He terminado mi personal recorrido por el cine de Isabel Coixet con su última película, "La vida secreta de las palabras", realizada en 2005. Como siempre destacar las geniales interpretaciones de todo el reparto que Coixet elige como nadie y, en este caso, una gran fotografía que encaja muy bien en el tono melancólico del film. A partir de ahí, me cuesta decirlo pero la primera hora de película me aburrió bastante. (Spoilers!).
No me esperaba nada diferente a lo que ya conocía de su directora pero sí creo que en este caso ha retrasado demasiado la revelación de detalles clave para el entendimiento de la historia. Sabemos desde el principio que Hanna (Sarah Polley, actriz fetiche de la catalana) es un personaje con un pasado doloroso del que ella pretende alejarse zambulléndose de lleno en una vida sin más estímulo que un rutinario trabajo, con una existencia austera y gris. A partir de ahí, ni una sola pista hasta mitad de la película, algo que francamente no ha propiciado el despertar de mi interés.
En cuanto aparece Tim Robbins en escena intuimos que ambos protagonistas verán sus mundos acercarse a través de sus mutuos sufrimientos, algo que en efecto sucede cuando ella por fin pronuncia más de cuatro frases seguidas explicando el porqué de sus pesares y silencios. En el fondo es un toque muy lírico y adecuado para el suspense dramático de la película pero, en mi opinión, esta reacción de Hanna es demasiado brusca (aunque no por ello menos previsible) en relación con su comportamiento previo. Durante el anterior metraje Coixet consigue que incluso nos impacientemos y perdamos el interés por la vida en la plataforma petrolífera solamente en espera del momento en el que Hanna revele su historia y nos confirme dónde radica su mal. Evidentemente se quieren primar los silencios sobre las palabras, pero yo creo que no debe ser a cualquier precio, y el precio en esta cinta es un desinterés generalizado del espectador, al menos en mi caso, por aspectos que deberían aportarnos luz sobre la vida o el pasado de Hannah.
Eso no quita, sin embargo, que ese instante de confidencia se convierta en el más intenso de la película, con un pelín de efectismo rebuscado, eso sí, pero con un Tim Robbins dueño de una expresividad realmente memorable. Aún así, el momento siguiente de Josef (Robbins) hablando con la terapeuta de la chica sí que ya resulta francamente tópico y el final un pelín made in Hollywood de más. Yo hubiera terminado la película sin dudarlo en el momento en que se llevan a Josef en la ambulancia, recién evacuado de la plataforma, y ella se aleja sin querer escuchar sus desgarrados gritos. Hubiera sido más auténtico, más dramático y, sin duda, más original.
En general "La vida secreta de las palabras" es una película interesante, aunque alejada de los primeros puestos en mis preferencias cinematográficas. Mi favorita de Isabel Coixet seguirá siendo "Mi vida sin mí", igual de conmovedora y profunda pero sin tanta moralina y con mucha más capacidad para emocionar tratando los mismos temas entre la vida y la muerte.
viernes, 13 de julio de 2007
La vida secreta de las palabras
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Publicado por
Lillu
a las
17:04
Etiquetas: CINE
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Te encantan los finales jodidos, ¿eh? Así me gusta >:D
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