Mary and Max

Conocí esta película hace unas semanas a través del blog “La eternidad y el cine”, un interesante sitio donde su responsable publica críticas de películas y otros asuntos relacionados con el mundo del cine. “Mary and Max” es una cinta australiana de 2009, que se vio eclipsada en su momento por otras producciones animadas estrenadas el mismo año, como la ganadora del Oscar “Up” o la fantástica “Los mundos de Coraline”.

Sin embargo, la película tuvo una inmejorable acogida ganando en todos los festivales a los que se presentó, incluida una mención especial en la prestigiosa Berlinale.

*** Spoilers! ***

“Mary and Max” narra la amistad entre una niña australiana de ocho años, poco agraciada, sin amigos y desatendida por su familia, y un cuarentón neoyorkino solitario, obeso, maniático y raro, del que más adelante sabremos que sufre el síndrome de Asperger. Ambos comienzan a cartearse unidos por un lazo de inocencia a través del que comparten sus dudas, pensamientos, sensaciones y proyectos.

Incapaces de entablar relaciones más profundas y cercanas, los dos se refugian en su correspondencia, intercambiándose regalos que para otras personas no tendrían sentido y compartiendo su gusto por el chocolate y por su serie de televisión favorita. Y así pasan los años y su relación evoluciona hasta que la situación da un dramático giro inesperado.

*** Fin de Spoilers! ***

Técnicamente es un producto maravilloso, separando los dos mundos de Mary y Max a través de los cromatismos, otorgando tonos marrones al entorno de la niña y grises al del hombre. Está rodada íntegramente en plastilina con la técnica de stop-motion y con una delicadeza realmente digna de admiración. Es posible que las interpretaciones de unos simples muñecos de plastilina transmitan a veces más emociones que los actores de carne y hueso, como demuestra claramente “Mary and Max”.

Su director, Adam Elliot, ya había demostrado en 2003 su gran talento con el corto “Harvie Krumpet”, que ganó el Oscar y casi una veintena de premios más en otros festivales. Esa producción utilizaba el mismo método de animación y una temática incluso con ciertas similitudes a la que posteriormente se trataría en “Mary and Max”, puesto que su protagonista de entonces sufría el síndrome de Tourette.

En definitiva, una película deliciosa, con mucho humor negro sobre todo al principio, muy cruda en otros momentos, muy humana, sencilla y emotiva. Muy recomendable.