Shakira

Aunque no soy muy fan de Shakira, he de reconocer que hoy por hoy es una de las artistas más conocidas y escuchadas del mundo. Yo la prefería sin duda cuando era morena y cantaba sólo en español.

Ahora sus movimientos pectorales y de cintura me aburren bastante y escucharla en casi todas partes ha terminado por hartarme (he tenido incluso pesadillas con la música de “Hips don’t lie”...).

A pesar de ello, esta cantante de origen colombiano tiene unas cuantas canciones que merecen la pena, sobre todo de su primera época, en los discos “Pies descalzos” (1995) y “¿Dónde están los ladrones?” (1998). En 2001 comenzó su gran despegue musical, sacando al mercado discos en versión bilingüe en español e inglés para captar más público en el mercado estadounidense y europeo.

Fue precisamente entonces cuando mi interés por ella fue decreciendo, paralelamente a su gran éxito mediático y musical. Su imagen también cambió, tiñéndose de rubia y acercándose más al prototipo americano de mujer que al latino y asemejándose así a otras miles de cantantes pop del momento. Lo único que continúa haciéndola única dentro de esa producción en serie es su voz grave y rasgada.

Lo bueno es que ha aprovechado su nombre y su imagen para involucrarse en proyectos humanitarios, como por ejemplo la Fundación Pies Descalzos, que seguramente resulten mucho más interesantes que sus últimos trabajos musicales. Esta fundación está destinada a mejorar la calidad de vida de los niños que sufren directamente la violencia y las necesidades en la conflictiva Colombia.

Uno de los temas que más me gusta de Shakira es “Inevitable”, un destripamiento de sentimientos de lo más sincero que se incluyó en su disco de 1998 y que he cantado no pocas veces en mis momentos de soledad.