Pues esta mañana, tras una noche pésima en la que apenas pude dormir por motivos que no vienen al caso, me desperté con la grata noticia de que Lorenzo Silva había ganado el Premio Planeta, con su novela "La marca del meridiano". Como muchos de vosotros sabéis, se trata de uno de mis escritores favoritos y gracias al cual retomé mi pasión por la literatura hace ya algunos años con otra de sus obras premiadas, "El alquimista impaciente".
Polémicas aparte, a mí me interesa que esos trabajos literarios tengan al menos la calidad justa para merecer ese reconocimiento. En los últimos años he leído varias novelas que se encuentran tanto entre las ganadoras como entre las finalistas al Planeta y lo cierto es que me han gustado bastante ("Mientras vivimos", de Maruja Torres, ganadora en el 2000, o "El baile de la victoria", de Antonio Skármeta, vencedor en 2003, así como "Y de repente, un ángel", de Jaime Bayly, o "El tiempo mientras tanto", de Carmen Amoraga, ambos finalistas en 2003 y 2010 respectivamente), así que no podría decir nada malo al respecto del buen hacer de los escritores en los que recayó el premio.
En esta LXI edición del Premio Planeta estoy especialmente contenta porque creo que Lorenzo Silva se lo merecía por ser un escritor honesto, tanto con su trabajo como con sus lectores, nada endiosado y muy participativo en redes sociales y proyectos de fomento de la literatura a todos los niveles. Y por otro lado, sus personajes Bevilacqua y Chamorro generan tal ternura y cercanía que yo creo que son los guardias civiles menos criticados de este país :P El género policíaco tiene con ellos un valor seguro y yo, por supuesto, estoy deseando leer "La marca del meridiano" en cuanto caiga en mis manos.
*** La foto que ilustra este post la cogí de la edición digital de El Mundo.