sábado, 30 de enero de 2021

El macarrón Napoleón

El macarrón Napoleón

Desde siempre me recuerdo escribiendo cosas. De pequeña escribía historias inventadas, cartas a amigas; después diarios, listas de actividades que quería hacer, más cartas; luego reflexiones, retazos alegóricos de mis vivencias; más tarde noticias, notas y textos para mi trabajo; y mucho después llegó este blog. Tengo dos novelas que posiblemente jamás verán la luz, una porque tardé más de 8 años en terminarla y perdió toda vigencia, y otra que permanece inacabada desde hace ya bastantes años, en espera de ese final inspirado que nunca llega. Cada vez que las reviso les cambio cosas y soy absolutamente incapaz de cerrarlas definitivamente y darlas por buenas. 

A lo largo de mi vida he compartido poco mis textos, sobre todo por vergüenza y porque he estado rodeada de escritores mucho mejores que yo al lado de los cuales me siento pequeñita. Los privilegiados que han leído algo escrito por mí son mis parejas, amigos íntimos o personas que en su momento consideré de confianza para abrirles ese trocito de mi intimidad literaria.

Y hoy vengo a romper esa línea. ¿Por qué? Pues quizás porque me doy cuenta cada vez más de la fugacidad de la vida, de nuestra existencia finita y de que, sea bueno o malo, tenga o no calidad, todo lo que creamos y no compartimos o mostramos al mundo acaba por morir. Sigo a algunos escritores aficionados en redes sociales y los admiro por ser capaces de ofrecer sus trabajos sin el pudor que a mí me da abrir esa vertiente de mi creación. Que oye, igual también lo sufren, pero seguro que lo manejan mucho mejor que yo.

El caso es que hoy quiero sacar a la luz la breve historia del macarrón Napoleón, una inocente pieza de pasta que creyó haber encontrado la razón de su existir pero se equivocaba. Tiene moraleja, como las fábulas clásicas, así que leedlo con cariño, empatía y la benevolencia que da saber que fue escrito hace ya un buen montón de años y posiblemente contenga más errores que aciertos dentro del género literario en que se ubica. Y sobre todo tened en cuenta que posiblemente todos hemos sido el macarrón Napoleón en algún momento de nuestras vidas.

Hoy en Lillusion, en absoluta primicia digital, 

 

"El macarrón Napoleón"

Esta es la historia de un macarrón que quería dominar el mundo. No era un macarrón común; era un hermoso tiburón rayado de sémola de trigo duro, redondeado, de primera calidad y totalmente original, nada de novedades al huevo o con espinacas. Él era un ejemplar de pasta tiburón de los de toda la vida.

Su idea de dominar el mundo surgió un día dentro del tarro de la pasta, mientras esperaba su turno para la cocción, la ingestión, la degustación, la deglución, la digestión y la desintegración. Se preguntó: ¿y si mi destino no es el de todos mis congéneres? ¿Y si yo he sido creado para ser algo más, para hacer algo grande y ser recordado como el mejor macarrón de la historia? Ahí comenzó a urdir su plan.

La estrategia era sencilla. Lo primero era huir del paso inevitable para todo macarrón: la cocción en agua hirviendo ligeramente salada. Dicho y hecho. Dos días después, mientras el bote de cristal se inclinaba hacia la olla al fuego, él se escurrió fuera del recipiente y saltó al suelo. “¡Vaya!”. Lo recogieron y lo echaron en un cubo de basura casi repleto. No fue agradable, pero nadie dijo que aquello sería fácil.

A última hora de la tarde alguien cogió la bolsa negra de basura, la cerró y la depositó en un contenedor comunitario de desechos. El macarrón se encontró solo dentro de la bolsa, rodeado de cientos de productos extraños, la mayoría en muy mal estado. Pero enseguida comprendió que todo héroe tiene que pagar su precio por alcanzar la inmortalidad y él estaba dispuesto a hacer lo que fuera para lograr su objetivo. De hecho, su plan avanzaba con paso firme y estaba seguro de no haber dejado nada al azar.

Durante las dos o tres horas siguientes trabajó mentalmente en su estrategia, endulzando sus harinas con las mieles de un triunfo que no dudaba en conseguir. Después, alguien vació todas las bolsas del contenedor en un enorme camión. Se acercaba el segundo paso de su plan, para el que tenía que estar preparado. Se alisó las rayas y se aclaró su voz gruesa de tiburón.

Cuando el camión volvió a ponerse en marcha, se deslizó hacia un agujero de la bolsa y salió de ella, para encontrarse en medio de un paraíso de basura grasienta y maloliente. Aguzó la vista, buscando lo que le interesaba y, en la distancia, divisó una espiral de zanahoria, un par de fideos de sopa escuálidos, dos tiburones rayados, aunque de otra marca peor que la suya, una estrellita de sopa integral y unos cuantos spaghetti lisiados. Se acercó al grupo hinchando la barriga.

-        ¡Hola, hermanos macarrones!

-        Qué hay, tiburón – contestó una voz de entre aquella chusma de pasta.

-        ¿Qué hacéis por aquí?

-        Pues yo estoy planeando dominar el mundo – dijo la espiral naranja.

-        Yo también, - añadió presto uno de los fideos – pero aquel spaghetti nº2 de allí ya tiene a una docena de seguidores.

-        Y yo soy el macarrón pluma que dominará el mundo – dijo otro que acababa de incorporarse al grupo.

-        ¿Y tú qué haces por aquí, tiburón? – le preguntó con desinterés la estrellita.

-        ¿Yo?... Yo… yo nada, me caí de la olla donde me iban a cocer.

-        Vaya, qué putada, tío.

El macarrón se alejó cabizbajo avergonzándose de su soberbia y deseando ser aplastado por la siguiente vuelta del triturador del camión de la basura.

 

(c) By Lillu

sábado, 2 de enero de 2021

Reto de lectura 2020

Como prometí hace unos días, aquí regreso para confirmar que no he podido alcanzar mi reto de GoodReads del 2020. Lo tenía difícil y se me echaba el tiempo encima a pesar de que el número de lecturas que me propuse era más bien modesto: sólo 25 libros. Al final conseguí llegar a los 23, que tampoco está tan mal teniendo en cuenta que no es la única actividad de mis ratos de ocio.

Para el año que viene he vuelto a situar el reto en 25, a ver si con un poco de perseverancia consigo alcanzarlo e incluso (ojo que me vengo arriba) superarlo.

Casi todas las lecturas de este año maldito para muchos (para mí no tanto, más bien al contrario) han sido satisfactorias y me han abstraído del mundo de una forma muy agradable. He leído poco pero cuando me metía en un libro lo hacía a tope, sintiendo todo lo que allí se contaba y saboreando cada párrafo. Quizás haya sido suerte, pero en este año pasado he abandonado sólo un par de libros con los que no llegué a empatizar desde el principio. El resto me han gustado bastante en general y unos cuantos me han encantado. Procedo a detallar los 5 libros leídos en 2020 que más me han llenado, a ver si coincidís conmigo en alguno:

Me propuse seguir con Paul Auster y ha sido una buena elección. "Tombuctú" es la tierna y sobrecogedora historia de un vagabundo y su perro, dos almas que se entregan la una a la otra para alejarse de la crueldad diaria del mundo en el que viven. Una obra dramática y esperanzadora a partes iguales que no nos puede dejar indiferentes.

Azuquahe Pérez es un médico neurólogo canario que actualmente trabaja en Las Palmas. Este libro relata cómo afectan los déficits cognitivos de pacientes con Alzhéimer u otras demencias a través de la prueba del dibujo de un reloj de agujas. Con explicaciones sencillas y adaptadas para todos los públicos, los ejemplos nos acercan a cómo puede funcionar la mente de una persona con una enfermedad neurológica degenerativa. Un libro escrito con un cariño infinito y que supone una revisión necesaria para ir avanzando poco a poco en la comprensión de las demencias no sólo por parte de los profesionales sino también de los familiares y el entorno.

Una obra opresiva, donde el peso de la nieve cubre no solo lo material. Un joven accidentado se ve obligado a permanecer en un pueblo aislado durante el invierno, sin electricidad y con pocos víveres, al cuidado de un anciano cascarrabias que tampoco desea estar allí. Enfrentamientos, reproches y frustraciones plagan esta novela que con cada página nos hunde más en su nieve literaria.

Uno de mis cómics favoritos fue este relato gráfico del encuentro entre el político Eduardo Madina y Fermín Muguruza en 2016. Una víctima de ETA y un activista abertzale dialogando sobre el conflicto vasco, sus posiciones antagónicas y sus puntos de encuentro. Una novela gráfica bonita, muy documentada, equilibrada y coherente.
Mark Oliver Everett es el alma de Eels, una banda unipersonal cuya música me encanta. La historia de Mr. E es un relato intimista en primera persona, doloroso a ratos, revelador, esperanzado a veces y muy sincero, revisando las letras de sus canciones tocadas por la depresión y la tragedia. Es el libro que más intensamente he disfrutado en 2020, leyendo mientras escuchaba la música de Eels.

Me doy cuenta de que la mayoría de mis lecturas han sido muy dramáticas, relacionadas con las partes más oscuras del ser humano, con los que he sufrido mucho pero que al mismo tiempo me han transmitido muchísima felicidad lectora.

sábado, 19 de diciembre de 2020

Retos de lectura

Hace muchos años que anoto mis lecturas, más que nada para acordarme de qué libros he leído y cuáles tengo aún pendientes. Hago lo mismo con las películas, ya que mi memoria a veces recuerda títulos pero no argumentos (y a veces al revés), así que una rápida revisión de elenco o temática en el IMDB suele recordarme con más precisión si alguna obra concreta la he disfrutado ya o merece un próximo visionado. Antes ponía las reseñas en este blog y volvía a él para ver mis listas de libros y películas, pero hace mucho que este pobre espacio virtual se quedó relegado a los posts de viajes ancestrales y ahora, debido a la pandemia, ni eso ya.

Desde hace tiempo también tengo una manía que con los años se hace más acusada, que es leer/ver las obras de forma cronológica, desde la más antigua a la más moderna. No le doy importancia pero estoy segura de que esto se me irá de las manos y se acabará convirtiendo en un comportamiento obsesivo-compulsivo en algún momento inconcreto de mi senectud. Por ahora, como no siempre cumplo esa premisa con las lecturas, y teniendo en cuenta que hace algo más de una década elegía los libros en la biblioteca por las portadas, pues lo veo aún como una simpática costumbre, que diría Exseminarista ye-ye.

Me propongo así leer obras escritas en los inicios de la carrera de autores que me interesan, como Paul Auster, Eduardo Mendoza o Joël Dicker. Esto no significa que no vaya colando entre medias otros libros que me llaman la atención, con lo que no hago más que aumentar la retrospectiva pendiente de lectura de esos escritores. Un sinvivir, en definitiva. 

Y todo esto viene a cuento de que, un año más, creo que no cumpliré mi reto de lectura de GoodReads, con un objetivo más que modesto de 25 títulos. El año pasado me quedé en 19 y en el 2018 en 23, incluyendo también cómics en ese cómputo. En mi defensa he de decir que soy una lectora lenta, de esas que vuelven a leer un párrafo completo cuando creen que se han perdido algo en la interpretación del contenido. Por ese motivo nunca he utilizado la lectura en diagonal o cualquier otro método de lectura rápida, ni siquiera cuando me dedicaba a estudiar. Menos aún simultaneo libros, aunque sean de distinto género, porque ni me imagino lo que mi diletante cerebro puede hacer con esa información tan dispar. Eso ofrece un número de lecturas siempre rondando la veintena, o incluso inferior en alguno de los 30 años que hace que llevo este registro. Yo, como Goya, también tengo mi etapa negra y en el año 2002 no leí ningún libro como tal y en el 2003 esforzándome llegué a los 2. En mi defensa he de decir que en esa época no leía libros pero sí manuales de un adictivo juego online (por si os apetece curiosear: Everquest).

No considero la falta de lectura un fracaso personal en mi caso, porque ese tiempo lo dedico normalmente a leer artículos, blogs o a cualquiera de las otras pasiones que me cautiven en ese momento, pero en los últimos años me he propuesto leer al menos un par de páginas cada día. Casi siempre lo hago antes de dormir y el problema es que a veces lo del par de páginas es literal (eso cuando el sueño no lo deja en menos) y, seamos sinceros, a tres páginas por día es difícil alcanzar cualquier reto de lectura por muy razonable que sea. Aún así, estoy orgullosa de disfrutar al máximo de la mayoría de los libros que decido leer y, aunque abandono algunas obras que no consiguen transmitirme nada en las primeras 15 o 20 páginas, la mayoría de los libros que he leído en los últimos años me han gustado bastante.

Como todavía no ha terminado el año y me propuse en un tuit con Isi intentar completar el reto hasta el último momento, en próximos posts os informaré de si lo he conseguido y de mis libros preferidos del año. Por ahora os dejo mis 5 libros favoritos del 2019, por si en algún momento necesitáis inspiración:

El Mundodisco de Terry Pratchett es ese universo literario al que siempre regreso cuando necesito tranquilidad. Después de lecturas insatisfactorias o simplemente muy exigentes, estas historias fantásticas me devuelven la sonrisa y la paz mental. Cualquiera de los 41 títulos que conforman esta serie es ideal para pasar un buen rato.
Christina Rosenvinge es desde hace años una de mis artistas favoritas. Sus canciones me han acompañado en muchos momentos de mi vida y por eso este libro, de corte autobiográfico, me ha encandilado de principio a fin. En sus páginas disecciona algunas de sus letras más conocidas, la situación que las originó y otras reflexiones personales. 

Llevaba años queriendo leer este premiado cómic y su lectura fue una confirmación absoluta de su genialidad. Juan Díaz Canales, con dibujos de J. Guarnido, presenta al detective John Blacksad en cinco historias policíacas en los EEUU de mitad del S.XX. Los personajes zoomorfos recrean las diferencias raciales y sociales de forma increíblemente estremecedora.

Otro de mis autores recurrentes es Paul Auster. Aunque creo que tiene bastantes detractores a mí siempre consigue engancharme con las tragedias vitales de sus personajes. Auster escribe con una especie de prosa poética de sinsabores, con protagonistas desorientados y desmenuza profecías incumplidas que literariamente colman todas mis expectativas.


Novela francesa que llegó a mis manos gracias a la recomendación de algún blogger y que resultó ser una grata sorpresa. Un policía intenta descubrir al asesino de una niña de entre todas las almas sospechosas y tristes que la guerra y la propia vida van dejando a su paso. Un relato de las debilidades humanas en el paisaje sombrío de principios del siglo pasado, cuajado de claroscuros.

Si vosotros vais a cumplir vuestros retos de lectura este año enhorabuena! Y si no, ánimo que aún os queda tiempo para acercaros a la meta o seguir leyendo sólo por placer.

domingo, 22 de noviembre de 2020

I don't feel like dancin'

Scissor Sisters

Creo que últimamente todos necesitamos un poco de buen rollo para seguir adelante con lo nuestro. A pesar de que yo las restricciones pandémicas las llevo bien, ya que mi nivel de socialización tiende a ser bajo y no preciso de mucho para desarrollar mis principales aficiones, hay momentos en los que algunas situaciones se me hacen más cuesta arriba. Es en esos momentos en los que escuchar el tema que hoy os acerco me aporta esa chispita que me falta para poder pasar de largo en la tienda de sierras eléctricas y otros artilugios de tétrica utilidad fuera del mundo del bricolaje.

Scissor Sisters es un grupo estadounidense formado a principios de este siglo y que enseguida se hizo un hueco en el panorama pop mundial. Su música, con muchas influencias del disco de los 70 y el glam rock, llegó rápidamente a las listas de éxitos europeas y se convirtió en parte de la banda sonora de una nueva generación de jóvenes millennials.

He de decir que, salvo este tema de incorporación relativamente reciente a mis listas, no he seguido la trayectoria de Scissor Sisters ni he escuchado sus discos con atención. En mi caso me recuerdan inevitablemente a los Bee Gees y eso me trae reminiscencias de otra época más familiar en mi consumo musical.

La canción "I don't feel like dancin'", incluida en el segundo disco de la banda editado en 2006, fue un fulgurante nº1 en varios países. En este tema colaboró además Elton John, abanderado del estilo glam que los estadounidenses volvieron a actualizar tanto en su música como en su imagen.

Hoy, recuperando los posts musicales abandonados allá por el año 2 A.P. (Antes de la Pandemia), suena en Lillusion "I don't feel like dancin'" de Scissor Sisters, algo así como el quiero y no puedo del estado de ánimo que nos ocupa.



domingo, 4 de octubre de 2020

Granada (y VIII): Gastronomía y rincones

Monumento a Alonso Cano, Granada

En esta última entrada de nuestro viaje a Granada voy a reflejar, como siempre, algunos detalles prácticos que pueden facilitar la estancia. Después de revisar alojamientos y consultar con algunos amigos que habían viajado recientemente, elegimos quedarnos en un hostal pequeñito del centro de la ciudad, como señalé en la primera entrada de esta serie. No teníamos pensado movernos mucho, ya que nuestra estancia era de apenas 3 días, así que un alojamiento céntrico nos resultaba más cómodo para desplazarnos a pie. Además, Granada es una ciudad pequeña y el centro es en gran parte peatonal, por lo que nuestra elección fue meditada en ese sentido.

Plaza de La Trinidad, Granada

Hay decenas de hostales y pequeños hoteles por esa zona, de buen precio y que cumplen perfectamente con las necesidades de un viajero de nuestro estilo, que son básicamente de aseo y descanso. También puedes elegir un hotel algo más refinado o con vistas a La Alhambra y, en caso de que seáis más de 2 personas, suele compensar reservar un apartamento. Granada, como la mayoría de las ciudades turísticas, tienen infinitas opciones en este sentido a través de las plataformas de alquiler vacacional.

Paseo del Darro, Granada

Granada está bien comunicada por avión y tren, y dentro de la ciudad, salvo que se quiera uno acercar a los pueblos aledaños, no es necesario coche más que en casos muy puntuales. Está disponible una Granada Card que incluye trayectos en bus y entrada a gran parte de los sitios destacados de la ciudad, incluso a La Alhambra en alguna de sus modalidades. Si tenéis prevista una estancia de un mínimo de 5 días igual compensa adquirirla, aunque como no era nuestro caso ni siquiera lo valoramos. 

Catedral de Granada

Con respecto a la gastronomía, Granada es conocida por sus tapas. Es cierto que las consumiciones tienen un precio un poco más elevado que en otras ciudades donde no las acompañan con nada. Digamos que una cerveza o un refresco oscila entre los 2,20 y los 2,70 €, precio similar al que encontramos en Santiago de Compostela, por ejemplo, donde también te ponen siempre tapa. El caso es que se cena perfectamente con dos bebidas, pero es importante elegir un establecimiento donde cuiden un poco el aspecto gastronómico de esas tapas. En muchos locales te ponen platos específicamente preparados para ese fin (guisos, frituras...) que están realmente buenos, pero en otros te presentan dos trozos de jamón serrano mal cortados o unas aceitunas.

Nosotros cometimos un par de errores de libro, como no distinguir bien los lugares muy turísticos de los auténticos y acabar en algún restaurante regular tirando a malo. Intentamos guiarnos por las reseñas en internet de otros visitantes pero, a pesar de que eran días entre semana del mes de mayo, había mucha gente en todas partes y era muy difícil conseguir mesa libre donde queríamos. Uno de los días nos fuimos de una de las terrazas donde nos habíamos sentado con intención de cenar ya que tardaron más de 20 minutos en servirnos una tapa muy mediocre para acompañar las bebidas (que ya nos habíamos terminado cuando llegó la tapa, obviamente). Tampoco llegaron a traernos nunca la carta solicitada al sentarnos, así que nos sentimos un poco ignorados y preferimos elegir otro sitio para cenar más a gusto.

Tapa en Legado Andalusí, Granada

En otra ocasión acabamos comiendo en un sitio bastante malo porque era el único donde había sitio y se nos hacía tarde. En este sentido, y como suele ocurrir, es mejor no fiarse de los restaurantes vacíos, puesto que suelen ser los malos y Granada en esto tampoco es una excepción. En los buenos casi nunca hay espacios libres y muchas veces hay que esperar mesa, pero son esos los que realmente merecen la pena.
Pulpo a la brasa sobre salmorejo, Legado Andalusí

Pero también tuvimos buenas experiencias gastronómicas, como la del Legado Andalusí, una taberna en la céntrica Plaza de Bib Rambla, con una agradable terraza, buen trato y donde probamos un curioso pulpo a la brasa sobre salmorejo que estaba muy rico. Otro de los días quedamos con unos conocidos locales que nos llevaron a un restaurante de pescado que nos gustó mucho, El Pescaíto de Carmela. En el Bar Los Diamantes repetimos otro día aparte del inicial para unas cañas y también nos pusimos las botas con las tapas de La Sitarilla, un entrañable restaurante alejado del bullicio turístico donde la comida y la vajilla parecen las de tu abuela y todo está buenísimo.

Tapa en La Sitarilla

No pude evitar tomarme un chocolate con churros en otra de las cafeterías emblemáticas de la ciudad, el Café-Pastelería López Mezquita, y comerme un pionono en la pastelería Casa Ysla, dulce típico que por desgracia no me dijo gran cosa. En general comimos bastante bien, aunque creo que deberemos repetir la visita para profundizar en el poder de las tapas granadinas.

Piononos en Pastelería Casa Ysla

Nos quedaron otras actividades pendientes, como la visita a algún baño árabe, de los pocos que quedan en la ciudad abiertos al público, y asistir quizás a algún rincón flamenco, para lo que ya no teníamos tiempo al ser nuestra estancia corta y un poco agotadora después de tanto trote diurno. Y como Granada es una ciudad llena de posibilidades, nos planteamos regresar en el futuro quizás en invierno, para disfrutar de Sierra Nevada en su apogeo de nieve. Que ni Exseminarista ye-ye ni yo tenemos ya edad para aprender a esquiar y mi rodilla izquierda ha crujido sólo de oír el plan, pero quién sabe, la idea está ahí esperando a materializarse algún año.

Callejón del Gato, Granada

Por lo demás, resultó ser un viaje corto pero intenso, muy aprovechado. Recomiendo encarecidamente reservar las entradas para La Alhambra con bastante antelación, pasear mucho por la ciudad, ir de tapas al menos un par de veces y evitar si es posible las épocas de más afluencia turística, puesto que Granada recibe más de un millón de visitantes al año y al final eso puede notarse en la planificación y las reservas. 

Adiós Granada
Hola Tenerife

*** Haz click en las imágenes para ampliar.

*** Este viaje se realizó en 2019, por lo que no hay referencia a medidas anti-Covid19 y las condiciones de las visitas podrían ser diferentes en la actualidad.

martes, 22 de septiembre de 2020

Granada (VII): Albaicín

Puerta de Elvira, Granada

Un paseo por Granada es una experiencia de lo más enriquecedora. Atravesar sus callejuelas, la mezcla de vestigios árabes y cristianos en muchos de sus monumentos, las raíces gitanas, la Alhambra vigilando todo desde su atalaya... Todos estos detalles aportan a la visita a esta ciudad un toque de multiculturalidad muy especial. Cada esquina esconde un edificio histórico o un monumento con una interesante anécdota, de ahí que una de las mejores opciones sea perderse por sus calles.

Granada es una pequeña urbe universitaria, de espíritu joven y con una gran afluencia de turistas, tanto en verano como en invierno debido a la cercanía de Sierra Nevada y sus opciones de esquí. Se puede ir caminando perfectamente a casi cualquier rincón, aunque bien es cierto que si nos dirigimos hacia el Sacromonte, por ejemplo, las empinadas cuestas nos obligarán a plantearnos el uso de algún transporte público.

Real Monasterio de San Jerónimo, Granada

El Albaicín bajo es un barrio de estrechas calles empedradas peatonales, de origen árabe medieval, y que conduce serpenteando en subida al mirador de San Nicolás, uno de los más conocidos de Granada y que ofrece una de las mejores vistas de La Alhambra. Esta zona se sitúa muy cerca del centro neurálgico, por lo que no hay excusa para no darse un paseo por allí durante nuestra estancia en la ciudad.

Calle Calderería Nueva, Granada

En nuestro recorrido, al final de la calle Calderería Nueva, entramos en la Iglesia de San Gregorio Bético, una pequeña ermita con un convento anexo. Allí vive en clausura desde los años 50 del siglo pasado una pequeña congregación de monjas Clarisas, que rezan el Angelus en la iglesia todos los días a las 12:00 h. De hecho, siempre hay alguna religiosa con los hábitos completamente blancos rezando en la iglesia a cualquier hora del día, separada del resto de fieles por una reja. Es una experiencia curiosa y disfrutable aunque no seas creyente, ya que pareces trasladarte a otra dimensión mientras las monjas cantan (algunas con poco oído musical, todo hay que decirlo, lo que no quita que sea algo muy místico).

Iglesia de San Gregorio Bético, Granada

Continuando hacia arriba por las callejuelas podemos contemplar también la casa donde nació en 1941 el cantaor Enrique Morente, y donde vivió sus primeros años hasta la adolescencia. El edificio nunca perteneció a la familia Morente y en la actualidad la propiedad se alquila en portales turísticos para estancias cortas, bajo el nombre de "La Casa del Cantaor".

La Casa del Cantaor, Granada

La Alhambra desde el mirador Plaza de Carvajales

Subiendo por la Cuesta de San Gregorio desembocamos en el mirador Placeta de Carvajales, uno de los muchos que ofrecen preciosas vistas de La Alhambra. Por la zona también encontramos la Casa de los Pisa, que acoge el Museo de San Juan de Dios. En ese lugar murió el santo portugués en el año 1550. Tras ser adquirido por la orden, se convirtió en un museo referente de la labor de San Juan de Dios y la gestión hospitalaria. El edificio en sí tiene también un importante valor arquitectónico, aunque nosotros sólo visitamos el patio central. Si fuera de vuestro interés, la entrada para visitar el museo completo, con varias obras de arte sacro, cuesta 3 euros.

Casa-Museo San Juan de Dios, Granada

Nuestra siguiente ruta nos llevó por la Carrera del Darro hasta la Cuesta del Chapiz y el bajo Sacromonte. El mirador de San Nicolás ofrece unas incomparables vistas de La Alhambra, aunque por los alrededores hay otros espacios desde los que se pueden ver preciosos paisajes de la vega granadina. Al final de la calle encontramos la Casa del Chapiz, una vivienda morisca que desde 1932 es sede de la Escuela de Estudios Árabes. Tiene un patio central y un jardín con buenas vistas, pero el resto de la casa está cerrado al público. La entrada cuesta 2 euros y la verdad tampoco ofrece nada demasiado destacable más allá de su valor histórico.

Casa del Chapiz, Granada
La Alhambra desde Casa del Chapiz, Granada

En esa zona existen multitud de cármenes que guardan en su interior auténticos vergeles y remansos de paz. El concepto de "carmen" es el de una propiedad privada con parte de huerto y parte de jardín, y cuyo nombre proviene del arábigo "karm" que significa viña. En todos los casos son fincas rústicas con vistas, donde los propietarios se retiraban con fines recreativos. Algunos de estos cármenes permanecen abiertos al público, mientras que otros continuán siendo propiedades privadas, en algunos casos disponibles para alquiler vacacional.

Patio Carmen de los Geranios, Granada

Una de esas propiedades es el Carmen de los Geranios, donde el pintor belga Max León Moreau vivió durante casi 30 años. Granada enamoró al artista que, a su muerte en 1992, legó todos sus bienes incluido el carmen al Ayuntamiento de Granada. Tanto la vivienda como el exterior se estructura en bancales para adaptarlo al desnivel de la colina, con distintas salas de exposición, flores (sobre todo geranios), árboles frutales y fuentes.

Casa Max Moreau, Granada
Casa Max Moreau, Granada

La casa fue restaurada en 1998 para su apertura al público como museo. En ella permanecen muchos objetos de uso habitual del artista, parte de su biblioteca personal, incluyendo su propia producción literaria, y su estudio tal y como lo dejó antes de morir. La entrada a la Casa Max Moreau es gratuita y muy recomendable, tanto por la parte artística como para entender las características de un carmen típico granadino.

Casa Max Moreau, Granada

A nuestra visita a Granada le quedaban ya poquitas horas, que dedicamos a comprar algunos regalos típicos para nuestra familia y amigos y a degustar las últimas tapas locales. Todos los detalles gastronómicos y de organización los comentaré con más detenimiento en el próximo post dedicado a este viaje.

La Alhambra desde mirador de San Nicolás, Granada

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*** (Continuará...)

*** Este viaje se realizó en 2019, por lo que no hay referencia a medidas anti-Covid19 y las condiciones de las visitas podrían ser diferentes en la actualidad.