“Amores perros” es una película muy directa, sincera y cruda, con una clara influencia del estilo de Tarantino, Guy Ritchie y otros contemporáneos, y la malsana intención de revolvernos en lo más profundo para hacernos sentir el dolor que sienten los protagonistas. Por ello, me parece una obra preciosa aunque el adjetivo no encaje de ningún modo con la violencia de los sentimientos que se ven en ella.
La ópera prima de este director, el mexicano Alejandro González Iñárritu, cuenta tres historias paralelas, cruzadas, perpendiculares y tangentes, todas ellas con el hilo conductor del amor por los perros y el trasfondo de oscuros deseos y relaciones prohibidas. Realmente el título es un juego de palabras con el que se pretende expresar, aparte de la obviedad del cariño por el mejor amigo del hombre, que hay amores tan complejos y dañinos que a veces ese sentimiento, como la vida, se convierte en algo muy perro, muy jodido.
Los personajes se entremezclan en un largo metraje que aborda temas controvertidos, muchas veces a través de imágenes no toleradas por todo tipo de estómagos. El argumento transcurre de manera no lineal, saltando de unos protagonistas a otros y enlazando unas historias con otras (Spoilers!):
1- El primer fragmento lo protagoniza Gael García Bernal, que decide fugarse con la esposa maltratada de su hermano y la única manera que tiene de conseguir dinero es apostando por su perro en peleas caninas ilegales. Las escenas de las peleas son muy desagradables y a mí me sobran totalmente en la película, aunque entiendo que eso da fuerza al conjunto sórdido y miserable que se pretende recrear.
2- En la segunda parte, un cuarentón abandona a su esposa y sus dos hijas por una joven y bella modelo con la que mantiene una relación extraconyugal. El destino querrá que, el mismo día que inician su convivencia fuera del engaño, ella sufra un terrible accidente de tráfico que la deja postrada durante días y amenaza su futuro personal y laboral.
3- Una tercera historia cuenta la vida de un ex guerrillero que abandonó hace años a su familia para luchar por sus ideales y que ahora, tras 20 años de cárcel y viviendo como un vagabundo con la única compañía de sus perros, quiere volver a recuperar el cariño de su hija.
Las tres partes de la película van formando un collage de daños y perjuicios ocasionados por los amores y desamores que viven los protagonistas. A pesar de que la primera media hora me resultó un poco aburrida (no, no soy fan de Gael García Bernal, qué le voy a hacer) la película va cogiendo ritmo poco a poco, asestándote pequeñas punzadas a cada paso y mostrándote la cara más descarnada y cruel del amor. Me sorprendieron gratamente las magníficas interpretaciones de todo el reparto, en especial del vagabundo Emilio Echevarría y la española Goya Toledo, a la que no identifiqué hasta los créditos (aunque su cara me sonaba) debido a su trabajado acento mexicano. A pesar de que algunos críticos opinan que es precisamente la historia de Toledo (la segunda) la más floja y la de menor calidad, a mí me gustó mucho más que la primera y casi tanto como la tercera, que fue la que consiguió finalmente hacerme saltar las lágrimas.
Como ocurre en este tipo de películas, el círculo finalmente se cierra de un modo triste y desalentador para casi todos los implicados; en el juego del amor al final casi nadie gana. El accidente de tráfico inicial, del que apenas habíamos visto un esbozo, se muestra en su totalidad en el último cuarto de cinta, cosiendo los retazos de metraje que se nos habían quedado medio sueltos. El coche lo conduce a toda velocidad Gael García, con su perro de pelea malherido en el asiento trasero y al que persiguen por acuchillar al agresor del animal. En la huída choca contra el vehículo que conduce la hermosa Valeria, acompañada por su perrito Richie. La posterior pérdida de su chucho bajo el parqué de su piso mientras ella aún se recupera del accidente le ocasionará un conflicto físico y emocional que su nueva relación no soportará. Entre el desconcierto y el caos el vagabundo conocido como “El Chivo” recoge al perro de Gael y se lo lleva para curarlo, sin saber que acoger a ese can en su casa terminará con sus demás compañeros perrunos y con su actual modo de vida despiadado y sin esperanza.
González Iñárritu muestra sin temblor el pulso de una nueva sociedad mexicana, marcada por las diferencias sociales y muy alejada de los tópicos mariachis. "Amores perros" fue nominada al Oscar como Mejor Película de Habla No Inglesa en 2001, ganó el premio de la crítica en Cannes y fue la vencedora absoluta de casi todos los galardones de cine mexicano de aquel año. La posterior “21 gramos” (2003) reafirmó a González Iñárritu como un contador de vivencias traumáticas y reveses de la vida. A destacar también la colaboración entre el director mexicano y el guionista Guillermo Arriaga que ha dado como resultado, además de las dos mencionadas, la muy exitosa “Babel” (2006).
martes, 20 de noviembre de 2007
Amores perros
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Publicado por
Lillu
a las
09:10
Etiquetas: CINE
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Muy buena película, por el momento es la que más me ha gustado de Iñarritu.
ResponderEliminarTe recomiendo otra gran película: Ciudad de Dios...
Angus, he visto también "Ciudad de Dios" y me parece impresionante. Creo que todavía no he puesto ninguna entrada sobre ella, así que en cuanto la revise lo haré. Gracias por recordármela :)
ResponderEliminarsaluditos!