sábado, 14 de abril de 2018

Dublín (I)

Teide al fondo, dejando Tenerife
No creeríais, queridos lillusianos de pro y visitantes accidentales, lectores todos, que ya os habíais librado de las reseñas de viajes pasados, incluso añejos me atrevería a decir. Pues no, aquí vuelvo por mis fueros para compartir con vosotros el viaje a Dublín, capital de la gemela gallega Irlanda, que realizamos en mayo de 2017. Puede que algunos hayáis visto ya alguna foto de ese viaje en mi Instagram por aquel entonces, pero igualmente ilustraré estas revisiones con ésas y otras imágenes. 

Nuestro viaje comienza a principios de mayo en Tenerife, con un transbordo en Madrid hacia tierras irlandesas. Habíamos barajado la posibilidad de un vuelo directo, porque casi siempre resulta mucho más cómodo y ganamos mucho tiempo teniendo en cuenta que nos desplazamos desde las islas, pero no encontramos ninguna opción que nos dejara en Dublín a una hora decente. Como nos alojábamos en casa de unos amigos no queríamos trastocar su rutina habitual con nuestra llegada a deshora, así que finalmente elegimos una combinación con Iberia bastante ajustada a nuestras necesidades, con un tiempo de espera entre vuelos de apenas una hora.

Primeras tierras irlandesas desde el avión
A las cinco y media de la tarde aterrizamos en el aeropuerto de Dublín, situado a unos 15 km. del centro de la ciudad. Elegimos trasladarnos hasta nuestro destino en autobús, utilizando una de las dos líneas especiales que realizan esos trayectos desde el aeropuerto hasta distintas zonas de la capital irlandesa y pueblos aledaños. Nosotros nos decantamos por el Aircoach básicamente porque fue la primera parada que encontramos al salir de la terminal. El precio del trayecto nos costó 8,50 € por persona, aunque varía según la zona de la ciudad a la que te dirijas. El autobús es bastante cómodo, con espacio para las maletas y WiFi gratis.

Aeropuerto de Dublín con carteles en gaélico
La primera sensación al llegar al aeropuerto es que has entrado en un país mágico donde se habla en lengua élfica. Vale, no, es gaélico, lengua co-oficial de Irlanda que figura al lado del inglés en casi todos los carteles de lugares públicos del país, en un intento firme por mantenerlo vivo. Os advierto que no se entiende nada de ese idioma salvo que tengas algún conocimiento previo, aunque ciertamente tampoco lo hablan muchos irlandeses en la actualidad. Prácticamente toda la población se expresa en inglés, pero cuidado si piensas que tu nivel Avanzado 1 de la Escuela de Idiomas te servirá para comprender lo que te digan: ¡error! El acento irlandés se las trae y a mí me costó un riñón entender gran parte de lo que me decían en restaurantes o establecimientos. Al final acabas asintiendo y señalando con vehemencia lo que quieres, que es el idioma universal, y casi nunca da problemas. Si conseguimos hacerlo en Berlín sin saber ni papa de alemán cómo no íbamos a poder hacerlo igual o mejor en Dublín!

Desde el autobús, igualito que Galicia!
Como llegamos ya tarde a Dublín apenas tuvimos tiempo para dejar nuestras cosas y salir a dar una vuelta por el barrio donde nos alojábamos, Ranelagh, una zona residencial con supermercados, restaurantes y servicios varios, a unos 20 minutos caminando del centro de la ciudad. Nuestros anfitriones nos llevaron a cenar a un local muy de moda, TriBeCa, con una amplia carta de tortillas, hamburguesas gourmet, ensaladas y carnes. 

Tras un pequeño paseo por el barrio, nos dispusimos a descansar para acometer al día siguiente nuestro primer día de visitas en Dublín, con una agenda repleta de (sí, sé que lo estáis esperando)... museos! :P
 
Barrio de Ranelagh, donde nos alojamos

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*** (Continuará...)