domingo, 15 de julio de 2007

El nombre de la Rosa

Famoso donde los haya, el libro de “El nombre de la rosa” se convirtió en uno de los libros más leídos y vendidos de todos los tiempos gracias en gran parte a su genial adaptación cinematográfica. La película, dirigida en 1986 por Jean-Jacques Annaud, narra las aventuras detectivescas de Fray Guillermo de Baskerville y su novicio Adso de Melk en una abadía benedictina del s.XIV en la que están ocurriendo extraños crímenes.

El libro es quizás el más conocido de su autor, Umberto Eco, escrito en 1980 con una amenidad casi impropia de una obra a caballo entre la novela histórica y la policíaca. Con amplios fragmentos en latín y explicaciones de la vida de la época, algunas de ellas con profusión de detalles, se lee sin embargo con gran facilidad.

Todo ello fue captado con enorme maestría para la película, que se convirtió en el retorno a la actuación del por entonces olvidado
Sean Connery. A partir de ese momento, muchos recordarán al actor por el papel del agudo monje franciscano desfacedor de entuertos. El jovencísimo Christian Slater interpretaba al estudiante a cargo de Fray Guillermo, verde en los conocimientos de la vida a todos los niveles y que se convierte, como en el libro, en el narrador de la historia.

Dentro de la fidelidad a la obra literaria, la película consigue plasmar el ambiente de la época de ese modo que no suele ser habitual: con dientes mellados, podridos estropeados y ausentes, cabellos y uñas sucias, ropas raídas y situaciones alejadas del glamour de la Edad Media que suelen mostrar las películas de héroes y villanos al uso. Me sorprende además ver la libertad visual para mostrar determinadas escenas en la película que, hoy por hoy, más de 20 años después, posiblemente sufrirían de mayor censura. No hay que olvidar que se trata de una película europea, co-producción entre Francia, Italia y Alemania, garantía al menos de que la única Inquisición que veremos en el film será la que narra la historia, sin privarnos de elementos esenciales para comprender aquellos años.

Ambas obras, tanto literaria como cinematográfica, recrean en Fray Guillermo la figura típica de un detective al más puro estilo de Sherlock Holmes, inteligente, observador y deductivo, que introduce a su pupilo (en este caso Adso haría el papel del torpe e inocente Watson) en la sabiduría de la lógica y la importancia de los detalles. También puede recordar en algunos momentos al
Padre Brown, otro famoso personaje religioso ideado por el escritor inglés Gilbert Keith Chesterton que también se encargaba de arrojar luz sobre los crímenes más atroces gracias a su agudeza y su intuición.

La mayoría de la gente ha visto la película pero no ha leído el libro por miedo a sus casi 500 páginas o a los fragmentos en latín. Desde aquí me tomo la libertad de recomendarlo encarecidamente porque, aunque mi edición no incluye traducciones de los salmos latinos (no sé si existe alguna traducida íntegramente) se puede deducir perfectamente su significado por el contexto. Los diálogos son ágiles y en ningún caso se trata del ladrillo que muchos piensan.

Evidentemente la película está más al alcance de todos y sólo hay que dedicarle un par de horas, por lo que tampoco dejaré de recomendarla como de obligada visión. Resulta una grandiosa adaptación, algo que no siempre ocurre con los libros, que en muchas películas acaban siendo una mera inspiración para contar cualquier otra cosa. El director francés
Jean-Jacques Annaud destaca especialmente por su capacidad para recrear fielmente determinadas épocas o lugares específicos en sus producciones. Así, tanto en “En busca del fuego” (1981), en la que narra los primeros pasos de la civilización, como en “El oso” (1988), en la que se acerca al documental en una tierna obra con un osezno como protagonista, consigue contar de forma efectiva una historia con muchas imágenes y casi sin palabras.

5 comentarios:

  1. magnifico libro, magnifica película. Uno de los ejemplos de lo que es un libro entretenido pero no superfluo, de lo que es una buena adaptación de un libro al cine, y de lo que es un final impactante...

    Ah, y ejemplo también de que no hace falta irse a Hollywood para encontrar buenas películas, que aquí en Europa también se hace de eso...

    Un saludo!

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  2. Rubenvike, no podr�a estar m�s de acuerdo :D

    saluditos!

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  3. En el colegio yo era un fan del Padre Brown y los otros niños que eran más de la rama Enid Blyton, me miraban raro (para mi Conan Doyle era el p#t@ amo). Eso sí "El nombre de la rosa" y "el péndulo de Focault" son dos libros que aun no he sido capaz de terminarme.

    Eso si la película es magnífica

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  4. Vespinoza, yo en el cole tambi�n era m�s de Enid Blyton, como casi todas las ni�as de mi edad (salvo las m�s pijas que le�an "Las torres de Mallory" :P). Descubr� las novelas de misterio ya en el instituto y le� muchas de las que lamentablemente ya casi no recuerdo nada :(

    Sobre las novelas que dices, me han comentado que "El p�ndulo de Focault" es bastante compleja y dif�cil de leer, pero con "El nombre de la rosa" la cosa s�lo es ponerse porque, insisto, en cuanto te engancha se lee sola.

    saluditos!

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  5. Peliculón y novelón. Lo mejor de Annaud de lejos

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