La película contaba como guionista con el también primerizo Charlie Kaufman, que hasta aquel momento sólo había escrito capítulos para alguna serie de TV como “Búscate la vida”.
El guión se lo envió Kaufman en un primer momento a Francis Ford Coppola, que lo leyó, le gustó y se lo remitió a su yerno por entonces, Spike Jonze, pareja de su hija Sofia Coppola. De esa colaboración surgió una película un tanto extravagante, con un John Malkovich en plenas facultades, una Catherine Keener fascinante y dos protagonistas principales totalmente irreconocibles y alejados de sus registros habituales: John Cusack y Cameron Díaz.
*** Spoilers! ***
Craig Schwartz (Cusack) es un marionetista que vive horas bajas. No siente que su trabajo sea valorado y para sobrevivir se ve obligado a buscar un empleo alternativo. Una extraña empresa, situada en la planta siete y media de un viejo edificio lo contrata como archivero. Pero su vida cambia cuando descubre que una pequeña puerta, oculta en una de las oficinas, conduce directamente a la mente del actor John Malkovich.
Junto con una compañera de trabajo, Maxine, (Keener) por la que el titiritero se siente inevitablemente atraído, decide explotar tan surrealista situación, promocionando viajes a la mente del actor, sin saber muy bien qué es lo que están manejando. Pero la experiencia de ver el mundo a través de los ojos de Malkovich, e incluso poder transportar los propios sentimientos a esa mente ajena, les trastorna de tal manera que acabarán perdiendo el control.
*** Fin de Spoilers! ***
En un principio, John Malkovich se quedó maravillado con el proyecto pero decidió no participar más que en la producción y que otro actor encarnara su papel. Finalmente, y tras la insistencia de Spike Jonze, el actor accedió a interpretarse a sí mismo, con una personalidad totalmente recreada para la ficción y una generosa dosis de autoparodia. La idea de la película, que vista en la distancia podría parecer una ida de bola de proporciones extraordinarias, es tan interesante en el fondo que el guión de Kaufman mereció una nominación al Oscar, al igual que la dirección de Jonze.
La película en sí es casi perfecta. Tiene unos inicios muy divertidos, con multitud de escenas surrealistas que, sin embargo, no revelan nada del salto que dará posteriormente la trama. Tras esos momentos ágiles y sorprendentes la cinta gira hacia su lado más emocional, mostrando la parte más humana de unos protagonistas frustrados con sus vidas, anhelantes de cambios y deseosos de materializar esos cambios a través del gran descubrimiento de Malkovich. Al final vemos también atisbos de ciencia ficción, una excéntrica vuelta de tuerca a la reencarnación y una fascinante visión del éxito y el fracaso. Todo hilado con gran coherencia, apoyado por unas correctísimas interpretaciones y unos efectos visuales perturbadores.
Jonze y Kaufman repetirían colaboración tres años después en “Adaptation. El ladrón de orquídeas”, con quizás menos éxito pero idéntico estilo narrativo. El guionista firmaría también en 2004 su segundo trabajo tras “Human Nature” para otro director de culto, Michel Gondry, en la maravillosa, “¡Olvídate de mí!”.
“Cómo ser John Malkovich” es ya hoy por hoy un clásico del cine que innovó en el enfoque narrativo y sorprendió muy gratamente a la industria independiente del cine. Revisada diez años después, la película no ha perdido nada de frescura y mantiene intacta su invitación a la reflexión sobre algunos conceptos trascendentales de la existencia. Y sigue siendo una de mis películas favoritas.
Puntuación: 9 sobre 10.