El pasado fin de semana vi por quinta o sexta vez “E.T., el extraterrestre” y he de reconocer que lloré tanto como la primera. Eso supongo que significa que la película no ha perdido con el paso del tiempo (el año pasado se celebró su 25 aniversario) y que Steven Spielberg fue y sigue siendo un genio del celuloide, aunque a veces meta la pata como buen mortal.
En su momento, “E.T., el extraterrestre” fue valorada casi exclusivamente por sus aspectos técnicos, siendo como era una obra del género de ciencia ficción. Fue premiada con cuatro Oscars (banda sonora, sonido, efectos sonoros y efectos especiales) aunque estaba nominada en categorías mucho más destacadas como montaje, guión, dirección, fotografía y mejor película. Se trata de la típica historia para todos los públicos pero con un “algo” que encandila a espectadores de cualquier edad, no sólo a niños. Yo pensaba que con los años quizás no significara lo mismo pero me he dado cuenta de que esas cosas que te marcan de pequeño nunca se borran, aunque se puedan mirar con otros ojos.
La aventura del pequeño alienígena al que su nave olvida en la Tierra por error tras una repentina huida, está narrada con una ternura embriagadora. Sólo, en un planeta extraño y perseguido por científicos y agentes del Gobierno, E.T. se refugia en un cobertizo y entabla una curiosa relación con los miembros más jóvenes de una familia estadounidense, mimetizándose con el pequeño Elliott hasta el punto de identificar sus sentimientos con los del niño y a la inversa. A mí las lágrimas no me dejaron de caer desde que E.T. comienza a hablar y a comunicar con tristeza que desea regresar a su casa. Mi sufrimiento era continuo mientras los médicos investigaban sobre el maltrecho cuerpo del alienígena y el pobre bicho agonizaba de miedo y dolor.
El modo de retratar a los extraterrestres con un sentir casi humano, benévolos por naturaleza, sabios, pacíficos y amigables imperó durante aquellos años en casi todas las películas que abordaron el tema. “Exploradores” (1985) o “El vuelo del navegante” (1986) mostraron también los contactos juveniles con el espacio exterior y la idea fue incluso descaradamente copiada en cintas como “Mi amigo Mac”, de 1988. El propio Steven Spielberg ya había tocado un argumento cercano en “Encuentros en la tercera fase” en el año 1977. Ya en la década de los noventa llegarían otro tipo de películas de alienígenas, como “Mars Attacks!”, “Independence Day” o “Hombres de Negro” en las que los extraterrestres ya no tienen tan buenas intenciones a la hora de contactar con los humanos.
Por el lado interpretativo, las películas con niños no siempre resultan fáciles de rodar, aunque Spielberg es un habitual descubridor de talentos infantiles. De su buen ojo han salido intérpretes como Drew Barrymore, que comenzó a actuar con tan sólo tres años y que apareció en “E.T., el extraterrestre” con siete, convirtiéndose en una pequeña estrella, o Christian Bale, que conmovió a toda la industria con su papel en “El imperio del sol” cuando tenía 12 años.
Pero esta fama precoz no siempre es bien asimilada por los jóvenes intérpretes. Drew Barrymore se convirtió en alcohólica casi al mismo tiempo que en actriz y tardó muchos años en salir del infierno de las drogas. Por suerte, hoy está recuperada de sus adicciones y sigue ofreciendo grandes momentos al mundo del cine no sólo como actriz, sino también como productora. Su hermano en “E.T.”, Henry Thomas (Elliott), ha continuado también con su carrera de actor pero más en un discreto segundo plano, con películas desconocidas y varias apariciones en series de TV. El tercer hermano en el film, Robert MacNaughton, que tenía 15 años en el rodaje y alguna experiencia como actor de televisión, abandonó la actuación en 1987 y actualmente trabaja en una oficina de correos en Phoenix, Arizona.
Para Spielberg esta película fue la consumación de muchos meses previos de trabajo y preparación, de un largo y conflictivo rodaje, como casi todos a los que se ha enfrentado el director americano (recordemos “Tiburón”, con problemas similares a la hora de diseñar un muñeco mecánico que pareciera totalmente real en la filmación). El pequeño E.T. fue realmente interpretado por un actor enano que se metía en su “piel” y daba a los movimientos del extraterrestre la mayor veracidad posible. El resultado fue francamente realista, con una mirada de plástico que transmitía mucho más que algunas expresiones de actores reales y cuatro palabras roncas mal dichas que fueron más que suficientes para acercarnos a su tragedia personal. Spielberg se apoyó en todos los trucos del cine convencional, apelando a la fibra sensible del espectador y logrando el propósito de emocionar sin reparos.
Hoy, más de 25 años después, “E.T., el extraterrestre” sigue siendo esa gran película para un sábado por la tarde que nos roza el corazoncito, nos traslada a nuestra infancia y nos convence de que hay algo más ahí fuera, y es algo bueno.
Magazine - Rhythm of cruelty (1979)
Hace 4 horas
Alaaaaa!!! No has puesto lo de Spoliers, tia, y ya me he enterado de que va.
ResponderEliminarAhora no la veo, ala.
(Es broma XD. Muy buena reseña)
Es la típica película que fue denostada por una parte de la crítica. Hablo de esos críticos que se sientan en un escalón superior y reniegan de productos tales como E.T. por el mero hecho de ser populares y gustan a los espectadores de a pie.
ResponderEliminarPara mí, es una historia de amor magníficamente contada.
Un saludo
Jajajaja Kano, pero no he dicho si al final se muere, no? :P Yo creo que a estas alturas todos hemos visto E.T. al menos una vez, aunque he olvidado poner la anécdota de mi profesor de Historia del Cine de la facultad que la vio por primera vez allá por 1995...
ResponderEliminarSese, es cierto que mucha gente cree que lo comercial está reñido con otros muchos aspectos, y no siempre tiene que ser así. En el caso de Spielberg, tiene películas absolutamente geniales que han tenido muchos espectadores y recaudado cantidades ingentes de dinero, y otras películas horrorosas que también han tenido éxito. No se puede olvidar que el cine es una cuestión de gustos al fin y al cabo.
Coincido contigo en que la historia está contada a la perfección y logra emocionar.
saluditos!
Estoy orgulloso de anunciar que se la puse a mi sobrina de siete años hace poco y le gustó un montón. Eso sí, la muy bestia no echó ni una lagrimita. Estas nuevas generaciones van a necesitar algo más que un marciano con cara de pasa pocha para emocionarse.
ResponderEliminar¡Saludos!
Plissken, los niños de hoy en día son menos inocentes que nosotros entonces; hoy casi no se creen nada y analizan las películas para ver si lo que cuentan puede ser real o no XDDD
ResponderEliminarsaluditos!
Es una de las grandes películas de cine juvenil.
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