A pesar de que intento ver más cine español, sobre todo para criticar con conocimiento de causa, la mayoría de las veces no encuentro productos nacionales que merezcan la pena. La última cinta que he visto ha sido “La habitación de Fermat”, que prometía ser una película entretenida, inteligente y llena de suspense que lamentablemente se queda a medio camino en todo lo que pretende.
El argumento es interesante aunque nada novedoso: cuatro matemáticos son citados en una extraña reunión al estilo de “Un cadáver a los postres”, en la que deben solucionar una serie de acertijos de lógica e ingenio si quieren salvar sus vidas. Alguien intenta aplastarles en una habitación cerrada que no para de menguar y deben descubrir, apelando a sus conocimientos y situaciones anteriores, quién es el misterioso criminal y por qué ha reunido en ese macabro lugar a los cuatro desconocidos.
Parte de la historia me recuerda al libro que reseñé hace unos meses, “El tío Petros y la Conjetura de Goldbach”, en el que se supone que no se inspira la película aunque yo tengo mis dudas. Eso es, de hecho, la mejor idea de la película. Del resto, el planteamiento es muy correcto aunque por desgracia la narración está llena de absurdeces con aires de grandeza. La idea es buena a primera vista, pero el desarrollo se centra en típicos tópicos de las películas de misterio y vueltas de tuerca inverosímiles, que para mi gusto no ayudan a meterse en la historia. No hay empatía con los personajes ni con la situación en sí y, a pesar de que los protagonistas se esfuerzan, no consiguen transmitir la necesaria tensión que requeriría una cinta de esta magnitud.
Sobre el elenco actoral tengo que explayarme un poco… El casting es pésimo, sobre todo si hablamos de la horrible interpretación de Alejo Sauras (Raúl de “Los Serrano” forever, lo siento por él pero es así), la extraña y desagradable dicción (y presencia) del en otra época grande Federico Luppi, y la contención de Santi Millán, que a todas luces intenta huir también de su registro cómico televisivo y acaba convertido en un mero recitador de guiones. Creo firmemente que un grupo de desconocidos habría hecho un trabajo mucho más honesto, como en su día hizo Alejandro Amenábar con “Tesis”. Aunque también hay que decir que Luis Piedrahita y Rodrigo Sopeña, directores y co-guionistas de la película, han cometido muchos más errores de principiante en la dirección que el oscarizado Amenábar.
“La habitación de Fermat” aburre un poco, es previsible y floja en más aspectos de los que debería. En ningún momento se retrata con acierto la claustrofobia del cuarto menguante que se supone los oprime, se repiten planos que no dicen nada hasta la saciedad y hay obviedades que te hacen perder el interés continuamente. Y el final está metido con calzador, acorde con el resto del metraje. Vale para pasar el rato pero es francamente olvidable. Y es una pena, porque confiaba en encontrar en ella una película mucho más inquietante… Qué se le va a hacer.
Índice de Lillusion
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viernes, 30 de octubre de 2009
miércoles, 28 de octubre de 2009
Si yo fuera mujer
Hacía tiempo que quería poner esta canción, que periódicamente me asalta sin poder evitar cantar y bailar a su ritmo. Se trata de "Si yo fuera mujer", quizás el tema más conocido del cantautor español Patxi Andión. Es una canción muy ochentera, muy reivindicativa y muy del estilo liberal que vivió este país en aquella década.
Patxi Andión fue un artista muy polifacético que se tuvo que ir de España por culpa del régimen franquista y que vivió en París el revolucionario Mayo del 68. Aquello le sirvió para movilizar más aún sus inquietudes culturales y, a su vuelta a nuestro país, se dedicó a componer música compatibilizando con ello ocasionales papeles como actor y la carrera universitaria de Sociología. Sin encontrar un acomodo definitivo en ninguna disciplina, siempre mantuvo relación con el mundo de la música y fue considerado un gran compositor.
Fue la envidia de gran parte de los españolitos de a pie cuando en 1976 se casó con Amparo Muñoz, primera Miss Universo nacional y emblemática actriz del destape de la época. Su matrimonio apenas duró dos años pero Patxi se situó gracias a ello en primera plana del cotilleo social, algo que no le agradaba demasiado. Continuó con su trabajo musical y a finales de los ochenta participó en una de las series policíacas más recordadas de Televisión Española, "Brigada Central".
"Si yo fuera mujer", incluida en el disco "El balcón abierto", de 1986, es una loa a la liberación femenina y una crítica a los hombres estilo playboy, a la rigidez machista de la España de aquel momento, que se abría puertas ya hacia una nueva concepción social. En esta actuación televisiva podéis ver a Patxi Andión interpretándola en riguroso play-back, como todas las actuaciones por entonces.
Patxi Andión fue un artista muy polifacético que se tuvo que ir de España por culpa del régimen franquista y que vivió en París el revolucionario Mayo del 68. Aquello le sirvió para movilizar más aún sus inquietudes culturales y, a su vuelta a nuestro país, se dedicó a componer música compatibilizando con ello ocasionales papeles como actor y la carrera universitaria de Sociología. Sin encontrar un acomodo definitivo en ninguna disciplina, siempre mantuvo relación con el mundo de la música y fue considerado un gran compositor.
Fue la envidia de gran parte de los españolitos de a pie cuando en 1976 se casó con Amparo Muñoz, primera Miss Universo nacional y emblemática actriz del destape de la época. Su matrimonio apenas duró dos años pero Patxi se situó gracias a ello en primera plana del cotilleo social, algo que no le agradaba demasiado. Continuó con su trabajo musical y a finales de los ochenta participó en una de las series policíacas más recordadas de Televisión Española, "Brigada Central".
"Si yo fuera mujer", incluida en el disco "El balcón abierto", de 1986, es una loa a la liberación femenina y una crítica a los hombres estilo playboy, a la rigidez machista de la España de aquel momento, que se abría puertas ya hacia una nueva concepción social. En esta actuación televisiva podéis ver a Patxi Andión interpretándola en riguroso play-back, como todas las actuaciones por entonces.
martes, 27 de octubre de 2009
El cortador de cañas
Aunque me ha dado últimamente una especie de obsesión por la literatura japonesa, he descubierto ya que hay de todo y no todo es igual de bueno. Hay una serie de características que comparten esas obras orientales, pero dependiendo de la época y las influencias el resultado cambia radicalmente. Hecha esta primera consideración, la semana pasada cogí en la biblioteca un libro que me llamó la atención por su brevedad, siendo sincera. Se trata de “El cortador de cañas”, de Junichirô Tanizaki.
Esta novela corta fue escrita en 1932 y su comienzo es muy poco prometedor para mi gusto. Las primeras páginas parecen un compendio histórico y geográfico del Japón de principios del s.XX, donde se nombran ciudades, ríos, montañas y se citan continuamente poemas y autores de distintas épocas. La lectura es bastante engorrosa y dificulta encontrar el sentido a la historia. Sin embargo, a partir de la página 35 ó 40, la narración cambia de derrotero y comienza a ser interesante.
*** Spoilers! ***
Nuestro protagonista narra que, durante una noche de luna llena, se detiene a la orilla de un río a contemplar el cielo, mientras espera el ferry para cruzar al otro lado. Allí coincide con un desconocido agazapado entre las cañas de la ribera, que le cuenta una historia vivida por su padre, que éste le contó cuando él aún era un niño. El extraño narra cómo su progenitor, por entonces un apuesto soltero, se había quedado prendado de la belleza de una joven viuda, a la que no le estaba permitido volver a casarse debido a su viudez y a ser madre de un niño pequeño. A pesar del nulo futuro de esa relación, el hombre decide visitar regularmente a la viuda, acompañado de diversos familiares, surgiendo poco a poco entre ellos cierto cariño imposible de cristalizar en matrimonio.
Incapaz de tomar a ninguna otra esposa, decide casarse con la hermana de esa hermosa mujer, quien se ofrece para la unión tras percatarse del amor que el hombre siente por su hermana mayor. La joven acepta sin dudar su papel de esposa aún a sabiendas de que él no la ama a ella, puesto que el amor que ella profesa a su hermana es también superior al que siente por ella misma. Y así transcurren los años.
Pero la gente comienza a murmurar y la Dama Oyû, que así se hace llamar la viuda, se ve obligada a casarse de nuevo con otro hombre tras el trágico fallecimiento de su hijo. En una sociedad donde la pérdida del honor supone la más importante de las desgracias, acallar los rumores que se levantan acerca de la relación con su cuñado termina por primar sobre cualquier otra posibilidad. Muerta definitivamente toda esperanza de continuar viendo a la señorita Oyû, el hombre decide consumar finalmente su matrimonio con la hermana pequeña. De esa relación nacerá el niño que ahora es un hombre maduro y se encuentra contándole al protagonista esta historia al borde de un río, entre las cañas.
*** Fin de Spoilers! ***
Aunque las últimas páginas son realmente bonitas, es una pena que la primera mitad del libro se recree demasiado en datos geográficos y paisajísticos, sin adelantar nada de la historia que acontecerá luego. Además, es que esa parte de la novela no aporta absolutamente nada. El exceso de notas al margen, como ya he comentado en anteriores ocasiones en referencia a otros libros, me disgusta también sobremanera.
Supongo que merece la pena pasarse la primera treintena de páginas sufriendo un poco, para alcanzar después la hermosa historia que cuenta el desconocido, llena de valores tradicionales japoneses y profundos sentimientos. Una pena que no sea una novela “redonda” aunque, por su brevedad, tampoco supone una pérdida de tiempo leerla completa.
Esta novela corta fue escrita en 1932 y su comienzo es muy poco prometedor para mi gusto. Las primeras páginas parecen un compendio histórico y geográfico del Japón de principios del s.XX, donde se nombran ciudades, ríos, montañas y se citan continuamente poemas y autores de distintas épocas. La lectura es bastante engorrosa y dificulta encontrar el sentido a la historia. Sin embargo, a partir de la página 35 ó 40, la narración cambia de derrotero y comienza a ser interesante.
*** Spoilers! ***
Nuestro protagonista narra que, durante una noche de luna llena, se detiene a la orilla de un río a contemplar el cielo, mientras espera el ferry para cruzar al otro lado. Allí coincide con un desconocido agazapado entre las cañas de la ribera, que le cuenta una historia vivida por su padre, que éste le contó cuando él aún era un niño. El extraño narra cómo su progenitor, por entonces un apuesto soltero, se había quedado prendado de la belleza de una joven viuda, a la que no le estaba permitido volver a casarse debido a su viudez y a ser madre de un niño pequeño. A pesar del nulo futuro de esa relación, el hombre decide visitar regularmente a la viuda, acompañado de diversos familiares, surgiendo poco a poco entre ellos cierto cariño imposible de cristalizar en matrimonio.
Incapaz de tomar a ninguna otra esposa, decide casarse con la hermana de esa hermosa mujer, quien se ofrece para la unión tras percatarse del amor que el hombre siente por su hermana mayor. La joven acepta sin dudar su papel de esposa aún a sabiendas de que él no la ama a ella, puesto que el amor que ella profesa a su hermana es también superior al que siente por ella misma. Y así transcurren los años.
Pero la gente comienza a murmurar y la Dama Oyû, que así se hace llamar la viuda, se ve obligada a casarse de nuevo con otro hombre tras el trágico fallecimiento de su hijo. En una sociedad donde la pérdida del honor supone la más importante de las desgracias, acallar los rumores que se levantan acerca de la relación con su cuñado termina por primar sobre cualquier otra posibilidad. Muerta definitivamente toda esperanza de continuar viendo a la señorita Oyû, el hombre decide consumar finalmente su matrimonio con la hermana pequeña. De esa relación nacerá el niño que ahora es un hombre maduro y se encuentra contándole al protagonista esta historia al borde de un río, entre las cañas.
*** Fin de Spoilers! ***
Aunque las últimas páginas son realmente bonitas, es una pena que la primera mitad del libro se recree demasiado en datos geográficos y paisajísticos, sin adelantar nada de la historia que acontecerá luego. Además, es que esa parte de la novela no aporta absolutamente nada. El exceso de notas al margen, como ya he comentado en anteriores ocasiones en referencia a otros libros, me disgusta también sobremanera.
Supongo que merece la pena pasarse la primera treintena de páginas sufriendo un poco, para alcanzar después la hermosa historia que cuenta el desconocido, llena de valores tradicionales japoneses y profundos sentimientos. Una pena que no sea una novela “redonda” aunque, por su brevedad, tampoco supone una pérdida de tiempo leerla completa.
sábado, 24 de octubre de 2009
Día de la Biblioteca
Hoy 24 de octubre se celebra el Día Internacional de las Bibliotecas, esos lugares extraños y llenos de libros a los que muchas personas son alérgicas por su silencio y alta concentración de sabiduría. Por suerte, a la mayoría de mis lectores sé que les encantará celebrar este día y tendrán maravillosos recuerdos de la infancia, cuando empezaban a desarrollar sus hábitos de lectura y su principal fuente de libros eran las bibliotecas públicas.
Cuando yo tenía 10 años vivía en un pueblo muy pequeño, donde ni siquiera había biblioteca municipal. La mayoría de los libros que leía por entonces (colecciones del estilo de Enid Blyton con "Los Cinco", "Los Hollister" o "Los gemelos") los cogía en la biblioteca del colegio, a razón de dos o tres por semana. Con los años, cada vez que me trasladaba a una ciudad nueva lo primero que hacía era localizar la biblioteca pública, hacerme el carnet de préstamo y seguir leyendo. He tenido temporadas de leer mucho, poco e incluso nada, pero siempre he retomado con ganas mi pasión por los libros y por vivir las historias que me cuentan.
Ahora mismo casi todas las obras que leo provienen de la Biblioteca del TEA, un moderno ejercicio arquitectónico que alberga una parte importante de la oferta literaria de esta ciudad y que sin embargo en su página ni siquiera tiene actualizada la información sobre la biblioteca, después de casi un año desde su apertura. Al menos el préstamo funciona bien y el centro tiene un horario muy cómodo para visitas y consultas.
Pero la del TEA no es, ni de lejos, una de las bibliotecas más bonitas del mundo. Un artículo que encontré curioseando por la red muestra una pequeña selección de las bibliotecas más hermosas, entre las que hay verdaderas obras de arte. Posiblemente pudiera estar también en esa lista uno de los centros de cultura más conocidos de la antigüedad, la desaparecida Biblioteca de Alejandría, a la que hace referencia la fantástica película de Alejandro Amenábar, "Ágora".
Feliz Día de la Biblioteca!
*** La imagen que ilustra este post, pertenece al artista holandés Job Koelewijn y lleva el título de "The Infinite Bookcase" o "la biblioteca infinita". Lo que daríamos algunos por tener una biblioteca así, no? :)
Cuando yo tenía 10 años vivía en un pueblo muy pequeño, donde ni siquiera había biblioteca municipal. La mayoría de los libros que leía por entonces (colecciones del estilo de Enid Blyton con "Los Cinco", "Los Hollister" o "Los gemelos") los cogía en la biblioteca del colegio, a razón de dos o tres por semana. Con los años, cada vez que me trasladaba a una ciudad nueva lo primero que hacía era localizar la biblioteca pública, hacerme el carnet de préstamo y seguir leyendo. He tenido temporadas de leer mucho, poco e incluso nada, pero siempre he retomado con ganas mi pasión por los libros y por vivir las historias que me cuentan.
Ahora mismo casi todas las obras que leo provienen de la Biblioteca del TEA, un moderno ejercicio arquitectónico que alberga una parte importante de la oferta literaria de esta ciudad y que sin embargo en su página ni siquiera tiene actualizada la información sobre la biblioteca, después de casi un año desde su apertura. Al menos el préstamo funciona bien y el centro tiene un horario muy cómodo para visitas y consultas.
Pero la del TEA no es, ni de lejos, una de las bibliotecas más bonitas del mundo. Un artículo que encontré curioseando por la red muestra una pequeña selección de las bibliotecas más hermosas, entre las que hay verdaderas obras de arte. Posiblemente pudiera estar también en esa lista uno de los centros de cultura más conocidos de la antigüedad, la desaparecida Biblioteca de Alejandría, a la que hace referencia la fantástica película de Alejandro Amenábar, "Ágora".
Feliz Día de la Biblioteca!
*** La imagen que ilustra este post, pertenece al artista holandés Job Koelewijn y lleva el título de "The Infinite Bookcase" o "la biblioteca infinita". Lo que daríamos algunos por tener una biblioteca así, no? :)
viernes, 23 de octubre de 2009
El síndrome de Munchausen
Acaba de estrenarse en nuestro país la nueva ida de bola (perdón… la nueva película) de Terry Gilliam, “El imaginario del doctor Parnassus”. Aunque parece que las críticas son por ahora favorables, Gilliam suele ser un director bastante incomprendido en su manera de hacer cine. Su nueva obra me ha hecho recordar a “Las aventuras del Barón Munchausen”, una película suya de 1988 que tiene bastantes similitudes con esta última realización y que se enmarca también dentro del cine fantástico y de aventuras.
Pero no quería hablar de la película en sí, sino de una enfermedad que desconocía hasta hace poco y que la película me ha hecho recordar. Se trata del Síndrome de Munchausen, que como su propio nombre indica debe su denominación a este famoso barón alemán que vivió en el s.XVIII y se inventaba historias fantásticas sobre sus viajes. A veces escrito como Münchhausen, del original alemán, esta enfermedad psiquiátrica consiste en fingir otras enfermedades o incluso provocarlas mediante la ingesta de medicamentos, con el objetivo de llamar la atención.
El término de Munchausen aplicado a esta enfermedad fue usado por primera vez en 1951 para hacer referencia a varios adultos que se inventaban síntomas y dolencias para ser tratados y recibir atención constante del personal médico. Al no saber qué era lo que tenían, los afectados eran incluidos en el grupo de “enfermedades raras”, con la consiguiente notoriedad que ello conllevaba. Más allá de la pura hipocondría, los enfermos de Munchausen son capaces de alterar el resultado de sus pruebas, cambiar las muestras por las de otros pacientes o provocarse ellos mismos lesiones de consideración con el único objetivo de ser tratados como enfermos.
Quizás la variedad más conocida de este mal es la que se denomina Síndrome de Munchausen por poderes, en la que una madre o responsable adulto está al cuidado de un menor que siempre está enfermo. Los síntomas del niño no suelen encajar en los de ninguna enfermedad conocida y muchas veces aparecen sustancias químicas extrañas o inapropiadas en los análisis. El pediatra británico Roy Meadow fue el primero en identificar estos síntomas en 1977 en el caso de dos mujeres, una que había envenenado a su hijo con enormes cantidades de sal y otra que había añadido su propia sangre a la muestra de orina de su bebé.
En todas estas situaciones las madres (más del 90% de los afectados por este mal son mujeres) pueden envenenar a sus hijos o alterar sus pruebas, pero se muestran siempre preocupadas, dispuestas a que los médicos les realicen todos los exámenes necesarios a los niños y a dedicar todo su tiempo a atenderlos y cuidarlos. Esta actitud dificulta el diagnóstico del Munchausen por poderes, del que no se sabe cuántas personas pueden sufrirlo en el mundo. En algunos hospitales se ha llegado incluso a instalar cámaras en las habitaciones de los casos sospechosos para poder diagnosticar este síndrome con efectividad, ya que muchos especialistas son escépticos a la hora de reconocer este trastorno. Los niños corren serio peligro si sus progenitores sufren esta enfermedad mental, que está considerada además como una forma grave de maltrato infantil.
Si os interesa el tema, podéis visitar los enlaces de la entrada a los artículos de la Wikipedia.
Pero no quería hablar de la película en sí, sino de una enfermedad que desconocía hasta hace poco y que la película me ha hecho recordar. Se trata del Síndrome de Munchausen, que como su propio nombre indica debe su denominación a este famoso barón alemán que vivió en el s.XVIII y se inventaba historias fantásticas sobre sus viajes. A veces escrito como Münchhausen, del original alemán, esta enfermedad psiquiátrica consiste en fingir otras enfermedades o incluso provocarlas mediante la ingesta de medicamentos, con el objetivo de llamar la atención.
El término de Munchausen aplicado a esta enfermedad fue usado por primera vez en 1951 para hacer referencia a varios adultos que se inventaban síntomas y dolencias para ser tratados y recibir atención constante del personal médico. Al no saber qué era lo que tenían, los afectados eran incluidos en el grupo de “enfermedades raras”, con la consiguiente notoriedad que ello conllevaba. Más allá de la pura hipocondría, los enfermos de Munchausen son capaces de alterar el resultado de sus pruebas, cambiar las muestras por las de otros pacientes o provocarse ellos mismos lesiones de consideración con el único objetivo de ser tratados como enfermos.
Quizás la variedad más conocida de este mal es la que se denomina Síndrome de Munchausen por poderes, en la que una madre o responsable adulto está al cuidado de un menor que siempre está enfermo. Los síntomas del niño no suelen encajar en los de ninguna enfermedad conocida y muchas veces aparecen sustancias químicas extrañas o inapropiadas en los análisis. El pediatra británico Roy Meadow fue el primero en identificar estos síntomas en 1977 en el caso de dos mujeres, una que había envenenado a su hijo con enormes cantidades de sal y otra que había añadido su propia sangre a la muestra de orina de su bebé.
En todas estas situaciones las madres (más del 90% de los afectados por este mal son mujeres) pueden envenenar a sus hijos o alterar sus pruebas, pero se muestran siempre preocupadas, dispuestas a que los médicos les realicen todos los exámenes necesarios a los niños y a dedicar todo su tiempo a atenderlos y cuidarlos. Esta actitud dificulta el diagnóstico del Munchausen por poderes, del que no se sabe cuántas personas pueden sufrirlo en el mundo. En algunos hospitales se ha llegado incluso a instalar cámaras en las habitaciones de los casos sospechosos para poder diagnosticar este síndrome con efectividad, ya que muchos especialistas son escépticos a la hora de reconocer este trastorno. Los niños corren serio peligro si sus progenitores sufren esta enfermedad mental, que está considerada además como una forma grave de maltrato infantil.
Si os interesa el tema, podéis visitar los enlaces de la entrada a los artículos de la Wikipedia.
miércoles, 21 de octubre de 2009
The Cardigans
Creo que sólo conozco dos o tres canciones de este veterano grupo sueco, pero son de mis temas favoritos. Debido a eso, no descarto que si escucho más cosas suyas me gusten igualmente. "The Cardigans" lo formó en 1992 un grupo de amigos, con aires de pop indie, y enseguida se abrieron camino fuera de su país de origen. El gran salto lo dieron en 1996, tras la inclusión de su single "Lovefool" en la película "Romeo + Julieta", la revisión shakesperiana de Baz Luhrmann.
En 1998 editaron su álbum "Gran turismo", un homenaje al conocido videojuego del que se extrajo como tema de presentación "My favourite game", una canción que me encanta y para la que grabaron un controvertido videoclip. En él, la cantante del grupo, Nina Persson, conduce un maltrecho descapotable en dirección contraria por una carretera del desierto, tras colocar una piedra sobre el acelerador, arrasando con todo lo que encuentra a su paso. El vídeo tiene cuatro finales alternativos, en los que la vocalista salta por los aires tras estrellarse. Las críticas a la violencia del vídeo hicieron que se rodara una versión "light" en la que Nina simplemente conduce mientras canta, sin verse nada más. En el link de arriba podéis ver la versión original del vídeo con los cuatro finales diferentes que se rodaron.
Aunque sólo tienen seis discos en el mercado, el último publicado en 2004, tras 17 años de trayectoria The Cardigans continúa en activo y es considerada una banda muy prestigiosa.
Esta semana suena "My favourite game", de The Cardigans.
En 1998 editaron su álbum "Gran turismo", un homenaje al conocido videojuego del que se extrajo como tema de presentación "My favourite game", una canción que me encanta y para la que grabaron un controvertido videoclip. En él, la cantante del grupo, Nina Persson, conduce un maltrecho descapotable en dirección contraria por una carretera del desierto, tras colocar una piedra sobre el acelerador, arrasando con todo lo que encuentra a su paso. El vídeo tiene cuatro finales alternativos, en los que la vocalista salta por los aires tras estrellarse. Las críticas a la violencia del vídeo hicieron que se rodara una versión "light" en la que Nina simplemente conduce mientras canta, sin verse nada más. En el link de arriba podéis ver la versión original del vídeo con los cuatro finales diferentes que se rodaron.
Aunque sólo tienen seis discos en el mercado, el último publicado en 2004, tras 17 años de trayectoria The Cardigans continúa en activo y es considerada una banda muy prestigiosa.
Esta semana suena "My favourite game", de The Cardigans.
And I'm losing my favourite game
You're losing your mind again
I'm losing my baby
Losing my favourite game.
martes, 20 de octubre de 2009
Ágora
No entiendo muy bien las agresivas críticas que está recibiendo la última película de Alejandro Amenábar, “Ágora”, una incursión histórica en la ciudad de Alejandría y los estudios sobre astronomía de la conocida filósofa de la época, Hipatia. A mí me ha parecido una película muy hermosa, bien documentada y con un importante trabajo de recreación. Por descontado, la interpretación de Rachel Weisz es realmente fascinante.
Del argumento hay poco que desvelar, puesto que casi todo el mundo conoce los trágicos sucesos que supusieron la destrucción de la gran Biblioteca de Alejandría, cuna del saber pagano. La nueva religión cristiana se imponía por entonces a los cultos politeístas dominantes, prohibiendo con su irrupción el avance de la ciencia y limitando el conocimiento a la palabra de Dios. Hipatia, una mujer fuerte que vive al margen de lo que la sociedad espera de una señora de su clase, se niega a abandonar sus investigaciones científicas, abocando así su propia existencia a un final dramático.
Aparece ante el espectador una época de total coexistencia de razas, puesto que conviven europeos y africanos sin ningún tipo de problema, pero con el clasismo social que diferencia esclavos de libres y, sobre todo, la distancia que marca el hecho de ser cristiano, pagano o judío. El cristianismo arrasa con todas las demás creencias, sin ser por ello la película ningún tipo de alegato contra la religión, como se ha dicho, sino solamente una revisión de la historia y de los despropósitos que puede causar el fanatismo de cualquier índole.
Los convulsos años de la decadencia del Imperio Romano y la entrada en la oscuridad de la Edad Media, marcan la desilusión de los librepensadores, que son tachados de herejes y pronto se verán aniquilados acusados de negar a Dios con sus brujerías. El largometraje capta a la perfección, desde mi punto de vista, todos estos hechos cruciales, sin olvidar en ningún momento que la pasión de Hipatia es su trabajo, la astronomía, el verdadero amor de su vida al que se entrega con desvelo.
A este respecto, he leído que los estudios y las productoras de la película pretendían imponer a Amenábar una relación amorosa de Hipatia con alguno de sus pretendientes. Según los datos históricos, Hipatia mantenía una vida totalmente ascética y posiblemente no se llegó a casar nunca, por lo que hubiera sido ridículo cambiar sus preferencias en la película solamente por una cuestión morbosa y comercial. La tensión entre ella y sus más directos admiradores, su esclavo Davo (Max Minghella) y su discípulo Orestes (Oscar Isaac), está descrita de un modo totalmente coherente con el carácter que se le supone a la filósofa, y no según los cánones “made in Hollywood”, algo que agradezco de veras (y sé que no soy la única!).
Dicen que “Ágora” no llegará a recuperar los 50 millones de euros que se invirtieron para realizarla, pero por lo de pronto ya se ha convertido en la película más taquillera del año en España, con más de 7 millones de euros recaudados en su primera semana de exhibición. Hay mucha gente que opina que es como ver un documental, pero está claro que si no te gusta el cine histórico, o esperas una obra liviana para pasar el rato, no debes elegir esta película. Aunque al principio cuesta un poco meterse en la historia, porque son muchos los temas que aborda, a mí consiguió engancharme y emocionarme.
“Ágora” es una aventura personal sobre el saber y la defensa de las ideas, es un espectáculo visual pocas veces visto en el cine patrio y una película, en definitiva, que vale para mí los seis euros que pagué por verla. También he de decir que hasta ahora Alejandro Amenábar nunca me ha decepcionado y me parece uno de los directores españoles más serios e inteligentes.
sábado, 17 de octubre de 2009
Tokio Blues (Norwegian Wood)
No había leído nada del conocido escritor japonés Haruki Murakami y, francamente, tenía ya muchísima curiosidad. De hecho, mi acercamiento a la literatura oriental es más bien reciente y muy limitado, por lo que hace unos días decidí coger prestado en la biblioteca “Tokio Blues” (en el original “Norwegian Wood”), una de las novelas más aclamadas de Murakami. Y la verdad es que me ha encantado.
*** Spoilers ***
Toru Watanabe recuerda su juventud en Tokio durante sus primeros años de universidad, etapa marcada por el suicidio de su mejor amigo del instituto unos meses atrás y la extraña relación que entabla con la antigua novia de éste, Naoko. La chica sufre un fuerte desequilibrio desde la muerte de su novio y termina internada en un centro psiquiátrico en el campo, donde intentan que se recupere mediante la vida sana y la tranquilidad.
Mientras, Watanabe conoce en la universidad a Midori, una chica llena de vida y que sin embargo se ha visto sacudida también por la muerte de sus padres, tras largas y penosas enfermedades. Midori es muy espontánea y le ofrece al joven nipón lo que Naoko no puede darle: compañía, conversación, cariño y ese trocito de amor que Watanabe busca incansablemente sin encontrar. Él se debate entre la fidelidad a Naoko, con la que le espera un futuro incierto y señalado por la tragedia pero a la que le une un lazo invisible que no es capaz de cortar, y los sentimientos que ya afloran por Midori. Pero más allá de un pequeño trío amoroso, “Tokio Blues” supone un paseo por la vida y la muerte, el sexo y la abstinencia, el amor y la amargura.
*** Fin de Spoilers! ***
La novela habla sobre todo de sentimientos, de vivencias que obligan a dar un paso hacia la madurez, de la familia, de la muerte como parte de la vida y de cómo todo eso se entremezcla. Los tristemente conocidos suicidios en jóvenes japoneses, segundo país con más índice de este tipo de muertes tras Rusia, cobran en estas páginas una trágica importancia. La época en la que se desarrollan los hechos del libro, los últimos sesenta, supone también un cambio en la sociedad de muchos países, incluido el rígido modo de vida nipón.
El modo de narrar de Haruki Murakami está muy influenciado por la literatura occidental, aunque mantiene algunas de las costumbres tradicionales japonesas en sus protagonistas. Se observa un interés especial del autor por la música clásica europea y también por los nuevos ritmos americanos que sus personajes escuchan con deleite. El título original anglosajón de la novela, “Norwegian Wood”, corresponde, de hecho, a un famoso tema de los Beatles.
"Tokio Blues", escrita en 1987 pero publicada mucho más tarde en España, es una novela maravillosa, con mucha sensibilidad y que aúna a la perfección momentos de absoluta relajación paisajística con párrafos repletos de intranquilidad y sufrimiento. Muy recomendable para casi cualquier tipo de lector. El director vietnamita Anh Hung Tran está rodando también la versión cinematográfica del libro, que se estrenará el año que viene.
(...) Las cosas fluyen hacia donde tienen que fluir, y por más que te esfuerces e intentes hacerlo lo mejor posible, cuando llega el momento de herir a alguien lo hieres. La vida es así.
*** Spoilers ***
Toru Watanabe recuerda su juventud en Tokio durante sus primeros años de universidad, etapa marcada por el suicidio de su mejor amigo del instituto unos meses atrás y la extraña relación que entabla con la antigua novia de éste, Naoko. La chica sufre un fuerte desequilibrio desde la muerte de su novio y termina internada en un centro psiquiátrico en el campo, donde intentan que se recupere mediante la vida sana y la tranquilidad.
Mientras, Watanabe conoce en la universidad a Midori, una chica llena de vida y que sin embargo se ha visto sacudida también por la muerte de sus padres, tras largas y penosas enfermedades. Midori es muy espontánea y le ofrece al joven nipón lo que Naoko no puede darle: compañía, conversación, cariño y ese trocito de amor que Watanabe busca incansablemente sin encontrar. Él se debate entre la fidelidad a Naoko, con la que le espera un futuro incierto y señalado por la tragedia pero a la que le une un lazo invisible que no es capaz de cortar, y los sentimientos que ya afloran por Midori. Pero más allá de un pequeño trío amoroso, “Tokio Blues” supone un paseo por la vida y la muerte, el sexo y la abstinencia, el amor y la amargura.
*** Fin de Spoilers! ***
La novela habla sobre todo de sentimientos, de vivencias que obligan a dar un paso hacia la madurez, de la familia, de la muerte como parte de la vida y de cómo todo eso se entremezcla. Los tristemente conocidos suicidios en jóvenes japoneses, segundo país con más índice de este tipo de muertes tras Rusia, cobran en estas páginas una trágica importancia. La época en la que se desarrollan los hechos del libro, los últimos sesenta, supone también un cambio en la sociedad de muchos países, incluido el rígido modo de vida nipón.
El modo de narrar de Haruki Murakami está muy influenciado por la literatura occidental, aunque mantiene algunas de las costumbres tradicionales japonesas en sus protagonistas. Se observa un interés especial del autor por la música clásica europea y también por los nuevos ritmos americanos que sus personajes escuchan con deleite. El título original anglosajón de la novela, “Norwegian Wood”, corresponde, de hecho, a un famoso tema de los Beatles.
"Tokio Blues", escrita en 1987 pero publicada mucho más tarde en España, es una novela maravillosa, con mucha sensibilidad y que aúna a la perfección momentos de absoluta relajación paisajística con párrafos repletos de intranquilidad y sufrimiento. Muy recomendable para casi cualquier tipo de lector. El director vietnamita Anh Hung Tran está rodando también la versión cinematográfica del libro, que se estrenará el año que viene.
(...) Las cosas fluyen hacia donde tienen que fluir, y por más que te esfuerces e intentes hacerlo lo mejor posible, cuando llega el momento de herir a alguien lo hieres. La vida es así.
jueves, 15 de octubre de 2009
El graduado
Voy remendando esos pequeños agujeros que tengo en referencia al cine clásico de los sesenta y setenta. Intento ver al menos las películas más conocidas y valoradas de esa época, aunque ahora, treinta e incluso cuarenta años después no todas conservan las propiedades que les dieron fama por entonces. “El graduado” es uno de esos clásicos de finales de los sesenta que revolucionó las salas de cine del momento por su irreverencia, aunque vista hoy no deja de ser una peliculita rara, con unos cuantos detalles interesantes pero que escandaliza más bien poco.
He de decir, antes de nada, que el protagonista principal de la cinta, Dustin Hoffman, no es santo de mi devoción. Aunque reconozco que sí ha tenido muy buenos trabajos a lo largo de su carrera (creo que el mejor, sin duda, “Rain Man”), su presencia en una película no es en absoluto un reclamo para mí.
*** Spoilers! ***
Ben es un joven recién graduado al que todos auguran un futuro prometedor en la universidad. El caso es que él no tiene tan claro lo que quiere hacer con su vida y siente que sus padres son los que controlan el rumbo de su existencia. Una noche, una amiga de la familia, casada, alcohólica y cuarentona (Anne Bancroft), se le insinúa descaradamente, seduciéndolo hasta hacerle caer en sus redes. Se inicia ahí una aventura con el único nexo de una mutua compañía sexual, que a la señora Robinson la saca del hastío matrimonial que vive desde hace años, y que al tímido Ben le abre las puertas al desconocido mundo del sexo compartido.
Transcurren de ese modo las semanas, sin conversaciones, sin preguntas, con encuentros furtivos en un hotel con nombres falsos y noches llenas de sexo y vacías de emoción. Hasta que un día, obligado por sus padres (que ignoran las andanzas de su vástago), Ben accede a tener una cita con la hija de los Robinson, Elaine (Katharine Ross), con la que descubre una afinidad desconocida hasta entonces en las citas con la madre. Pero ésta no está dispuesta a perder las noches de pasión con el joven graduado y amenaza con impedir a cualquier precio su relación con Elaine.
Ben persigue y acosa a Elaine, que lo rechaza tras enterarse de los devaneos del joven pretendiente con su madre. Dispuesta incluso a casarse con otro, la chica se da cuenta in extremis de quién es su verdadero amor, que dicho sea de paso irrumpe en la iglesia durante la boda ocasionando un revuelo digno de cualquier guión de Tarantino, en una de las mejores escenas de la película para mi gusto.
*** Fin de Spoilers! ***
No voy a ser demasiado crítica por lo que representó “El graduado” en su momento, pero he de decir que la película me parece bastante aburrida y muy irregular. La presencia de Dustin Hoffman, insisto, no ayuda en nada a que me crea a un joven turbado por la adulta amiga de la familia. De hecho, se trata de un actor que para mí nunca ha sido joven, por lo que este papel en mi opinión no le pega nada, menos aún teniendo en cuenta que tenía treinta años cuando rodó la película pero interpretaba a uno de veinte (eso también pasaba en “Sensación de vivir” y me lo creía tan ricamente, pero aquí me cuesta más), y lo peor era que Anne Bancroft sólo le llevaba cinco años en la realidad…
El caso es que la película tiene para mí bastantes altibajos. La música de Simon & Garfunkel salva en gran parte el metraje, que tiene muchos puntos vacíos que pretenden darle una profundidad que no acaba de calar. Suenan, entre otros, “The sound of silence” y “Mrs. Robinson”, temas a los que dediqué ayer la entrada de este blog. Por lo demás, tiene algunos juegos de cámara novedosos y algún detalle de genialidad que, sin embargo, no la sitúan entre mis obras cinematográficas preferidas.
Gracias a esta película Dustin Hoffman, que venía de hacer unos cuantos papeles menores en televisión, se convirtió en un actor imprescindible (a pesar de su rictus inamovible, que se podría bautizar como “cara de pánfilo”) y en 1969 estrenaría otro de sus grandes éxitos de la década, “Cowboy de medianoche”. Por su parte, el realizador Mike Nichols se consagró con “El graduado”, que le valió un Oscar a la mejor Dirección, después de haber dirigido ya en 1966 otra joya, “¿Quién teme a Virginia Woolf?”. De todos modos, tampoco es un director que me llame especialmente la atención, y eso que he visto muchas de sus películas. Por aquí creo que la única suya que he comentado ha sido “Closer”, que sí me resultó bastante interesante.
He de decir, antes de nada, que el protagonista principal de la cinta, Dustin Hoffman, no es santo de mi devoción. Aunque reconozco que sí ha tenido muy buenos trabajos a lo largo de su carrera (creo que el mejor, sin duda, “Rain Man”), su presencia en una película no es en absoluto un reclamo para mí.
*** Spoilers! ***
Ben es un joven recién graduado al que todos auguran un futuro prometedor en la universidad. El caso es que él no tiene tan claro lo que quiere hacer con su vida y siente que sus padres son los que controlan el rumbo de su existencia. Una noche, una amiga de la familia, casada, alcohólica y cuarentona (Anne Bancroft), se le insinúa descaradamente, seduciéndolo hasta hacerle caer en sus redes. Se inicia ahí una aventura con el único nexo de una mutua compañía sexual, que a la señora Robinson la saca del hastío matrimonial que vive desde hace años, y que al tímido Ben le abre las puertas al desconocido mundo del sexo compartido.
Transcurren de ese modo las semanas, sin conversaciones, sin preguntas, con encuentros furtivos en un hotel con nombres falsos y noches llenas de sexo y vacías de emoción. Hasta que un día, obligado por sus padres (que ignoran las andanzas de su vástago), Ben accede a tener una cita con la hija de los Robinson, Elaine (Katharine Ross), con la que descubre una afinidad desconocida hasta entonces en las citas con la madre. Pero ésta no está dispuesta a perder las noches de pasión con el joven graduado y amenaza con impedir a cualquier precio su relación con Elaine.
Ben persigue y acosa a Elaine, que lo rechaza tras enterarse de los devaneos del joven pretendiente con su madre. Dispuesta incluso a casarse con otro, la chica se da cuenta in extremis de quién es su verdadero amor, que dicho sea de paso irrumpe en la iglesia durante la boda ocasionando un revuelo digno de cualquier guión de Tarantino, en una de las mejores escenas de la película para mi gusto.
*** Fin de Spoilers! ***
No voy a ser demasiado crítica por lo que representó “El graduado” en su momento, pero he de decir que la película me parece bastante aburrida y muy irregular. La presencia de Dustin Hoffman, insisto, no ayuda en nada a que me crea a un joven turbado por la adulta amiga de la familia. De hecho, se trata de un actor que para mí nunca ha sido joven, por lo que este papel en mi opinión no le pega nada, menos aún teniendo en cuenta que tenía treinta años cuando rodó la película pero interpretaba a uno de veinte (eso también pasaba en “Sensación de vivir” y me lo creía tan ricamente, pero aquí me cuesta más), y lo peor era que Anne Bancroft sólo le llevaba cinco años en la realidad…
El caso es que la película tiene para mí bastantes altibajos. La música de Simon & Garfunkel salva en gran parte el metraje, que tiene muchos puntos vacíos que pretenden darle una profundidad que no acaba de calar. Suenan, entre otros, “The sound of silence” y “Mrs. Robinson”, temas a los que dediqué ayer la entrada de este blog. Por lo demás, tiene algunos juegos de cámara novedosos y algún detalle de genialidad que, sin embargo, no la sitúan entre mis obras cinematográficas preferidas.
Gracias a esta película Dustin Hoffman, que venía de hacer unos cuantos papeles menores en televisión, se convirtió en un actor imprescindible (a pesar de su rictus inamovible, que se podría bautizar como “cara de pánfilo”) y en 1969 estrenaría otro de sus grandes éxitos de la década, “Cowboy de medianoche”. Por su parte, el realizador Mike Nichols se consagró con “El graduado”, que le valió un Oscar a la mejor Dirección, después de haber dirigido ya en 1966 otra joya, “¿Quién teme a Virginia Woolf?”. De todos modos, tampoco es un director que me llame especialmente la atención, y eso que he visto muchas de sus películas. Por aquí creo que la única suya que he comentado ha sido “Closer”, que sí me resultó bastante interesante.
miércoles, 14 de octubre de 2009
Simon & Garfunkel
A casi todo el mundo le sonará alguna canción de este dúo neoyorkino formado por Paul Simon y Art Garfunkel, que obtuvieron sus mayores éxitos en la década de los sesenta. Su folk-rock llegaba fácilmente a la juventud del momento y su calidad los hizo merecedores de varios premios Grammy. A pesar de que se separaron en varias ocasiones e intentaron impulsar sus carreras como solitas, siempre serán recordados como dúo.
El dúo vivió su mejor momento con el estreno de la película "El graduado", una revolucionaria cinta rodada en 1967 para la que Simon & Garfunkel compusieron la banda sonora. Entre las canciones que sonaban en la película destacan sin duda "Mrs. Robinson" y "The sound of silence", que acabarían convirtiéndose en dos grandes clásicos de la música. Ésta última suena precisamente durante todos los títulos de crédico iniciales de la película. Podéis verlo (y escucharlo) en este enlace de YouTube.
Casualmente esta semana he visto la película, una de esas que tenía pendientes desde hace tiempo y nunca me decidía a ver, en parte por mi fobia hacia su protagonista principal, Dustin Hoffman. Al final he conseguido superar mis prejuicios y la he visto. El comentario sobre ella, mañana :)
Mientras, suena "Mrs. Robinson" de Simon & Garfunkel.
Muchas de sus canciones, entre ellas "The sound of silence" y "Bridge over troubled water", entre otras, han sido utilizadas a menudo en celebraciones religiosas católicas. Incluso puede que algunos de vosotros recordéis la traducción de "The sound of silence" que se cantaba en algunas misas en España como "Padre Nuestro". Yo sí recuerdo haberla cantado de pequeña!
El dúo vivió su mejor momento con el estreno de la película "El graduado", una revolucionaria cinta rodada en 1967 para la que Simon & Garfunkel compusieron la banda sonora. Entre las canciones que sonaban en la película destacan sin duda "Mrs. Robinson" y "The sound of silence", que acabarían convirtiéndose en dos grandes clásicos de la música. Ésta última suena precisamente durante todos los títulos de crédico iniciales de la película. Podéis verlo (y escucharlo) en este enlace de YouTube.
Casualmente esta semana he visto la película, una de esas que tenía pendientes desde hace tiempo y nunca me decidía a ver, en parte por mi fobia hacia su protagonista principal, Dustin Hoffman. Al final he conseguido superar mis prejuicios y la he visto. El comentario sobre ella, mañana :)
Mientras, suena "Mrs. Robinson" de Simon & Garfunkel.
martes, 13 de octubre de 2009
En ausencia de Blanca
“En ausencia de Blanca” es una historia de dependencia emocional más que de amor. Es una novela corta, escrita por Antonio Muñoz Molina, en la que se nos narra la relación de Mario con su esposa Blanca, dos personas muy diferentes que en algún momento de sus vidas se encontraron y se necesitaron. Ahora, Mario duda de que su mujer sea la misma y analiza los pormenores de su fracaso y las sospechas del alejamiento de su esposa.
Mario es un funcionario de la Diputación de Jaén, un hombre metódico, tranquilo, de pueblo, un tipo de costumbres, ahorrador y equilibrado. El desequilibrio llega a su vida en forma de mujer, una joven llamada Blanca a la que él rescata de un infierno de soledad y drogas en el que la ha sumido su afición por el mundo bohemio, egoísta y descontrolado del arte y los artistas. Él, que hace no demasiado vio cómo se rompía una relación de años con su novia de toda la vida, ve en Blanca la novedad de la improvisación, una aspiración imposible que parece tomar forma en sus manos.
Los años felices de Mario y Blanca terminan abruptamente cuando el protagonista nota que su mujer ya no es su mujer, que hay en esa figura otra que ha usurpado el cuerpo de Blanca y que se comporta casi igual, pero en el fondo diferente a como lo hacía su esposa. Con esa nueva situación ante él echa la vista atrás y va desgranando los pormenores de una historia que en realidad nunca había parecido real. Dos mundos totalmente opuestos, diferencias culturales y sociales insalvables, por las que un día Mario pasó sin querer ver más allá, idolatrando a Blanca y viviendo sólo para ella.
Ahora, dándose cuenta de que Blanca se ha ido, no sabe si vivir con ella, la nueva mujer que ha tomado su lugar, o volverse loco pensando en lo que pudo ser y no fue, si no hubiera elegido aquel día a una joven borracha, enferma y desvalida que cambió el curso de su existencia. La perfección del mundo de Mario se derrumba y ante él aparecen todos esos detalles que sin lugar a dudas hubieran puesto fin a su matrimonio si no fuera porque la droga llamada Blanca ya se encontraba surcando sus venas sin remedio: los desprecios del entorno de ella hacia su inferior clase social, su ignorancia acerca de los temas en los que Blanca se movía con soltura, la anulación total y absoluta de su propio ser en pos de pasar más tiempo con ella y satisfacer sus deseos.
Antonio Muñoz Molina publicó “En ausencia de Blanca” en el año 2000, siendo ya un escritor de reconocido prestigio. En 1987 ganó el Premio Nacional de Narrativa por “El invierno en Lisboa” y en 1991 fue galardonado con el controvertido Premio Planeta por “El jinete polaco”. También es autor de “Plenilunio”, libro que reseñé en este blog hace un tiempo, además de otra veintena de obras.
“En ausencia de Blanca” es una novela breve que se lee en una o dos tardes, de forma intensa, así que es muy recomendable para aquellos que se asustan con las novelas largas o que no tienen demasiado tiempo para dedicar a la lectura. En parte puede ejercer una especie de autoayuda para los que en algún momento han sido dependientes de sus parejas en cualquier aspecto. Hay pasajes que todos reconoceremos, en los que nos identificaremos a nosotros mismos o a parejas de amigos, con relaciones cerradas y casi enfermizas.
Me tomo la libertad de recomendar a todo el mundo que mantenga su individualidad en su vida de pareja, porque la pareja es una suma de 1 + 1 y no una asimilación de uno al otro y el amor no significa en ningún caso sumisión ni pérdida de la identidad. Sin esa actitud, por poner mi propio ejemplo, yo ahora mismo estaría perdida, y gracias a haber mantenido siempre mi propia parcela de vida, ocio y relaciones ahora puedo rehacer mi pequeño mundo de una forma menos traumática, dentro de lo que ya de por sí tiene de traumático una ruptura y un nuevo comienzo.
Mario es un funcionario de la Diputación de Jaén, un hombre metódico, tranquilo, de pueblo, un tipo de costumbres, ahorrador y equilibrado. El desequilibrio llega a su vida en forma de mujer, una joven llamada Blanca a la que él rescata de un infierno de soledad y drogas en el que la ha sumido su afición por el mundo bohemio, egoísta y descontrolado del arte y los artistas. Él, que hace no demasiado vio cómo se rompía una relación de años con su novia de toda la vida, ve en Blanca la novedad de la improvisación, una aspiración imposible que parece tomar forma en sus manos.
Los años felices de Mario y Blanca terminan abruptamente cuando el protagonista nota que su mujer ya no es su mujer, que hay en esa figura otra que ha usurpado el cuerpo de Blanca y que se comporta casi igual, pero en el fondo diferente a como lo hacía su esposa. Con esa nueva situación ante él echa la vista atrás y va desgranando los pormenores de una historia que en realidad nunca había parecido real. Dos mundos totalmente opuestos, diferencias culturales y sociales insalvables, por las que un día Mario pasó sin querer ver más allá, idolatrando a Blanca y viviendo sólo para ella.
Ahora, dándose cuenta de que Blanca se ha ido, no sabe si vivir con ella, la nueva mujer que ha tomado su lugar, o volverse loco pensando en lo que pudo ser y no fue, si no hubiera elegido aquel día a una joven borracha, enferma y desvalida que cambió el curso de su existencia. La perfección del mundo de Mario se derrumba y ante él aparecen todos esos detalles que sin lugar a dudas hubieran puesto fin a su matrimonio si no fuera porque la droga llamada Blanca ya se encontraba surcando sus venas sin remedio: los desprecios del entorno de ella hacia su inferior clase social, su ignorancia acerca de los temas en los que Blanca se movía con soltura, la anulación total y absoluta de su propio ser en pos de pasar más tiempo con ella y satisfacer sus deseos.
Antonio Muñoz Molina publicó “En ausencia de Blanca” en el año 2000, siendo ya un escritor de reconocido prestigio. En 1987 ganó el Premio Nacional de Narrativa por “El invierno en Lisboa” y en 1991 fue galardonado con el controvertido Premio Planeta por “El jinete polaco”. También es autor de “Plenilunio”, libro que reseñé en este blog hace un tiempo, además de otra veintena de obras.
“En ausencia de Blanca” es una novela breve que se lee en una o dos tardes, de forma intensa, así que es muy recomendable para aquellos que se asustan con las novelas largas o que no tienen demasiado tiempo para dedicar a la lectura. En parte puede ejercer una especie de autoayuda para los que en algún momento han sido dependientes de sus parejas en cualquier aspecto. Hay pasajes que todos reconoceremos, en los que nos identificaremos a nosotros mismos o a parejas de amigos, con relaciones cerradas y casi enfermizas.
Me tomo la libertad de recomendar a todo el mundo que mantenga su individualidad en su vida de pareja, porque la pareja es una suma de 1 + 1 y no una asimilación de uno al otro y el amor no significa en ningún caso sumisión ni pérdida de la identidad. Sin esa actitud, por poner mi propio ejemplo, yo ahora mismo estaría perdida, y gracias a haber mantenido siempre mi propia parcela de vida, ocio y relaciones ahora puedo rehacer mi pequeño mundo de una forma menos traumática, dentro de lo que ya de por sí tiene de traumático una ruptura y un nuevo comienzo.
sábado, 10 de octubre de 2009
Happy. Un cuento sobre la felicidad
No iba a comentar esta película, porque me pareció extraña, arrítmica y tramposilla, pero han pasado un par de días y no consigo quitarme de la cabeza una palabra: Enraha! Si no la habéis visto, evidentemente la palabreja os sonará a chino, pero creedme, de todo el metraje es lo que más mella me ha dejado. Empezaré diciendo que “Happy. Un cuento sobre la felicidad” (“Happy-Go-Lucky”) es una película del director británico Mike Leigh, un hombre barbudo con pinta de indigente que (dicen) retrata a la perfección los conflictos y las relaciones sociales, preferentemente desde el punto de vista de las féminas. Entre sus cintas más conocidas están “Secretos y mentiras” o “El secreto de Vera Drake”, ambas anteriores a la obra que nos ocupa.
*** Spoilers! ***
Poppy (interpretada por la actriz británica Sally Hawkins) es una profesora de educación infantil a la que un día le roban la bicicleta. Lejos de contrariarse, el incidente le da un empujón para decidirse a sacar el carnet de conducir. Para ello, contrata los servicios de Scott, un profesor de autoescuela conservador, oscuro, cascarrabias, intransigente y lleno de traumas y ofuscaciones sexuales.
A pesar de que ella es positiva en todo momento y en todos los aspectos de su vida, parece que la gente que la rodea no tiene muy claro que realmente Poppy sea feliz viviendo así. Sus hermanas menores y el arisco profesor creen que ella no se toma nada en serio y que su actitud es una negativa directa a encarar los verdaderos problemas de su vida. La realidad es que su positivismo no llega siempre a influir en los demás, por mucho que ella se empeñe en difundirlo.
De las rígidas clases prácticas de Scott viene lo que comentaba al principio de “Enraha”, que es la manera como denomina el monitor al espejo retrovisor central. El hombre exhorta continuamente a Poppy a que consulte el espejo pronunciando esa palabra sin descanso.
*** Fin de Spoilers ***
Fuera de ese planteamiento, la película no ofrece ninguna novedad, más que un retrato costumbrista de una treintañera excéntrica y un poco alocada, que vive a su manera y ve siempre la parte buena y generosa de todo el mundo. Un poquito pesada, la chica, para qué negarlo, y un pelín estresante su intención de que todo el mundo esté contento y feliz y hable por los codos.
Lo dicho, se deja ver, pero por mucho que digan que es una cinta “fresca y divertida” a mí personalmente no me ha aportado nada relevante.
*** Spoilers! ***
Poppy (interpretada por la actriz británica Sally Hawkins) es una profesora de educación infantil a la que un día le roban la bicicleta. Lejos de contrariarse, el incidente le da un empujón para decidirse a sacar el carnet de conducir. Para ello, contrata los servicios de Scott, un profesor de autoescuela conservador, oscuro, cascarrabias, intransigente y lleno de traumas y ofuscaciones sexuales.
A pesar de que ella es positiva en todo momento y en todos los aspectos de su vida, parece que la gente que la rodea no tiene muy claro que realmente Poppy sea feliz viviendo así. Sus hermanas menores y el arisco profesor creen que ella no se toma nada en serio y que su actitud es una negativa directa a encarar los verdaderos problemas de su vida. La realidad es que su positivismo no llega siempre a influir en los demás, por mucho que ella se empeñe en difundirlo.
De las rígidas clases prácticas de Scott viene lo que comentaba al principio de “Enraha”, que es la manera como denomina el monitor al espejo retrovisor central. El hombre exhorta continuamente a Poppy a que consulte el espejo pronunciando esa palabra sin descanso.
*** Fin de Spoilers ***
Fuera de ese planteamiento, la película no ofrece ninguna novedad, más que un retrato costumbrista de una treintañera excéntrica y un poco alocada, que vive a su manera y ve siempre la parte buena y generosa de todo el mundo. Un poquito pesada, la chica, para qué negarlo, y un pelín estresante su intención de que todo el mundo esté contento y feliz y hable por los codos.
Lo dicho, se deja ver, pero por mucho que digan que es una cinta “fresca y divertida” a mí personalmente no me ha aportado nada relevante.
jueves, 8 de octubre de 2009
Dust in the wind
Kansas es una de esas bandas de los setenta que, a pesar de hacer rock progresivo, casi todo el mundo recuerda por una balada. Ya se sabe que todo grupo de rock tiene su canción lenta que los caracteriza, y en el caso de Kansas se trata de "Dust in the wind", un precioso tema que analiza la condición efímera de la existencia humana.
Esta banda procedente, como no, del estado norteamericano de Kansas, se formó en 1972, aunque sus grandes éxitos como "Carry on Wayward son" y "Dust in the wind" no llegarían hasta el final de la década. Yo he de reconocer que sólo conozco precisamente esos dos temas suyos, puesto que mi interés por el rock setentero es más bien reciente. Además, la de "Carry on Wayward son" la conocí gracias a la serie "Sobrenatural", de la que aquí tenéis un magnífico vídeo con la canción, por si os interesa.
El grupo, que actualmente sigue en activo aunque con algunos cambios en relación a su formación original, abandonó progresivamente el rock progresivo (jejeje) para acercarse a los sonidos del rock más tradicional, aunque nunca revivieron el éxito que habían tenido en los setenta. Tras múltiples problemas, separaciones, escisiones y cambios, en el nuevo siglo retomaron la banda sobre todo para ofrecer una gira de conciertos a sus seguidores.
Esta semana en Lillusion, sólo somos polvo en el viento... "Dust in the wind", de Kansas.
Esta banda procedente, como no, del estado norteamericano de Kansas, se formó en 1972, aunque sus grandes éxitos como "Carry on Wayward son" y "Dust in the wind" no llegarían hasta el final de la década. Yo he de reconocer que sólo conozco precisamente esos dos temas suyos, puesto que mi interés por el rock setentero es más bien reciente. Además, la de "Carry on Wayward son" la conocí gracias a la serie "Sobrenatural", de la que aquí tenéis un magnífico vídeo con la canción, por si os interesa.
El grupo, que actualmente sigue en activo aunque con algunos cambios en relación a su formación original, abandonó progresivamente el rock progresivo (jejeje) para acercarse a los sonidos del rock más tradicional, aunque nunca revivieron el éxito que habían tenido en los setenta. Tras múltiples problemas, separaciones, escisiones y cambios, en el nuevo siglo retomaron la banda sobre todo para ofrecer una gira de conciertos a sus seguidores.
Esta semana en Lillusion, sólo somos polvo en el viento... "Dust in the wind", de Kansas.
PD: Este cambio de música tenía que haberse publicado ayer, pero no pudo ser... cosas que pasan :)
martes, 6 de octubre de 2009
La caverna de las ideas
En mi afán por leer toda la obra de José Carlos Somoza, le ha tocado el turno esta vez a “La caverna de las ideas”, una de sus novelas más conocidas y valoradas. Se trata de un libro que mezcla los géneros histórico y de suspense, con toques de terror que más adelante serán muy utilizados por el autor en otras obras. Somoza publicó esta novela en el año 2000, la sexta en su bibliografía que ahora mismo suma ya más de una docena de títulos.
“La caverna de las ideas” transcurre en la Grecia clásica, donde los horribles crímenes de unos jóvenes estudiantes de la Academia de Platón mantienen en vilo a la ciudad de Atenas. El “descifrador de enigmas” Heracles Póntor es requerido por el maestro de los efebos, Diágoras de Medonte, para buscar la causa de tan atroces acontecimientos.
*** Spoilers! ***
Desde ese momento se va desgranando una compleja trama en la que las pistas confunden al investigador y el propio lector se ve también confundido por la presencia de un extraño traductor que no deja de escribir notas al margen e intervenir en la novela. Todo ello hace del libro una obra diferente, en la que el lector observa con curiosidad la interrelación del traductor de un documento griego con el contenido de su trabajo.
Narrado así, en dos historias paralelas pero entrecruzadas en algunos pasajes, el misterio de los asesinatos va guiando al sufrido Heracles Póntor hasta una secta destructiva, de las muchas que poblaban la Grecia de aquella época, en la que el placer está por encima de la virtud, la inmolación por encima del arrepentimiento y la razón de los filósofos no tiene ningún valor. El mito de la caverna de Platón, al que hace referencia el título de la novela, también tiene su lugar en la narración, aunque de un modo más tangencial.
*** Fin de Spoilers! ***
Para mí la obra tiene dos pegas importantes aunque no determinantes para su valoración literaria: encontrarse demasiadas notas al margen agota al lector (al menos en mi caso), porque obliga a desligarse momentáneamente de la narración para leer una explicación o un apunte que, por mucho que tenga que ver con la historia en sí, no deja de ser una “nota al margen”. En este caso es peor aún, puesto que las notas no son de Somoza sino de uno de los personajes creados por él, el Traductor, y forman parte de la novela en sí, por lo que resulta imprescindible leer esas notas.
En segundo lugar, suelo consultar en el diccionario todas las palabras que desconozco cuando leo algo, y en “La caverna de las ideas” tuve que agenciarme una libreta para no interrumpir la lectura e ir apuntado decenas de vocablos para buscar más tarde su significado. Eso hace que la lectura no fluya tanto como debería, aunque esta segunda queja puede que se deba a mi ignorancia y no al excesivo uso de palabras raras, quién sabe (personalmente para mí óbolo, peplo, albayalde, sátrapa, fíbula o báratro, por poner unos cuantos ejemplos, son palabras poco – o nada - habituales en mi vocabulario).
Dejando a un lado esas dos razones formales, el libro está muy bien. De él salen ideas que el autor aplicará también en sus siguientes obras, como “ZigZag” o “La dama número trece”. Somoza es quizás uno de los escritores que más acostumbra a hablar del propio oficio del escritor, haciendo que muchos de sus protagonistas se dediquen a escribir o vean cómo sus personajes inventados toman vida dentro de las propias novelas que ellos escriben o en su misma realidad. Son planteamientos muy curiosos y originales, recurrentes en las novelas que he leído de este autor.
Ahora recuerdo que también Paul Auster aplica una técnica semejante en “La noche del oráculo”, a la que yo denominé en su entrada “muñeca rusa” de la literatura. Pues éste es un caso parecido, un texto dentro de otro texto cuyos personajes acaban interactuando y casi enloqueciendo por la situación, igual que el implicado lector.
Aunque ésta no es su mejor novela para mí, sí que es entretenida y trabaja muy bien la sorpresa final. Tiene momentos un poco espesos por las descripciones y el lenguaje aplicado a la Grecia clásica, pero es una obra intrigante y merece la pena leerla.
De hecho, pienso que Somoza escribe obras muy “redondas”, con buenos inicios, tramas interesantes y adictivas, y finales muy correctos y bastante sorprendentes, que es precisamente donde fallan muchísimos escritores hoy en día. Cuando encontramos a uno que conoce bien su oficio y lo demuestra hay que aprovecharlo.
(...) Escribir es extraño, amigo mío: en mi opinión, la primera actividad más extraña y terrible que un hombre puede realizar – y añadió, regresando a su económica sonrisa - : Leer es la segunda.
“La caverna de las ideas” transcurre en la Grecia clásica, donde los horribles crímenes de unos jóvenes estudiantes de la Academia de Platón mantienen en vilo a la ciudad de Atenas. El “descifrador de enigmas” Heracles Póntor es requerido por el maestro de los efebos, Diágoras de Medonte, para buscar la causa de tan atroces acontecimientos.
*** Spoilers! ***
Desde ese momento se va desgranando una compleja trama en la que las pistas confunden al investigador y el propio lector se ve también confundido por la presencia de un extraño traductor que no deja de escribir notas al margen e intervenir en la novela. Todo ello hace del libro una obra diferente, en la que el lector observa con curiosidad la interrelación del traductor de un documento griego con el contenido de su trabajo.
Narrado así, en dos historias paralelas pero entrecruzadas en algunos pasajes, el misterio de los asesinatos va guiando al sufrido Heracles Póntor hasta una secta destructiva, de las muchas que poblaban la Grecia de aquella época, en la que el placer está por encima de la virtud, la inmolación por encima del arrepentimiento y la razón de los filósofos no tiene ningún valor. El mito de la caverna de Platón, al que hace referencia el título de la novela, también tiene su lugar en la narración, aunque de un modo más tangencial.
*** Fin de Spoilers! ***
Para mí la obra tiene dos pegas importantes aunque no determinantes para su valoración literaria: encontrarse demasiadas notas al margen agota al lector (al menos en mi caso), porque obliga a desligarse momentáneamente de la narración para leer una explicación o un apunte que, por mucho que tenga que ver con la historia en sí, no deja de ser una “nota al margen”. En este caso es peor aún, puesto que las notas no son de Somoza sino de uno de los personajes creados por él, el Traductor, y forman parte de la novela en sí, por lo que resulta imprescindible leer esas notas.
En segundo lugar, suelo consultar en el diccionario todas las palabras que desconozco cuando leo algo, y en “La caverna de las ideas” tuve que agenciarme una libreta para no interrumpir la lectura e ir apuntado decenas de vocablos para buscar más tarde su significado. Eso hace que la lectura no fluya tanto como debería, aunque esta segunda queja puede que se deba a mi ignorancia y no al excesivo uso de palabras raras, quién sabe (personalmente para mí óbolo, peplo, albayalde, sátrapa, fíbula o báratro, por poner unos cuantos ejemplos, son palabras poco – o nada - habituales en mi vocabulario).
Dejando a un lado esas dos razones formales, el libro está muy bien. De él salen ideas que el autor aplicará también en sus siguientes obras, como “ZigZag” o “La dama número trece”. Somoza es quizás uno de los escritores que más acostumbra a hablar del propio oficio del escritor, haciendo que muchos de sus protagonistas se dediquen a escribir o vean cómo sus personajes inventados toman vida dentro de las propias novelas que ellos escriben o en su misma realidad. Son planteamientos muy curiosos y originales, recurrentes en las novelas que he leído de este autor.
Ahora recuerdo que también Paul Auster aplica una técnica semejante en “La noche del oráculo”, a la que yo denominé en su entrada “muñeca rusa” de la literatura. Pues éste es un caso parecido, un texto dentro de otro texto cuyos personajes acaban interactuando y casi enloqueciendo por la situación, igual que el implicado lector.
Aunque ésta no es su mejor novela para mí, sí que es entretenida y trabaja muy bien la sorpresa final. Tiene momentos un poco espesos por las descripciones y el lenguaje aplicado a la Grecia clásica, pero es una obra intrigante y merece la pena leerla.
De hecho, pienso que Somoza escribe obras muy “redondas”, con buenos inicios, tramas interesantes y adictivas, y finales muy correctos y bastante sorprendentes, que es precisamente donde fallan muchísimos escritores hoy en día. Cuando encontramos a uno que conoce bien su oficio y lo demuestra hay que aprovecharlo.
(...) Escribir es extraño, amigo mío: en mi opinión, la primera actividad más extraña y terrible que un hombre puede realizar – y añadió, regresando a su económica sonrisa - : Leer es la segunda.
domingo, 4 de octubre de 2009
Día Mundial de los Animales
Hoy 4 de octubre se celebra el Día Mundial de los Animales, fecha en la que se llevan a cabo multitud de eventos en todo el mundo para defender los derechos animales y fomentar la protección de las especies. He robado descaradamente la foto del blog Anima-Blog, donde Perséfone publica noticias y artículos de lo más interesante sobre el mundo animal. Si sois amantes de los animales no dudéis en visitarlo.
Según la Wikipedia, el Día Mundial de los Animales se instauró en Florencia (Italia) en 1931, en una convención de ecologistas. La fecha en concreto se eligió en honor a San Francisco de Asís, un monje amante de la naturaleza y patrón de los animales.
Por mi vida han pasado pocos animales, ciertamente, pero eso no quita que les tenga un especial cariño y defienda sobre todo su protección y respeto, igual que ellos nos respetan a nosotros. Bueno, con las cucarachas y los mosquitos no lo tengo tan claro... :P Hoy especialmente recuerdo a mi perro Zar y a mi tortuga Yasu, que acompañaron parte de mi infancia; a Misha, la gata de mi amiga Bea a la que yo cuidaba los fines de semana en mi época universitaria; y a mi lagarto Laggy, que estará ahora mismo en su patio esperando la ración diaria de pimiento (Draz, no te olvides!!)
Y para todas vuestras mascotas, feliz día!
Según la Wikipedia, el Día Mundial de los Animales se instauró en Florencia (Italia) en 1931, en una convención de ecologistas. La fecha en concreto se eligió en honor a San Francisco de Asís, un monje amante de la naturaleza y patrón de los animales.
Por mi vida han pasado pocos animales, ciertamente, pero eso no quita que les tenga un especial cariño y defienda sobre todo su protección y respeto, igual que ellos nos respetan a nosotros. Bueno, con las cucarachas y los mosquitos no lo tengo tan claro... :P Hoy especialmente recuerdo a mi perro Zar y a mi tortuga Yasu, que acompañaron parte de mi infancia; a Misha, la gata de mi amiga Bea a la que yo cuidaba los fines de semana en mi época universitaria; y a mi lagarto Laggy, que estará ahora mismo en su patio esperando la ración diaria de pimiento (Draz, no te olvides!!)
Y para todas vuestras mascotas, feliz día!
viernes, 2 de octubre de 2009
Médico de cabecera de Octubre
Este blog llevaba ya mucho tiempo sin cambiar la cabecera, así que hoy toca dar la bienvenida a un nuevo médico de cabecera para el mes de octubre. Se trata de Möbius el Crononauta, al frente del blog "La cinta de Moebius". El suyo es un blog de lo más variopinto, con multitud de entradas interesantes, pero sobre todo cine y música. Buen cine y buena música, claro está.
Aunque Möbius me advirtió que lo suyo no era el diseño le agradezco muchísimo su aportación para Lillusion y me parece que la cabecera es perfectamente digna de aparecer aquí. Este blog lo hacéis en parte vosotros, así que vuestra participación es para mí muy importante.
Os recuerdo que, si os apetece confeccionar una cabecera para el blog, podéis leer las características en el enlace de la barra lateral o aquí mismo: Mi médico de cabecera(s). No tenéis que ser profesionales del diseño para colaborar con vuestra cabecera lillusiana, así que animaos!