Puede decirse que mi inicio en los juegos de ordenador a gran escala fue el Diablo II, una especie de RPG (Role Playing Game) que tenía su versión para un jugador y también online. El juego era la secuela de Diablo, que había causado sensación entre la comunidad de jugadores y cuya fama y número de usuarios fue superado ampliamente por su continuación.
Las bases de Diablo II eran las mismas que las de muchos juegos que surgieron en la época: elegías un tipo de personaje según las opciones que te daban, le asignabas unas habilidades e ibas cumpliendo las misiones que se te enomendaban. El objetivo final de este juego era matar a Diablo, que en la primera edición había asolado el pueblo donde se desarrollaba la historia. Para llegar a la guarida de Diablo tenías que superar tres etapas protagonizadas por demonios menores y esquivar miles de trampas y monstruos denominados en la versión traducida al español de formas tan extravagantes como "Guerrero Loco de los Mocos", gracias al sistema aleatorio de creación de nombres.
Mi experiencia con Diablo II online comenzó con la clase de las amazonas, guerreras rubias y fornidas que utilizaban arcos y lanzas para sus batallas. Con mi primera amazona alcancé el nivel máximo de experiencia (99) y continué mi andadura probando la clase de la hechicera (también llegué a 99), para proseguir con los personajes masculinos del juego, nigromante, bárbaro y paladín. Cuando publicaron la expasión, que añadía un acto más al juego, también hice lo propio con la clase de la asesina. He de decir que, durante el tiempo que jugué, jamás usé ni el MapHack ni otro tipo de programas para alterar el nivel de loot (objetos que encontrabas en cada bicho que matabas), ya que considero que no ofrecen ningún aliciente desde mi punto de vista para ningún juego (qué mérito tiene que te den las cosas hechas?).
El juego en sí es muy adictivo y ofrece incontables posibilidades de conseguir mejores objetos, a través de combinaciones especiales. Incluso cuando ya has llegado al techo de tu experiencia, conseguir más anillos mágicos o armas más poderosas continúa siendo un reto. Y lo digo porque aún hoy, después de casi seis años, de vez en cuando vuelvo a jugar a Diablo II y me mantiene enganchada durante horas. En mis inicios, jugué ininterrumpidamente durante unos 2 años, acompañada en mis noches de vicio por unos cuantos amigos entre los que destacan especialmente Uri y Elyon (snif, qué tiempos eh? :)) Y creo que los tres lo dejamos en el momento más álgido, porque todo cambia, porque la vida son etapas, porque ese tiempo prefieres dedicarlo a otra cosa o a otro juego. Pero Diablo II seguirá formando parte de nuestras vidas de igual modo que "este anillo mágico no me sirve para nada" :P
Magazine - Rhythm of cruelty (1979)
Hace 3 horas
matar ao diaño?? era de alturas, logo:)) só un segundo para mandarche uns bicos, que se supón que os domingos non teño que estar aquí! jiji:)) non coñezo o xogo, como suporás ben:) pero co meu colega lipe si que probei unha vez un de rol e non estaba mal. claro que fai falla unha paciencia da que eu carezo. eu escollo o tetris!:)) bicos, raíña:))
ResponderEliminarViciadaaaaaaaa!! Sorry tenía que decirlo.
ResponderEliminarA pesar de que no jugué a tan alto nivel ni durante tiempo como tú tengo que reconocer que ese dichoso juego enganchaba muchisimo. Aún recuerdo un día en el ciber que nos empezamos unos personajes nuevos y no eramos capaces de marcharnos a casa hasta que termináramos. A las 9 de la mañana de un jueves (no festivo)estabamos en el Snoopi de la calle Castillo comiendo hamburguesas y perritos, y comentando las partidas ante la cara de estupor del camarero, que aún no se si era por la situación propia de nuestro desayuno macrobiótico o por los comentarios como " ... y te acuerdas cuando por fin matamos a Baal" XDDDD jajaja unas risas ....
¡Qué tiempos aquellos!. Yo los echo de menos. *lagrimita*
Yo tb los echo de menos, pero no se lo digas a nadie :P
ResponderEliminarbezitosss