar blanco, y listas para consumir! Deben guardarse en un tupper hermético para que aguanten más tiempo frescas.
Estas gominolas permiten un montón de experimentos, como los de sustituir parte del agua por zumo de frutas, para hacer los dulces de diferentes sabores, usando sólo gelatina neutra. Las mías quedaron un poco más blandas de lo necesario porque usé sólo un sobre de cada tipo de gelatina (no tenía más...), pero aún así estaban buenísimas.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Judas Priest
Hace aproximadamente una década yo no tenía ni idea de quién era Judas Priest. Por entonces yo jugaba al trivial por IRC y las preguntas sobre sus canciones salían constantemente, enviadas por algún maquiavélico ser adorador del heavy-metal (lo mismo pensarían de mis preguntas de cine, pero bueno :P). El caso es que la curiosidad pudo conmigo y por fin descubrí que Judas Priest no era ningún cantante que llevara ese traidor nombre, sino un grupo británico de música durilla que había estado muy de moda a finales de los setenta y en los ochenta.
Desconozco la práctica totalidad de su música, pero este "Breaking the law" tiene un significado especial por varios motivos. Algunos de ellos son que es el centro de varias anécdotas relacionadas con GeekDraz, gracias a quien conocí también el divertidísimo vídeo de la canción. Además, este tema se nombra en "La flaqueza del bolchevique", de Lorenzo Silva, uno de mis libros favoritos y que reseñé aquí casi cuando comencé el blog, aunque en la película lo sustituyeron incomprensible e innecesariamente por otro de un grupo heavy español.
"Breaking the law", editada en 1980 dentro del exitoso disco "British steel", tiene una versión punk radical interpretada por Manolo Kabezabolo, que de tan salvaje suena hasta graciosa, que se titula "Véndemelo".
Esta semana nos ponemos cañeros en Lillusion con Judas Priest y "Breaking the law".
Desconozco la práctica totalidad de su música, pero este "Breaking the law" tiene un significado especial por varios motivos. Algunos de ellos son que es el centro de varias anécdotas relacionadas con GeekDraz, gracias a quien conocí también el divertidísimo vídeo de la canción. Además, este tema se nombra en "La flaqueza del bolchevique", de Lorenzo Silva, uno de mis libros favoritos y que reseñé aquí casi cuando comencé el blog, aunque en la película lo sustituyeron incomprensible e innecesariamente por otro de un grupo heavy español.
"Breaking the law", editada en 1980 dentro del exitoso disco "British steel", tiene una versión punk radical interpretada por Manolo Kabezabolo, que de tan salvaje suena hasta graciosa, que se titula "Véndemelo".
Esta semana nos ponemos cañeros en Lillusion con Judas Priest y "Breaking the law".
martes, 3 de noviembre de 2009
Al sur de la frontera, al oeste del sol
Sigo enganchada irremediablemente a la literatura de Haruki Murakami. Aunque “Al sur de la frontera, al oeste del sol” me ha parecido un poquito más soso que “Tokio Blues”, me ha gustado también muchísimo. Eso me ha llevado a confirmar que la forma de narrar de este escritor japonés tiene por ahora mis elecciones literarias totalmente controladas.
Debido a eso, he tenido que obligarme a leer otro estilo de libros durante unos días, para no correr el riesgo de cansarme de Murakami o acabar mezclando unas obras con otras por su similitud de detalles e ingredientes literarios.
*** Spoilers! ***
Hajime es un niño de 11 años, de clase media, que traba amistad con su nueva compañera de clase, Shimamoto. Ella, que cojea levemente debido a una enfermedad infantil, le ofrece música y compañía, gracias a lo que van fraguando una relación especial que se rompe abruptamente cuando él se cambia de colegio. En la adolescencia elige a otras chicas, vive experiencias nuevas con otras y, claro está, acaba acostándose con otras mujeres, pero sueña a menudo con Shimamoto y piensa en qué será de ella.
Convencido de que esos pensamientos no le harán ningún bien, decide olvidarla y construir un futuro normal al lado de Yukiko, la joven hija de un empresario que le ofrece estabilidad, una familia y una vida diferente a los años vacíos que había vivido hasta entonces. Todo parece ir bien hasta que, de pronto, un día reaparece Shimamoto.
La reentrada de Shimamoto en su vida hace que todo se tambalee. Vuelven los sentimientos primarios, los recuerdos de aquella infancia dulce y sosegada y las pasiones dormidas que con los años Hajime pensaba que habían desaparecido. Pero no, Shimamoto controla ahora su vida y la enigmática mujer, que se ha convertido en una adulta extraña e impredecible, pone en peligro todo lo que con tanto esfuerzo él había conseguido construir al margen de ella.
*** Fin de Spoilers! ***
“Al sur de la frontera, al oeste del sol” vuelve a tomar como referencia una canción para su título, en este caso el tema “South of the border” de Nat King Cole. Publicada en 1992, la novela continúa la línea sentimental de “Tokio Blues”, pero con una historia algo menos novedosa que su predecesora. Su protagonista es, de nuevo, un joven que analiza sus años de adolescencia, sus amores y finalmente su estabilidad como adulto. Yo creo que en todos estos libros se ven sin duda tintes autobiográficos del propio Murakami.
En general es un libro que me ha gustado mucho también, que se lee con soltura y ofrece muchas reflexiones sobre la vida y lo que hacemos de ella. Dentro de unos días continuaré con las obras de este autor, del que todavía faltan más de media docena por traducir al castellano.
Debido a eso, he tenido que obligarme a leer otro estilo de libros durante unos días, para no correr el riesgo de cansarme de Murakami o acabar mezclando unas obras con otras por su similitud de detalles e ingredientes literarios.
*** Spoilers! ***
Hajime es un niño de 11 años, de clase media, que traba amistad con su nueva compañera de clase, Shimamoto. Ella, que cojea levemente debido a una enfermedad infantil, le ofrece música y compañía, gracias a lo que van fraguando una relación especial que se rompe abruptamente cuando él se cambia de colegio. En la adolescencia elige a otras chicas, vive experiencias nuevas con otras y, claro está, acaba acostándose con otras mujeres, pero sueña a menudo con Shimamoto y piensa en qué será de ella.
Convencido de que esos pensamientos no le harán ningún bien, decide olvidarla y construir un futuro normal al lado de Yukiko, la joven hija de un empresario que le ofrece estabilidad, una familia y una vida diferente a los años vacíos que había vivido hasta entonces. Todo parece ir bien hasta que, de pronto, un día reaparece Shimamoto.
La reentrada de Shimamoto en su vida hace que todo se tambalee. Vuelven los sentimientos primarios, los recuerdos de aquella infancia dulce y sosegada y las pasiones dormidas que con los años Hajime pensaba que habían desaparecido. Pero no, Shimamoto controla ahora su vida y la enigmática mujer, que se ha convertido en una adulta extraña e impredecible, pone en peligro todo lo que con tanto esfuerzo él había conseguido construir al margen de ella.
*** Fin de Spoilers! ***
“Al sur de la frontera, al oeste del sol” vuelve a tomar como referencia una canción para su título, en este caso el tema “South of the border” de Nat King Cole. Publicada en 1992, la novela continúa la línea sentimental de “Tokio Blues”, pero con una historia algo menos novedosa que su predecesora. Su protagonista es, de nuevo, un joven que analiza sus años de adolescencia, sus amores y finalmente su estabilidad como adulto. Yo creo que en todos estos libros se ven sin duda tintes autobiográficos del propio Murakami.
En general es un libro que me ha gustado mucho también, que se lee con soltura y ofrece muchas reflexiones sobre la vida y lo que hacemos de ella. Dentro de unos días continuaré con las obras de este autor, del que todavía faltan más de media docena por traducir al castellano.