domingo, 18 de marzo de 2007

Las vidas ajenas

Conocí el nombre de José Ovejero, como el de otros muchos escritores, a través de la sección de literatura de los Encuentros Digitales de El Mundo. Un día compré una de sus novelas en edición de bolsillo, sin tener idea de qué iba aunque con la "garantía" de que había ganado el Premio Primavera de Novela 2005. Se trataba de "Las vidas ajenas" y hoy por hoy puedo decir que me parece un libro fantástico.

Comencé a leerlo con cautela, con cierto miedo a lo desconocido y quizás también a la decepción. Esa sensación se evaporó tras las primeras páginas, siendo sustituida por un interés creciente por los personajes y los hechos que narra la novela. (spoilers!). "Las vidas ajenas" es una historia coral en la que un grupo de personas de muy diferente clase y condición acaban relacionándose debido a un turbio asunto. Un rico empresario entrado en años casado con una muchacha 40 años menor, un abogado hermético y calculador, dos traperos con sueños inalcanzables, una madre soltera bajo la tiranía emocional de su pequeña hija, un exiliado congoleño con un oscuro pasado y un incierto presente, y algunos otros personajes que se entremezclan en un mosaico de desesperanza que tiene como escenario la burocrática ciudad de Bruselas.

La obra, escrita bajo un formato que se acerca a la novela negra, consiguió cautivarme desde el principio. A medida que pasaban las páginas mi interés por saber qué iba a ocurrir se acrecentaba. Ésa es precisamente la sensación perfecta cuando lees una novela, las ganas de continuar leyendo sin parar hasta desentrañar lo sucedido. Al mismo tiempo, Ovejero construye sus protagonistas de una manera muy cercana, pudiendo hacerte una idea clara de cómo actúa cada uno, de sus miedos, sus inquietudes y sus deseos. No son exactamente personas normales y corrientes, pero tampoco se alejan demasiado de tal concepción. Por un lado se encuentra la riqueza, la opulencia de la alta sociedad empresarial belga, y por otro la pobreza de los barrios obreros de la ciudad, donde los emigrantes africanos y del este de Europa han construido su pequeño imperio rodeado de trapicheos y prostitución. En ambos casos huyen del punto intermedio, se escoran hacia los extremos de una sociedad acostumbrada a dividirse entre ganadores y perdedores y en la que nadie está libre de sus pequeñas miserias.

José Ovejero, que lleva varios años viviendo en Bruselas, muestra la imagen más fría de la capital belga, el abismo que separa la periferia de las calles donde se ubican los monstruosos edificios del Gobierno comunitario. El escritor demuestra un amplio conocimiento de la actividad económica del país, centrada en las transacciones mercantiles de metales y piedras preciosas con países centroafricanos, antiguas colonias belgas. Esos negocios, que en muchos casos rozan la ilegalidad al estar en contacto con numerosas guerrillas y asociaciones delictivas, constituyen el telón de fondo de una sólida trama en la que se van produciendo continuos giros. El final, totalmente impactante, se alza como una constatación más de que nunca los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos y que la suerte, a veces, puede darnos la espalda en un momento y ofrecernos la cara al instante siguiente.

"La realidad es un lugar sencillo.
Sólo se necesita saber que la distancia más corta entre dos puntos no es la línea recta. Porque entre A y B siempre hay estorbos. Unos se pueden eliminar, otros hay que sortearlos.
La distancia más corta entre A y B se obtiene no perdiendo nunca de vista a B, si se está en A, y viceversa. Lo demás no cuenta."

2 comentarios:

  1. ai, non me lembro. pero coido que o lin:( que desastriño son!! ao mellor o que fixen foi ver a peli. gústame moito a cita! bicos

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  2. Creo q hay una peli q se titula así, Brandelia, pero no tiene nada q ver con este libro, q yo sepa. El libro merece mucho la pena, a mí me encantó :)

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