domingo, 23 de marzo de 2008

Cien años de soledad

Era una lectura obligada que había ido postergando. Se trata de un libro denso, largo (casi 500 páginas en la edición conmemorativa de la Real Academia Española que yo leí) y a veces confuso por el enredado árbol genealógico de los Buendía, pero aún así, es un libro fascinante, maravilloso y totalmente imprescindible. De hecho, Gabriel García Márquez ya se encuentra desde hace tiempo entre mis escritores favoritos.

En estas páginas he dejado constancia de otras revisiones como “El amor en los tiempos del cólera” o “Del amor y otros demonios”. Su forma de escribir es ágil y muy coherente, descriptiva pero no aburrida. Me apasiona su arte para hilar una frase con otra sin perder en ningún momento el norte de la narración, que siempre, siempre, llega a buen fin. Ya he hablado en algunos posts de la incapacidad de muchos autores para poner un digno final a sus obras, situación que en este genial colombiano no suele darse. Al contrario, remata sus trabajos tan bien como los inicia, produciendo obras completas con altas dosis de interés, correctísima gramática y expresión, e historias que encandilan con personajes dotados de enorme personalidad. Puedo decir abiertamente que me produce tanta admiración como envidia sana.

*** Spoilers! ***

“Cien años de soledad” (1967) cuenta los avatares de la familia Buendía a lo largo de siete generaciones, un total de cien años en los que el pueblo de Macondo es testigo de amores, odios, dolores, guerras, fiestas y muertes. Úrsula Iguarán y José Arcadio Buendía inician en una época indeterminada del s.XIX una relación marcada por los malos augurios familiares, puesto que su condición de primos constituye un sacrilegio para el resto de la estirpe. Alejados de rumores viajan por tierras del Caribe hasta encontrar el lugar idóneo donde fundarán la ciudad de Macondo, un sitio imaginario en el que tendrán lugar los más extraños sucesos.

Sus hijos, Aureliano, Arcadio y Amaranta, vivirán, amarán y formarán sus respectivas familias siempre amenazados por las maldiciones familiares y quizás por ello siempre tendentes a quebrantar las normas y sentirse atraídos por miembros de su misma familia. La novela narra de forma inmejorable las relaciones de amistad que se establecen entre los diversos personajes que visitan el pueblo, los hijos de unos con los nietos de otros, y así sucesivamente hasta conformar un complejo entramado de descendencias en el que Aurelianos y Arcadios serán siempre protagonistas de los más altos empeños y las más bajas vilezas. Resulta casi imposible abrirse paso en esta novela sin la ayuda de un árbol genealógico que nos vaya aclarando las filiaciones de los personajes, que acaban tomando nombres como Aureliano José o Aureliano Segundo.

La novela engancha muchísimo, sobre todo al principio, cuando la ciudad imaginaria de Macondo comienza a crecer y abrir sus puertas a las novedades que la tecnología y la industria van acercando a la selva colombiana. La locura familiar, mezclada con la irremediable curiosidad y ansia de estudio típica de algunos Buendía, colabora en la creación de una estirpe fuerte pero al mismo tiempo susceptible de caer en el más profundo de los olvidos.

La familia está permanentemente al borde de la desaparición pero siempre encuentran un resquicio de esperanza y sacan fuerzas de flaqueza para renacer de sus propias cenizas. Sólo cuando por fin se cumple la profecía bíblica del hijo con “cola de puerco”, que nacerá de una relación incestuosa, se consigue aniquilar a los Buendía y cerrar con ello un círculo vicioso de relaciones insanas y tumultuosas, envidias y odios, temores y dudas. Todo, incluido ese trágico final, estaba escrito desde cien años atrás, cuando el personaje del gitano Melquíades irrumpió en la vida de los Buendía para abrir unas puertas, cerrar otras e iniciar ese camino de soledad inherente a la estirpe.

*** Fin de Spoilers! ***

No hay una línea argumental única, sino que más bien se va desgranando la historia familiar rama a rama, mostrando las virtudes y los defectos de cada nuevo miembro que entra a formar parte de la saga. Los personajes se describen con una riqueza y profusión lingüística increíble, creando una imagen clara de cada nuevo miembro y cada ciudadano de Macondo. Se entrecruza la realidad de las guerras y la miseria con la fantasía de la longevidad, la santidad y la presencia fantasmagórica de algunos Buendía. En general, sus comportamientos siempre rayan en el exceso tanto material como espiritual, característica inequívoca del estilo de la novela.

A pesar de esas exageraciones literarias, el libro es un ejemplo de perfección narrativa, situada por los críticos en la línea del realismo mágico en boga hacia mediados del s.XX en Latinoamérica. Está considerada una de las mejores obras de la literatura universal en lengua castellana, que con el paso de los años no ha perdido ni un ápice de interés ni vigencia.

A pesar de la extensión de la novela y de que en algunos momentos la lectura se hace un poco pesada, nada incita a abandonar puesto que la curiosidad latente es más fuerte que cualquier tentación de dejar de leer. De hecho, la recompensa es descubrir un final digno de esta truculenta historia, llena de fuertes emociones, y sentir que cuando cierras el libro te invade una sensación de satisfacción y no de vacío, como sí ocurre con otras obras en las que los autores no saben solucionar la trama. En “Cien años de soledad” todo encaja en cada una de sus páginas y en cada uno de sus capítulos. Es, como ya he dicho, una obra perfecta, de lectura obligada y que no defraudará al que decida zambullirse sin reparos en la genealogía Buendía ideada por
Gabriel García Márquez.

2 comentarios:

  1. Tomo nota del consejo. Lo único que he leído de García Márquez ha sido Crónica de una muerte anunciada y tengo un grato recuerdo de la agradable narrativa que adornaba una original historia .
    Estoy contigo sobre el mal uso que se da en la novela de los llamados best sellers del final de los argumentos (y de las propias historias en sí)
    Y sí, esa sensación inexplicable que muy pocos libros nos dejan al finalizar su lectura, entre algería y tristeza, no la he tenido ni en cine, ni en musica,...
    Saluditos

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  2. Sese, yo también creo que con los libros se viven sensaciones más intensas que con otras muestras de arte, no sé por qué. Un libro te incita mucho más a imaginar, mientras que una película te mastica todo un poco más y una canción a veces no consigue transmitir lo que pretende.

    A mí "Crónica de una muerte anunciada" me encantó. De hecho, es uno de los pocos libros que he leído ya dos veces y pronto volveré a leerlo para poner un post por aquí sobre él.

    saluditos!

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