El caso es que me entraron unas ganas irrefrenables de las mías (como las de hacer pan, exactamente) de hacer amigurumi, que así es como se llama la técnica en cuestión. La palabra amigurumi proviene del japonés y significa más o menos literalmente peluche de punto relleno. Hay verdaderas obras de arte realizadas al estilo amigurumi. Yo busqué algunas referencias y decidí que mi primer peluche de ganchillo sería un osito que vi en la página Amigurumiando.
Mi primer paso fue, lógicamente, hacerme con los materiales necesarios para la labor. Salvo tijeras, aguja e hilo, me faltaba todo. Me fui a una mercería y compré agujas de ganchillo de varios números (por si acaso), un ovillo de lana, agujas de coser lana, ojos para peluches, relleno de guata y tejido de fieltrina para los hocicos y las orejas (alguien sabía que el fieltro está a 23 euros el metro? Me quedé alucinada XD). Armada y bastante peligrosa me pertreché con todo el material en mi casa y, aprovechando un resfriado de fin de semana me situé ante el ordenador dispuesta a visionar todos los tutoriales de amigurumi comprensibles a mi nulo nivel en costura.
Recordé los puntos básicos del ganchillo, puesto que ya de pequeña los había aprendido (gracias mami), como la cadeneta, el punto simple (crochet sencillo) los aumentos y las disminuciones y me armé con la aguja (también denominado gancho) y la lana. Deshice los cinco primeros intentos por “irregularidades” propias del principiante: me olvidaba de contar los puntos, hacía más dobles puntos de los necesarios, hacía el punto donde no era… Finalmente salió una primera porción ganchillada, que no se parecía en nada a la del ejemplo, pero que di por buena debido al cansancio; llevaba aproximadamente una hora para hacer un trocito de apenas 3 centímetros, os diré… :P
Poco a poco fui creando todas las partes necesarias para mi osito: cuerpo, cabeza, dos patas, dos bracitos y dos orejas. Tengo que reconocer que las extremidades acabé por inventármelas porque no era capaz de descifrar lo que indicaba el patrón, de ahí que quedaran todas diferentes. Las orejas también me las inventé y además las cosí mal, así que quedaron torcidísimas. La cabeza quedó casi del mismo tamaño que el cuerpo (no, no debía quedar así) y para colmo no sabía cuánto relleno debía ponerle y al final quedó todo muy flojo y amorfo. Así que decidí llamar a mi osito Morfi!
A pesar de todas las contrariedades, y de que también le cosí los ojos bizcos (qué pensabais, que eso lo iba a hacer bien? Ja!), quedó un osito muy mono de unos 8 centímetros de alto y del que estoy muy orgullosa. El tiempo total de trabajo fue de unas cuatro o cinco horas, y me han quedado ganas de hacer más amigurumis, así que temblad! :D